miércoles, 6 de mayo de 2015

566 Los árabes de la tribu de Judá



566  LA CHISPA                              

Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”

LOS ÁRABES DE LA TRIBU DE JUDÁ

            Mucha gente supone (por influencia de la Biblia) que los judíos “salieron misteriosamente de las arenas del desierto”; algo así como por generación espontánea.  Y a ellos les encanta esa idea. O bien, que son la línea directa de Adán y Eva, desde Yavé hasta Moshe Dayán.  O hasta las guapísimas  Natalie Portman y Rachel Weisz, o alguno de los cientos de “asimilados” por intereses cinematográficos.  De los miles que, para ser tomados en cuenta en Hollywood, de la noche a la mañana se transforman en judíos con prosapia, tatuaje (que ya es genético y hereditario) y todo lo demás.  De la infinidad de ellos que estuvieron en los campos de concentración de Hitler aunque solo tengan treinta o cuarenta años de haber nacido.  Pero nada de eso es cierto.  Los árabes de la tribu de Judá, son ÁRABES.  O eran, hasta antes de convertirse en ASHKENAZIS, una raza híbrida surgida de los cruces raciales entre la mujeres “elegidas” para ese fin, y millares de europeos de todas las latitudes, con preferencia de alemanes e ingleses.  Cuando los morenos árabes de la tribu de Judá se dieron cuenta de que no eran bien vistos por su color, decidieron asimilarse para pasar inadvertidos entre sus víctimas del comercio y la usura, actividades ancestrales de esta gente.  
            JAMÁS ha existido “una raza judía”.   En el oriente medio y próximo SOLO HAY ÁRABES y persas.  Y como es lógico, innumerables mestizos entre estas razas y sus vecinos: griegos, egipcios, turcos, persas, africanos e incluso hindúes.  Y aunque pertenecen al tronco ario-semítico, casi todos son morenos.  Entre esa gente NO HAY RUBIOS NI OJOS AZULES.  Solo Esaú, el hermano de Jacob; y eso porque su padre era el filisteo (griego) Abimelec.  De manera que esos “judíos” cinematográficos de ojos azules, blancos y rubios pueden ser cualquier cosa menos judíos de verdad, es decir, árabes de los primitivos que invadieron Europa.  Son europeos: ashkenazis o sefarditas.
            Recuerden que la técnica de enriquecerse mediante el préstamo de sus mujeres es muy antigua.  Y según la Biblia, uno de los primeros que la puso en práctica fue nada menos que Abraham, cuando A CAMBIO DE RIQUEZAS, le entregó su mujer Sara al faraón de Egipto (Gén. 12- 10 a 20). También se la facilitó al príncipe filisteo Abimelec  para obtener más monedas y seguridad (Gén. 20 todo).  Esto no es invento del autor de esta nota, está ahí, en la Biblia.  Escrito con toda la brutalidad del caso. Así que NO les atribuyamos a estas personas una ética que estaban muy lejos de tener.  Vean que fue nada menos que el “padre” ABRAHAM el que inauguró la moda de negociar su mujer para sacarles dinero a los demás.  Entonces NO pensemos que el pueblo elegido tiene reparos morales para ejecutar cualquier acción que pueda conducirlos a la riqueza.  Y en el caso de esos árabes de la tribu de Judá, la elección era muy simple: o se hacían europeos o seguirían siendo marginados por su color.  Actitud comprensible, pues en el mundo de los blancos hay que ser blanco.
            Pero el Abraham NO fue el único que cedió su esposa a cambio de dinero.  También su hijo Isaac lo hizo con Rebeca (Gén. 26 todo).  Así que entre los miembros del “pueblo auto elegido”, esa era una costumbre normal en la que nada malo veían.  Las mujeres para ellos eran parte de su capital y operaciones bursátiles.  Las vendían y compraban como si fueran cabras o vacas (Jacob con Lea, Raquel y sus sirvientas).  Así que prestarlas en Europa para que concibieran niños blancos (ashkenazis), solo fue una maniobra táctica que no implicaba ningún problema moral ni la pérdida de “judeidad”, pues recuerden que tal condición se hereda por vía materna; de manera que esos niños hijos de europeos ERAN JUDÍOS, porque sus madres lo eran.  Y cuando estos híbridos volvían a tener bebés de europeos (por más de mil años), llegaron a convertirse en europeos puros o ashkenazi.  Como Paul Newman, Tony Curtiss, Goldie Hawn, Jane Seymour y tantos otros ashkenazi o “asimilados” por intereses cinematográficos; porque en Hollywood, el que no es de esa etnia o dice serlo, no consigue chamba, o le cuesta mucho.  Así desaparecieron esos árabes de la tribu de Judá, como las DIEZ TRIBUS; pero no en el aire ni por arte de magia, sino entre la población europea, como es lo normal en estos casos de asimilación de minorías.  Aunque a ellos les fascina la fábula de “la pureza racial” tanto como a los alemanes.  Pero digan lo que digan, el fenotipo (aspecto físico) NO es algo que cambia de la noche a la mañana; y mucho menos, cuando se tiene la pretensión  de que NO se han dado cruces sexuales masivos.
            Esos “israelíes reciclados” o alemanes e ingleses de segunda, ya muy poco tienen que ver, racialmente,  con sus antepasados árabes.  Es por eso que se ven tan exóticos y fuera de lugar en Palestina.  Parecen turistas suecos en Honduras o Guatemala.  Y entre ellos y los verdaderos que nunca salieron de ahí (los mizrajíes), la diferencia física es abismal.  ¿De dónde podría sacar la pechugona Pamela Anderson que es parienta de esos judíos sirios, iraníes, jordanos o egipcios? Por desgracia, los peores de estos  especímenes son los asimilados, porque se sienten en la obligación de probarles a los dueños de los Estudios Cinematográficos que ellos son buenos y ortodoxos paisanos que estudian la cábala, van a la sinagoga y odian a los árabes, gringos y todos los goyim.  ¿Podrían Harrison Ford o el pelirrojo Red Buttons decir que tienen algún parentesco étnico con los mizrajíes de Irak, Marruecos o Turquía?  ¿O Natalie Wood?
            Los árabes de la tribu de Judá solo viven en el Oriente Medio; y aunque diferentes por la religión, siguen siendo tan árabes como todos sus hermanos del entorno.  Y ellos lo sienten, y los árabes legítimos los toleran y no los odian, pues saben que son su misma gente.   Los otros, los que emigraron a Europa se hicieron ashkenazi, diferentes y se tornaron racistas, los peores racistas del mundo, pues al no ser aceptados como alemanes de verdad, su odio creció exponencialmente en contra de todo aquel que no fuera “de los elegidos”.
Con aprecio
                                    RIS    E- mail:   rhizaguirre@gmail.com
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