viernes, 8 de mayo de 2015

437 Police brutality



437   LA CHISPA   

Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”

“POLICE BRUTALITY”

            Cuando el 3 de marzo de l991 el mundo entero contempló horrorizado la salvaje paliza que la policía de Los Ángeles le aplicó a Rodney King, esta frase se hizo célebre (Police brutality), y obligó a esa sociedad a ver en una dirección que le era desagradable.  The “Land of de free” tuvo que aceptar que ahí hay dos Amerricas: la de los blancos… y la de los demás.  Y una vez expuestos ante el mundo, los cuerpos policiales de los Estados Unidos se vieron obligados a hacer, al menos temporalmente, una revisión sobre sus métodos en el tratamiento de la delincuencia; sobre todo, cuando los delincuentes son negros o latinos.  El caso King desnudó cuál es la naturaleza de una policía brutal, llena de odio y prejuicios largamente acumulados; además, profundizó la ya insondable brecha racial que existe en ese país. 
            Casi veinte años después de la guerra de Los Ángeles, nos tocó ver en San José un cuadro no tan salvaje como el de aquella ciudad, pero que es indicativo de una peligrosa tendencia que empieza a asomarse en nuestros cuerpos policíacos.  La televisión nos presentó en “vivo y a todo color”, un operativo de las fuerzas especiales de no sé qué, mientras sometían a unos supuestos delincuentes que se encontraban durmiendo en una camioneta abandonada en una callejuela de una barrio marginal.  Haciendo gala de una violencia innecesaria, al más puro estilo de las tropas gringas en Irak, unos cuantos militares con pasamontañas, nos dieron un aperitivo de lo que podría convertirse en norma de conducta de nuestra policía.  Y esa tendencia latina siempre es un peligro, pues aunque al principio solo sea dirigida en contra del hampa, en cualquier momento se desboca y se aplica a cualquier ciudadano o grupo de ciudadanos que sean “molestos” para el gobierno.   Y aunque luego se ofrezcan las disculpas y todo lo demás, el daño está hecho, y sus consecuencias sicológicas bien anotadas en la memoria del pueblo.  Es la clásica y antigua forma de intimidación que los dictadores latinos han aplicado a sus pueblos para que sean dóciles ante las disposiciones gubernamentales.  Son rescoldos añejos de las enseñanzas de la Escuela de las Américas.  
            Pero ¿qué pasó en esa urbanización en donde realizaron “el operativo”?  Es sospechoso que unos delincuentes, de cualquier naturaleza, estuvieran durmiendo COMO INDIGENTES en una camioneta abandonada y vigilados por un perrito flaco y muerto de hambre.  Sin embargo, este, fiel a su condición de centinela y miembro de esa familia “sacó la cara por ellos” y, con un valor de cosaco, se enfrentó a la milicia hasta que fue amenazado de muerte por uno de los embravecidos policías que lo apuntó con una enorme pistolota que blandía temerariamente.  No sé si el militar le disparó o no, pero ante semejante despliegue de rudeza, al pobre can no le quedó más remedio que emprender una discreta retirada táctica… no fuera que lo balearan.  Y tampoco era para tanto.  Todo un show el de este furibundo policía y el perrito que, desde la puerta trasera del vehículo, lo desafiaba sin temor alguno.   Aceptamos que el hampa debe ser combatida de manera implacable y con firmeza; pero todo dentro de ciertos límites en donde la integridad física y la vida de las personas sean respetadas. Ser “autoridad” no confiere derecho a disponer de la vida ajena, ni siquiera la de un perro.  El hecho de que un individuo sea delincuente (o se sospeche que lo es), no autoriza a la policía para abusar de la fuerza física ni maltratarlo de manera humillante o que lo ponga en peligro de muerte.  Por lo que vimos en la tele,  el hombre que sacaron no tenía arma alguna.  Solo se le veía perplejo por aquella maniobra de la cual él era el centro.  Fue bárbaramente arrastrado y lanzado al piso como si se tratara de un saco de basura; y sin que opusiera la menor resistencia, fue zangoloteado, gritado, puesto boca abajo y durante todo el proceso se le puso en la cara la pistola del exaltado policía, al que, en ese estado de furia, bien se le pudo escapar un tiro y acabar con la vida de ese pobre infeliz.  RECALCAMOS: En ningún momento opuso ni la más leve resistencia.  Ahí está el video como prueba irrecusable de esta afirmación.
            Desde que CNN montó el show de Las Mellizas, todo se torna creíble cuando proviene de la yunta formada por los gobiernos y la prensa.  Este “operativo” con cámaras instaladas en primera fila, a la par de la camioneta abandonada donde dormía el o los indigentes y el perrito vigía, se nos antoja un tanto sospechoso.  No sabemos si el programa que pasaron por esa televisora fue un espectáculo montado para demostrar qué tan eficiente es la policía, pues la ubicación de las cámaras en esos primeros planos en donde existe el peligro de recibir balazos mortales, no concuerda con la realidad.  El camarógrafo parecía estar muy seguro de que no corría peligro alguno.  Si fue un “número”, nuestra felicitación a los actores, en especial a Firulaiz, el perrito guardián.  Pero si fue un acto real de violencia policíaca, queremos dejar constancia de nuestra protesta, pues ese policía panzón que participó en él, parece que quería robarse el show y empezó a sobreactuar de una manera en la que solo le faltó “saludar a la cámara”.  Esa es la influencia de la televisión.
            Nada confiere patente de corso a la policía para hacer una exhibición de frenesí como el que vimos ayer por la televisión.  Tampoco a brindar el espectáculo casi ridículo de un soldado “encañonando” y amenazando de muerte con un arma de fuego a un pobre zaguate.  Y si van a llevar a cabo una acción de esa naturaleza, por lo menos deberían asegurarse de que nadie los esté filmando.  La “police brutality” que le aplicaron a esos indigentes y a su campana Firulaiz, es un síntoma peligroso.  Por ahí empiezan las fuerzas paramilitares y los ejércitos privados.  Y ese matonismo policíaco lleva a las guerrillas y el terrorismo.   
            Cuidar el orden ciudadano es una cosa, pero hacer una exhibición de salvajismo, otra.
            Palicíacamente
                                     RIS
E-mail:                        rhizaguirre@gmail.com
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