viernes, 15 de mayo de 2015

603 ¿Qué es una constitución política?



603   LA CHISPA                                         
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
DEMOCRACIA SECUESTRADA:  LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA
            En primer lugar, debemos decir que “la Constitución”, cualquier constitución, no es más que un librito con una serie de disposiciones sociales mediante las cuales se debe regir la población de un territorio que se considere NACIÓN soberana y todo lo que eso implica.  ¿Y cuál es el propósito único de ese documento supuestamente nacido del consenso de TODOS?  Facilitar la convivencia y crear los mecanismos que garanticen ciertos principios básicos que deben regir a todo grupo humano: libertad e igualdad ante la ley para disfrutar de TODOS los beneficios que se derivan del trabajo de TODOS.  No se trata de un código sagrado que bajó del cielo o que algún dios entregó a ciertos individuos privilegiados.  Es solo un acuerdo social cuya finalidad es hacer que todos los ciudadanos encuentren y obtengan todo aquello que la comunidad pueda ofrecerles en proporción directa con su capacidad de trabajo, ingenio, inventiva y diligencia.  La igualdad no quiere decir que un holgazán tendrá lo mismo que un aplicado trabajador, sino la oportunidad que todos deben tener ante la ley y las ofertas que la comunidad tiene para todos sus habitantes (educación, vivienda, comida, ropa, diversión, salud etc.).  Por otra parte, libertad NO significa el privilegio de servirse con la cuchara grande a expensas del derecho de los demás, como lo han interpretado las Oligarquías criollas.  Los ciudadanos (gobierno)  deben asegurarse de que estos principios constitucionales lleguen a todos los habitantes y no solo a unos pocos.  Sin peros.
            En síntesis, la constitución es una manual de convivencia que nos asegura (¿?) que no haya grupos privilegiados que sean dueños del Poder o se apoderen de toda la riqueza que produce el país.  Tampoco que proliferen grupos de inútiles y sinvergüenzas que pretendan vivir del trabajo ajeno.  Una constitución funcional debe velar porque tal situación no se dé, y que todos los miembros de la sociedad tengan iguales oportunidades y derechos.  Pero ¿en qué se han convertido nuestras constituciones?  En simples declaraciones poéticas y huecas en cuanto a los derechos de los pueblos, pero en leyes eficaces y de pronto cumplimiento cuando se trata de asuntos que interesan a las clases poderosas.  Vaguedad, imprecisión, falta de métodos de compulsión para su cumplimiento, cuando se trata de cuestiones que importan a los pobres.  Exactitud brutal, perentoriedad y respaldo judicial eficaz y feroz cuando se trata de leyes que importan al Estado y la Oligarquía, que en nuestros medios son la misma cosa.   Como aquello de la “propiedad privada y la libre empresa o el TLC”.
            Después de todo el lirismo constitucional, empieza la realidad del documento en su aplicación.  Y es en la implementación de las leyes en donde está que meollo del asunto.   Esas bellas proposiciones teóricas como: “El Estado procurará el mayor bienestar a todos los habitantes del país, organizando y estimulando la producción y el MÁS ADECUADO REPARTO DE LA RIQUEZA”, no son más que habladurías.  En ninguna Ley se dice cómo o quiénes TIENEN que hacerlo; y si NO lo hacen, no hay ley que diga a quién castigar u obligar para que ese mandato se cumpla.  Es decir, es mera palabrería altisonante y, en lenguaje popular, “pura paja”.   ¿A quién se apela o se demanda porque no hay una justa repartición de la riqueza nacional?  ¿A quién y ante quién se acusa a los que enajenan el patrimonio nacional, amparados en la constitución y las leyes?  Pero hay una “LEY DE INQUILINATO” criminal, intolerante y brutal, hecha a espaldas del pueblo, que sí se aplica con asombrosa prontitud y respaldo policial si es necesario.  Tan antinatural y divorciada de los intereses de la ciudadanía es la labor de la Asamblea Legislativa que, han convertido ese edificio en un búnker infranqueable para que nadie pueda entrar ahí a fiscalizar los conciliábulos que llevan a cabo.   Todo lo hacen en silencio, a oscuras, en una actividad semi secreta contraria a los postulados de la Democracia y de la supuesta representatividad popular de los diputados.  Y todo eso es tutelado por la Constitución.
            Entonces, ¿qué es una constitución sino una mera carta de intenciones que puede acomodarse a los intereses de los que detentan el Poder?   Un documento elástico que se estira a voluntad y conveniencia de los pocos que forman la Oligarquía.  Y son estos los que han pretendido, a través de todos los medios “culturales”, hacer creer a los ciudadanos que se trata de un documento sagrado que TIENE que ser respetado y acatado aun cuando sea lesivo a los intereses de las mayorías.   Para garantizar esa visión que el ciudadano debe tener de la constitución, la han rodeada de cierta aura de santidad, como si se tratara de un código divino que, con solo cuestionarlo, nos iremos al infierno (en este caso, la cárcel).  Talvez por analogía religiosa con los códigos de origen célico, ha resultado que ese simple manual de convivencia ha venido adquiriendo, convenientemente para una minoría, la calidad de sagrado.   Pero recuerden, como se ha dicho varias veces, las constituciones solo son un librito, pero en nuestro medio se han convertido en el parapeto o pretexto detrás del cual se escudan las clases poderosas para garantizar sus privilegios.  Es la “Pomada Canaria” en la solución de los problemas sociales surgidos de la lucha de clases.  Si los campesinos explotados protestan, “estás violando el orden constitucional”; si los muelleros se resisten a ser esclavizados, “están violando la constitución y, garrote con ellos”.  Si los estudiantes demandan más dinero para la educación, “están violando el orden y, garrote con ellos”.  Si los obreros piden justicia salarial, “están violando la Constitución y, garrote con ellos”.  Si el pueblo demanda justa repartición de la riqueza, están violando el orden constitucional y, garrote con él”.  Si la gente demanda todo aquello que la Constitución consigna en su parte lírica, de inmediato se convierten en violadores de este documento.  Pero si aceptan pasivamente la explotación, injusticia, falta de vivienda, la “ley de inquilinato”, las alzas desmedidas, la devaluación, el TLC y la subasta de todos los bienes del país, son demócratas y buenos ciudadanos que respetan el “ORDEN CONSTITUCIONAL”, aunque se mueran de hambre y se los lleve puta.   Ciudadano, NADIE está obligado a acatar algo que le perjudique y le imponga sufrimiento, que sea injusto y solo beneficie a una minoría.  Y si una constitución es eso, ¡al diablo con ella!
            Constitucionalescamente
                                               RIS      E-mail:  rhizaguirre@gmail.com
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