525 “LA
CHISPA”
Lema:
“En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
NADIE VA AL CIELO DIRECTAMENTE
La idea de la vida eterna es la “querencia de tablas” que tenemos los
occidentales, pues eso es lo que nos ha hecho creer la Religión
(las sectas cristianas). Pero tal cosa NO es cierta; al menos no del todo ni
como la interpretan nuestros guías religiosos.
El hombre debe entender que la
muerte es el final de todo lo que él conoce, ama y le crea apego a la vida
física. No importa cuánto le seduzca
la teoría de la eternidad en el cielo o el infierno. Ni siquiera que haya un período post mortem
sobre el cual hay mucho que discutir y aclarar.
La personalidad o consciencia del “yo
soy yo” se desintegra totalmente, y el hombre de carne y hueso que fue,
desaparece para siempre. Entonces ¿son
falsos los postulados del infierno, purgatorio y cielo? Sí y no.
Todo depende de cómo lo interpretemos.
La Religión
explica muy claramente (con adornos rebuscados y exagerados) lo que es ese
lapso de vida después de la muerte. Los
antiguos guías de la Iglesia
sabían correctamente a qué se referían cuando hablaban de esa etapa de la vida
del hombre. Luego, por intereses
variados, se fueron distorsionando los postulados lógicos y verdaderos, y se
cayó en un dogmatismo bárbaro mediante el cual la Iglesia se convirtió en
cómplice de las ideas absurdas que rodean el misterio de la muerte.
La Iglesia sabía muy bien
(aún lo sabe) que nadie llega directamente al cielo (suponiendo que este fuera un lugar físico). Todos tenemos que pasar por diferentes etapas
después de la muerte, las cuales tienen una duración proporcional con el grado
de consciencia y clase de vida que haya llevado la persona; es decir, cuánto
karma (bueno o malo) haya acumulado el individuo. También tiene que ver con el
desarrollo de ciertas facultades y la adquisición de determinado grado de sabiduría. Hay una dependencia vital y directa del CONOCIMIENTO que se tenga de este
fenómeno. Pero no se trata de fe, supercherías
y miedos irracionales, sino de la comprensión de un hecho natural que puede
explicarse científicamente mediante la lógica.
Aunque, claro está, hay aspectos del problema general, que son
particularidades a las que tiene que enfrentarse cada individuo, y eso hace que
no haya fórmulas generales para enfrentar esta situación a la que todos nos
veremos abocados en algún momento. Sin
embargo, la comprensión de la mecánica general es indispensable para no
sucumbir ante los temores producto
de la “educación religiosa”.
Es esencial saber que TODOS vamos al Infierno después de fallecer; es una ley “física” que tiene que ver
con el peso específico de la materia con la cual está conformado nuestro cuerpo
astral. “Ascendemos” en el mundo astral
hasta el sitio que corresponde a la densidad de nuestro vehículo de
consciencia. Pero en nuestro viaje hacia
el lugar que nos toca, por fuerza tenemos que pasar por el sétimo plano del
astral, el cual equivale al Infierno
en la parafernalia religiosa. Este plano
o mundo astral consta de siete niveles, como el mundo físico que conocemos,
aunque no seamos conscientes de algunos de ellos. Estos son, de mayor a menor densidad: sólido,
líquido, gaseoso, etérico, súper etérico, subatómico y atómico; siete en total.
Y a partir de ahí, continúan los siete planos del mundo astral de igual manera,
de más a menos denso. Eso significa que
el vehículo de consciencia del “muerto”
tiene que pasar por ese sétimo plano del astral que, como ya dije,
corresponde al INFIERNO. Así que todos pasamos por ese peculiar estado.
Sin embargo, y en esto tiene razón el Papa Juan Pablo, el Infierno no es un
lugar ni un sitio específico ni tiene realidad objetiva. Es un estado mental que solo es percibido por
aquellos que en su cuerpo astral tienen suficiente materia del sétimo subplano
para ser conscientes en él. Es decir,
que tengan los instrumentos materiales para captar la realidad que se da
ahí.
Los que acumularon suficiente
materia astral del sétimo subplano (la más grosera de todas), son los que
pueden percibir “la realidad” de ese mundo en donde solo son conscientes los
seres más perversos y degenerados que han vivido. Ese plano es la cloaca del mundo astral. El Infierno real para aquellos que
construyeron su vehículo de esa materia brutal del mundo de los deseos y
emociones. Asesinos, suicidas, lujuriosos y toda la escoria del mundo físico se
entrampa allí durante toda una “eternidad”, lo cual solo es una metáfora para
referirse a un tiempo indeterminado, en un mundo en donde no hay parámetro
alguno para saber el tiempo que se ha permanecido en tal sitio (que no es más
que un estado mental). La “eternidad” es
solo una forma de expresar una angustia prolongada; como cuando decimos: “te lo he dicho mil veces”. NO
existen las consecuencias eternas por causas finitas. Esa es
una brutal aberración de las religiones.
Las personas menos malas pasan esa etapa en forma inconsciente; cruzan
ese umbral, pero no se dan cuenta del ambiente que los rodea, y solo despiertan en el plano que les
corresponde por la materia de la que está formado su vehículo. Puede ser el sexto o el quinto (por regla
casi general), el cual es un mundo muy semejante al físico, pero con
particularidades propias que difieren del mundo físico, como es natural. Y a partir de ese punto, se inicia el Purgatorio de las religiones. Es una etapa de duración variable que
dependerá mucho de la actitud del “muerto” ante su nueva vida. De cuánto coopere con los que tratan de
ayudarlo y explicarle las nuevas condiciones a las que tiene que enfrentarse, y
que entienda muy claro que no hay RETORNO
ni más relaciones con el mundo que dejó.
De eso depende toda su felicidad o desgracia. Algo así como lo que dice en “La Divina Comedia”: “Vosotros que llegáis aquí, abandonad toda
esperanza”. Sin embargo, esa parte
se refería a los que tienen que estacionarse en el Infierno y no en el
Purgatorio. Una cosa es esencial
recordar: NO SE DEBE TENER MIEDO. Allí no hay Diablo ni nadie que los pueda
dañar, solo su propia mente y su obstinación por no aceptar que la vida física
terminó. Aquí abundan los seres que
están dedicados a orientar y ayudar a los “recién nacidos” en el mundo astral;
es casi lo mismo que cuando nacemos en el mundo físico, pero con la notable
ventaja de que somos conscientes y “grandes”.
Esta es la vida post mortem, al
final de la cual el hombre consciente del “yo
soy yo”, desaparece para siempre.
Seguiremos
con este tema; mientras tanto, que la paz sea con ustedes.
Fraternalmente
RIS Correo:
rhizaguirre@gmail.com
Entrada al blog “LA
CHISPA” http://lachispa2010.blogspot.com/
.
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