viernes, 15 de mayo de 2015

588 ¿Domesticación lingüística o "economía"?



588    LA CHISPA                                  
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
¿DOMESTICACIÓN LINGÜÍSTICA O ECONOMÍA?
            Cuando nos inscribimos en la televisión por cable, lo hicimos con la esperanza de salvarnos de la propaganda tipo pájaro carpintero con la que nos torturan en los canales públicos.   Pero resulta que ahora hay más anuncios en la tv pagada que en la gratis (o por lo menos, andan parecido).  Las mismas idioteces, los mismos clichés, los mismos productos, la misma monotonía que nos conduce a detestar lo que tanto promocionan.  Todavía no he logrado averiguar qué diablos es el “Pilates”, pero ya lo tengo aborrecido.  Y si uno protesta, le dicen que la alternativa es aumentar la mensualidad.   Pero no importa lo que usted haga, siempre le siguen metiendo anuncios y aumentos.  Pero lo de la plata no es lo peor, aunque lesivo, es el mal menor.   Lo terrible es la programación que, matizada por los aburridores anuncios, nos lleva al límite de nuestra paciencia. 
            Tengo entendido que todas las películas hechas en Hollywood son dobladas a cada uno de los idiomas europeos.  Y a nadie en los Estados Unidos se le ocurriría pasar películas habladas en español y con rotulitos en inglés.  Entonces ¿por qué nos irrespetan de esa manera?    En España oímos a los actores gringos hablando con Z, y diciendo:  “¿Por qué no os tomáis unos vinillos”.  En cambio aquí, aparte de la propaganda, casi todo es en inglés.  ¿Por qué?  ¿Somos angloparlantes o ya recibimos el estatus de colonia gringa o británica sin darnos cuenta?  Y eso es lo que quiero compartir con mis amigos para ver si alguien tiene una respuesta válida, o por lo menos, aceptable.  ¿Por qué casi todas las películas se “hablan” en inglés y tienen subtítulos escritos en español?  ¿Son más importantes las colonias de gringos que viven en nuestros países?   ¿O es que las películas sin doblar se consiguen más baratas?  ¿O es que nos quieren culturizar lingüísticamente?  ¿Quieren que aprendamos inglés a güevo?   Y si es así, el Gobierno debería aclararlo y declarar al idioma INGLÉS obligatorio y como lengua nacional.   Entonces le haríamos frente a la nueva situación a sabiendas.
            Los viejos no podemos leer esas letritas infames con las que rotulan las conversaciones, pues si nos concentramos en la lectura, perdemos la película; y si vemos esta, no podemos leer los rotulitos.  Estamos jodidos.  ¿Por qué se puede doblar las películas gringas para España y NO para la América Latina en donde somos más de          QUINIENTOS MILLONES DE PROBABLES CLIENTES?  ¿Tan poca cosa representamos para Hollywood o los comerciantes nativos?  ¿O es que nuestros “agarrados” empresarios prefieren las películas subtituladas porque son más baratas?  ¿Y cómo es que las películas para niños, como Shrek y otras, sí vienen habladas en español?  Que alguien me diga que estoy equivocado, o que me indique cuál sería el camino para resolver esta situación.  Yo estoy harto de protestar, y quiero saber si solo se trata de una majadería personal, o si hay otras personas que comparten esta inquietud.
            La segunda parte es la de la programación, en especial, la deportiva.  No sé que privilegio tiene la Argentina, porque hay un canal que no para de transmitir fútbol de ese país.  Pero nos pasan juegos de equipos como un tal Rafaela y otros ilustres desconocidos en el mundo futbolero.  ¿Y qué pasa con Brasil?  ¿Por qué no incluyen  partidos de la liga brasileña, el mejor fútbol del mundo?  ¿O de los grandes de Uruguay?   Uno que otro de la liga mexicana, de Colombia, Perú, Chile y los clásicos centroamericanos.  Da pena oír a los tontos que ponen a hacer anuncios sobre la liga inglesa (inglés).  Dicen a gritos: “La mejor liga del mundo”.  Y se les podría preguntar: ¿Son campeones mundiales los ingleses, o por lo menos de Europa?   Omiten partidazos de la liga española, portuguesa y francesa, y nos recetan uno de los “Chicago Fire” contra el “Real Utah”, como si a alguien le importara un tacaco la liga gringa de fútbol.   Y aparte de Cuba, Dominicana, Nicaragua, Panamá y Venezuela, a muy pocas aficiones les interesa el béisbol.  Sin embargo, nos viven bombardeando con “la mejor liga del mundo”, la “serie mundial” y otros nombres altisonantes pero falsos.  False advertisement.  Nos atarugan con la NBA y el básquet colegial de USA.  Pero lo que constituye un vomitivo es la cuestión del “Rugby” o fútbol americano, una carajada que nadie entiende en qué consiste, y que casi nadie juega fuera de los EU.  ¿Dominación cultural para obligarnos a aprender inglés?  ¿Nos quieren señalar quiénes TIENEN QUE SER nuestros héroes deportivos y de qué nacionalidad son?
            También nos saturan de tenis y golf, dos deportes que constituyen una bofetada para la mayoría de los latinoamericanos.   Dos deportes elitistas para gente rica, y que requieren instalaciones que suelen costar millones de dólares; en especial, los campos de golf.   Yo nunca he sabido cómo se gana en golf, pero sé que un juego de los palos que usan vale miles de dólares.   También por ahí le andan los programas sobre los “Castillos de América”, los “cocteleros” y los “cocineros”.   El boato que lucen también es ofensivo para los latinos, africanos y asiáticos, pueblos que se debaten en el hambre y la pobreza.  Y el “Pilates” de porra.
            Ya es hora de que el Estado intervenga en la programación “basura” de estos servicios televisivos.  Y no nos salgan con el cuentito de la “libre empresa”, la cual es el pretexto para cometer todo tipo de atropellos económicos pero, sobre todo, culturales.  No tenemos por qué estar viendo propaganda acerca de la supuesta superioridad de un país sobre el resto del mundo.  Ese adoctrinamiento es embrutecedor y crea una dependencia sicológica imposible de sacudir.  Este lavado de cerebro al que son sometidos nuestros niños y gente sencilla, es una labor criminal que, bajo el pretexto de televisión libre, condiciona la mente de nuestros pueblos al gusto de lo que los poderosos quieren.  Todos esos programas son alienantes y nos conducen, mediante propaganda subliminal, a considerar como propios los valores de otras sociedades extrañas y agresivas.  La glorificación de la violencia, el sexo, los crímenes, la droga, el militarismo y la corrupción, son agentes deletéreos que se vierten diariamente en la consciencia de nuestros ciudadanos.   A cualquier hora pasan películas pornográficas sin que al Estado le importe un ayote; y todo porque estos corruptores se amparan en la sacrosanta fórmula de “la empresa privada” y los salacuartazos.   ¿Seguiremos indolentes ante estos problemas?
            Televisorescamente
                                   RIS         E-mail:  rhizaguirre@gmail.com
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