657 “LA CHISPA” (26/06/09)
Lema: “En la indolencia cívica
del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
¿POR QUIÉN DOBLAN LAS CAMPANAS?
Doblan por España, la “Madre Patria” que, siendo la supuesta primera
selección del mundo, resultó humillada allá en aquel oscuro rincón del África.
¿Y por quiénes? Por los bárbaros ingleses de Amerrica. Por una pandilla de
desconocidos que no figuran en ninguna de las listas glamorosas del
soccer. Por una turba de aparentes fracasados que venían de recibir dos
palizas memorables a manos de Italia y Brasil.
Pero ahí estaba el detalle… como diría Cantinflas. Los gringos NO SON mediocres que se arrugan ante la adversidad, sino que de
esta, sacan la fuerza necesaria para acometer las empresas más ilusorias. Ellos tienen MENTALIDAD DE GANADORES cuando compiten, así se trate de fútbol, escondidas, trompo, rayuela, bolitas, yacses o elevar cometas. Y esa es la diferencia entre los elegidos y
los mediocres: EL CARÁCTER. Sin mucha técnica, pero con un sistema
táctico férreo que defendieron hasta la muerte, pusieron de rodillas a la
arrogante selección hispana, que nunca tuvo los arrestos ni la determinación
para descifrar aquel jeroglífico defensivo que les plantó Bob Bradley, un advenedizo en el mundo del fútbol grande.
Apegados a un libreto tan repetitivo y
aburridor como el de un pájaro carpintero, con un esquema sencillo y simplón, pero
aplicado con una tenacidad semejante a la de los espartanos en las Termópilas,
fue suficiente para rendir a los campeones de Europa. A los yanquis no les impresionan los
pergaminos de nadie y son irreverentes ante cualquier autoridad. Así nacieron al mundo. Con un equipo mediocre pero con voluntad
acerina, acabaron con la “furia española” y la sumieron en la más dolorosa
amargura que ha vivido en decenios.
Parece que hay un hado maléfico
para España en sus relaciones con los gringos: todo parece iniciarse con la guerra
por Cuba, en la cual perdieron las últimas colonias que tenían en América, la
Filipinas y quién sabe cuánto más. No soy adivino, pero cuando vi las caras de
los españoles al salir a la cancha, supe que iban a perder. Se sentía en el aire un peso de pesimismo que
gravitaba sobre los peninsulares, y el presentimiento de muchos se hizo
realidad. Hace tiempo hice un pronóstico
acerca de los norteamericanos en estas justas: Que dentro de algún tiempo, no sé cuánto, habrían de ceñirse la corona
mundial en ese deporte. Y es que
ellos no sienten complejos ante nadie; los pueden masacrar como lo hizo Brasil,
pero siguen con la moral al tope: “We
don’t care, we are Amerrica”. Y no será porque tengan gran categoría ni
porque sus jugadores sean tan virtuosos como los suramericanos, sino porque son
organizados, tenaces, sistemáticos y, sobre todo, porque tienen una actitud de
“winners”. Y cuando eso existe, lo
demás es secundario. Si cualquier país
latino futbolero tuviera el carácter con el que los yanquis han enfocado en
fútbol en su país, sería campeón mundial eterno. Ese es el paso final que les ha faltado a
Brasil y Argentina, países con el material humano mejor y más abundante del
planeta.
Jamás pudo la timorata selección
española encontrarle la punta a la madeja de un partido que se desarrolló al
capricho de los yanquis. Nunca pudieron
los hispanos hacer valer su estilo ni sus condiciones, y más bien terminaron
por plegarse a las directrices técnicas y tácticas que impusieron los
americanos. La metodología que han
seguido para llegar al punto donde se encuentran, es la clave de su éxito
presente y futuro. Y este NO es producto de la casualidad o solo
el dinero que han invertido, sino de toda una filosofía sustentada en lo que
siempre ha sido la norma de ese pueblo: el logro
de la excelencia, en lo que sea. Ellos
no son arrugados como nosotros, que nos rendimos ante los nombres de
campanillas. Entienden que en el campo son once contra once, y que lo que les
puede faltar en técnica individual y colectiva, puede ser equilibrado con un
esfuerzo supremo sacado de lo más profundo del alma.
Nuestro reconocimiento sincero a un
puñado de guerreros que, sin complejo alguno ante los pergaminos del rival, se
apegó a un libreto desteñido pero efectivo; sin encanto alguno, sin gracia ni
vistosidad, pero fríamente eficaz, demoledor y demostrativo de que no es
suficiente creerse los mejores sino que hay que probarlo. Dos certeras estocadas hasta la empuñadura,
redondearon una faena en la que los gringos cortaron rabo y orejas al furioso pero
impotente toro español. Ya van
encontrando su camino y se ve cierta fisonomía propia en el funcionamiento de
ese equipo; ya empiezan a tener una
escuela nacional. Todavía no es la
gran cosa, pero solo es cuestión de tiempo para que irrumpan plenamente en el
escenario mundial de este bellísimo “sport”. Ya lo aman, ya lo sienten y empieza a arraigarse en el populacho, punto que indica la
mayoría de edad de cualquier deporte en el ámbito nacional. Ellos saben que este también es un arma
política, y que no pueden estar al margen de una diversión que mueve las más
intensas emociones por todo el mundo. No
puede ser que USA no tenga nada que
decir en esta actividad que reina soberana en todo el globo.
Ahora les toca verse las caras con
Brasil, otros que “tienen la costumbre de ganar”. Por mi parte, deseo que los aplasten, pero…
cualquier cosa puede pasar cuando un equipo tiene la determinación y mentalidad
de los gringos. Estoy seguro que tanto
Dunga como sus jugadores tomarán muy en serio este encuentro, y sería bueno que
los liquidaran desde el principio. Sin
embargo, hay que tenerlos en cuenta y tratarlos con respeto. España pagó caro por su arrogancia, error que
los llevó a dejar pasar el tiempo sin apretar la horca desde el mismo comienzo. A un enemigo como el gringo no se le puede
dar oportunidad alguna; hay que matarlo
en la cuna, antes de que crezca y represente un peligro. Esa fue la falla de España: los dejó crecer
y que sintieran que los iberos no solo eran neutralizables sino que podían
derrotarlos; que podían irrespetar al campeón de Europa, y así lo
hicieron. Eso no significa que USA sea
superior a España, pues todavía están lejos de ese nivel, pero ya nos están
anunciando de lo que serán capaces en un futuro no muy lejano. Parece que es inevitable su éxito, pero una
cosa es cierta: para pararlos hay que aplastarles la cabeza desde el inicio,
porque si no, hasta Brasil se verá en problemas. Como latino, espero que los brasileños les
bailen samba sobre la cabeza y los manden de regreso con una docena de goles…
por lo menos.
Futboleramente
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