469 “LA CHISPA”
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se
fundamentan los abusos del Poder”
EL PRIMER PODER DE LA REPÚBLICA
En la modernización del Estado, este
poder de la nación es el primero que debe ser sometido a una transformación total. Eso con el fin de evitar la corrupción que
significa que este pilar de la democracia solo sea un vergonzoso cubil de
traficantes de influencias. Y solo
cuando este sea el verdadero portavoz del PUEBLO,
se podrá garantizar que el Poder
Judicial también sea una institución digna.
La teoría dice que los diputados
son los representantes de la ciudadanía que los eligió. Pero con la actual estructura partidista,
estos no son más que marionetas de los partidos, los que a su vez son dóciles
instrumentos de la Oligarquía. Eso se debe a que los
diputados NO SON ELEGIDOS POR LOS VOTANTES
sino por los candidatos a la presidencia; por lo tanto, están comprometidos con
estos nada más. Y como los “legisladores”
son los que eligen a los Magistrados del Poder Judicial, este también se
convierte, a la larga, en un instrumento politizado y al servicio del partido
que los nombró. Y ambas cosas son una
aberración inadmisible en una democracia.
El actual sistema de “elección” de
candidatos a la Asamblea Legislativa,
debe ser sustituido por un mecanismo en donde sea la masa quien decida quiénes
serán sus delegados en el PRIMER PODER
DE LA REPÚBLICA,
el cual DEBE TENER ABSOLUTA INDEPENDENCIA, y no ser la caricatura que ahora es:
un apéndice sumiso del Ejecutivo. Y
por medio de este órgano popular y no sujeto a partidos políticos, se hará el
nombramiento de los funcionarios del Poder Judicial. También la designación de candidatos a la
presidencia debe ser un acto de voluntad soberana, y estos deben surgir de las
entrañas del pueblo; en los cabildos y plazas públicas, para que el ciudadano
que sea llevado a la primera magistratura, sea UN HOMBRE LIBRE de compromisos políticos o económicos con grupos
minoritarios y poderosos. El Presidente NO DEBE surgir de componendas
realizadas en el Club Unión ni de acuerdos entre Cámaras, banqueros,
industriales, transportistas, gasoholeros o exportadores. El Presidente solo debe tener compromisos con quienes lo eligieron. Y su labor
debe estar orientada al beneficio de todos los habitantes del país, sin
excepción y sin privilegios derivados del poder económico.
El
Primer Poder de la República
será el garante de esa conducta ecuánime de todos los funcionarios de los otros
dos poderes, tal como lo señala la teoría del equilibrio. Los diputados deben ser la voz del pueblo,
los ojos del pueblo, los defensores del pueblo. En fin, los representantes genuinos de la
voluntad ciudadana. Debe ser un órgano decente, regido por los más altos
valores de la sociedad; constituido por caballeros
que sepan que el honor es una virtud que no tiene precio. Por hombres que tengan vergüenza y que
antepongan los intereses de la
Patria a cualquier mezquindad derivada de la codicia y el
deseo de hacer fortuna fácil al amparo de la sombra del Estado. Los diputados deben surgir de los cabildos, y
no de conciliábulos tenebrosos que desvirtúan y desautorizan la genuina
representatividad de estos ciudadanos.
En síntesis, deben ser los contralores de TODAS las funciones del gobierno, y desde esa atalaya, deben
garantizar al ciudadano que todo lo que hace el Gobierno es honesto y al
servicio de toda la nación.
La
actual forma de nombramiento de diputados es una vergüenza, pues no es más que
una vulgar subasta en donde estos puestos se otorgan al mejor postor. Gente extraña y desconocida, de repente
resultan representantes de una población que no los conoce y al que ellos
tampoco conocen. Como pasaba hace muchos
años allá en Limón: siempre aparecía alguien de la “Meseta” que era nombrado postulante
por el candidato a la presidencia, y se convertía en representante de Limón, provincia
a la cual solo volvía a visitar de vez en cuando. La estructura partidaria permite y fomenta
esta forma de corrupción en la que se burla no solo la voluntad popular, sino
los mismos preceptos constitucionales que dicen que los tres poderes de la República son independientes entre sí. Entonces, ¿cómo es que la Asamblea Legislativa
se ha convertido en un sumiso apéndice del poder ejecutivo? ¿Cómo es que una mayoría parlamentaria SIEMPRE hace la voluntad del hombre que
ocupa la casa de “El Zapote? ¿Qué clase de “independencia” es esa? ¿Por qué se hacen tantos negocios bajo la
mesa en la Asamblea? Si en esta se trataran asuntos de interés
general y de beneficio para toda la sociedad, NO HABRÍA necesidad de componendas secretas ni repartija de
regalías para que se aprueben determinados proyectos “de” el Ejecutivo, como el
caso del TLC.
El Primer Poder de la República DEBE
recuperar la confianza del pueblo, pero eso NUNCA se dará bajo el sistema de partidos, del cual resultan esos
“representantes populares” con bisagra en la espalda y que solo saben decir al
Ejecutivo: “Sí, señor”. Pero como es de esperar, ni esta ni ninguna
Asamblea del futuro aprobará un sistema que ponga a este organismo en manos de la
gente. Jamás renunciará la Oligarquía a una forma
de dominación tan absoluta como la que tienen en los poderes del Estado. Primero en el Ejecutivo, después en el sumiso
Legislativo y, a través de este, en el Judicial. Se cierran las tenazas del Poder Oligárquico
sobre las masas. ¿Cómo revertir una
situación en donde los únicos que pueden hacerlo por “la vía legal” son los que
disfrutan de todas las ventajas del sistema?
Pareciera que no hay salida, pues estos NUNCA van a aflojar las tetas del Poder. Pero hay una alternativa: EL CABILDO. La voluntad
popular, focalizada en el cabildo, es una fuerza arrolladora que no podrá ser
ignorada por los que ahora monopolizan todos los bienes que se derivan del
trabajo de todos los ciudadanos del país.
Parafraseando las palabras de un brillante pensador, les digo: “Ciudadanos de todas partes de la América Latina,
organícense en cabildos, retomen el poder y pónganlo al servicio de las
mayorías”. Ese es el Primer Poder
de la República.
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