miércoles, 27 de mayo de 2015

525 Nadie va al cielo directamente



525   LA CHISPA    

Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”

NADIE VA AL CIELO DIRECTAMENTE

            La idea de la vida eterna es la “querencia de tablas” que tenemos los occidentales, pues eso es lo que nos ha hecho creer la Religión (las sectas cristianas).  Pero tal cosa NO es cierta; al menos no del todo ni como la interpretan nuestros guías religiosos.  El hombre debe entender que la muerte es el final de todo lo que él conoce, ama y le crea apego a la vida física.  No importa cuánto le seduzca la teoría de la eternidad en el cielo o el infierno.  Ni siquiera que haya un período post mortem sobre el cual hay mucho que discutir y aclarar.  La personalidad o consciencia del “yo soy yo” se desintegra totalmente, y el hombre de carne y hueso que fue, desaparece para siempre.   Entonces ¿son falsos los postulados del infierno, purgatorio y cielo?  Sí y no.  Todo depende de cómo lo interpretemos.  La Religión explica muy claramente (con adornos rebuscados y exagerados) lo que es ese lapso de vida después de la muerte.  Los antiguos guías de la Iglesia sabían correctamente a qué se referían cuando hablaban de esa etapa de la vida del hombre.  Luego, por intereses variados, se fueron distorsionando los postulados lógicos y verdaderos, y se cayó en un dogmatismo bárbaro mediante el cual la Iglesia se convirtió en cómplice de las ideas absurdas que rodean el misterio de la muerte.
            La Iglesia sabía muy bien (aún lo sabe) que nadie llega directamente al cielo (suponiendo que este fuera un lugar físico).  Todos tenemos que pasar por diferentes etapas después de la muerte, las cuales tienen una duración proporcional con el grado de consciencia y clase de vida que haya llevado la persona; es decir, cuánto karma (bueno o malo) haya acumulado el individuo. También tiene que ver con el desarrollo de ciertas facultades y la adquisición de determinado grado de sabiduría.  Hay una dependencia vital y directa del CONOCIMIENTO que se tenga de este fenómeno.  Pero no se trata de fe, supercherías y miedos irracionales, sino de la comprensión de un hecho natural que puede explicarse científicamente mediante la lógica.  Aunque, claro está, hay aspectos del problema general, que son particularidades a las que tiene que enfrentarse cada individuo, y eso hace que no haya fórmulas generales para enfrentar esta situación a la que todos nos veremos abocados en algún momento.  Sin embargo, la comprensión de la mecánica general es indispensable para no sucumbir ante los temores producto de la “educación religiosa”.
            Es esencial saber que TODOS vamos al Infierno después de fallecer; es una ley “física” que tiene que ver con el peso específico de la materia con la cual está conformado nuestro cuerpo astral.  “Ascendemos” en el mundo astral hasta el sitio que corresponde a la densidad de nuestro vehículo de consciencia.  Pero en nuestro viaje hacia el lugar que nos toca, por fuerza tenemos que pasar por el sétimo plano del astral, el cual equivale al Infierno en la parafernalia religiosa.  Este plano o mundo astral consta de siete niveles, como el mundo físico que conocemos, aunque no seamos conscientes de algunos de ellos.  Estos son, de mayor a menor densidad: sólido, líquido, gaseoso, etérico, súper etérico, subatómico y atómico; siete en total. Y a partir de ahí, continúan los siete planos del mundo astral de igual manera, de más a menos denso.  Eso significa que el vehículo de consciencia del “muerto”  tiene que pasar por ese sétimo plano del astral que, como ya dije, corresponde al INFIERNO.  Así que todos pasamos por ese peculiar estado.  Sin embargo, y en esto tiene razón el Papa Juan Pablo, el Infierno no es un lugar ni un sitio específico ni tiene realidad objetiva.  Es un estado mental que solo es percibido por aquellos que en su cuerpo astral tienen suficiente materia del sétimo subplano para ser conscientes en él.  Es decir, que tengan los instrumentos materiales para captar la realidad que se da ahí. 
            Los que acumularon suficiente materia astral del sétimo subplano (la más grosera de todas), son los que pueden percibir “la realidad” de ese mundo en donde solo son conscientes los seres más perversos y degenerados que han vivido.  Ese plano es la cloaca del mundo astral.  El Infierno real para aquellos que construyeron su vehículo de esa materia brutal del mundo de los deseos y emociones. Asesinos, suicidas, lujuriosos y toda la escoria del mundo físico se entrampa allí durante toda una “eternidad”, lo cual solo es una metáfora para referirse a un tiempo indeterminado, en un mundo en donde no hay parámetro alguno para saber el tiempo que se ha permanecido en tal sitio (que no es más que un estado mental).  La “eternidad” es solo una forma de expresar una angustia prolongada; como cuando decimos: “te lo he dicho mil veces”.  NO existen las consecuencias eternas por causas finitas.  Esa es una brutal aberración de las religiones.  Las personas menos malas pasan esa etapa en forma inconsciente; cruzan ese umbral, pero no se dan cuenta del ambiente que los rodea,  y solo despiertan en el plano que les corresponde por la materia de la que está formado su vehículo.  Puede ser el sexto o el quinto (por regla casi general), el cual es un mundo muy semejante al físico, pero con particularidades propias que difieren del mundo físico, como es natural.  Y a partir de ese punto, se inicia el Purgatorio de las religiones.  Es una etapa de duración variable que dependerá mucho de la actitud del “muerto” ante su nueva vida.  De cuánto coopere con los que tratan de ayudarlo y explicarle las nuevas condiciones a las que tiene que enfrentarse, y que entienda muy claro que no hay RETORNO ni más relaciones con el mundo que dejó.  De eso depende toda su felicidad o desgracia.   Algo así como lo que dice en “La Divina Comedia”: “Vosotros que llegáis aquí, abandonad toda esperanza”.   Sin embargo, esa parte se refería a los que tienen que estacionarse en el Infierno y no en el Purgatorio.  Una cosa es esencial recordar: NO SE DEBE TENER MIEDO.  Allí no hay Diablo ni nadie que los pueda dañar, solo su propia mente y su obstinación por no aceptar que la vida física terminó.  Aquí abundan los seres que están dedicados a orientar y ayudar a los “recién nacidos” en el mundo astral; es casi lo mismo que cuando nacemos en el mundo físico, pero con la notable ventaja de que somos conscientes y “grandes”.   Esta es la vida post mortem, al final de la cual el hombre consciente del “yo soy yo”, desaparece para siempre.
Seguiremos con este tema; mientras tanto, que la paz sea con ustedes.
            Fraternalmente      
RIS                              Correo:   rhizaguirre@gmail.com

Entrada al blog “LA CHISPA”         http://lachispa2010.blogspot.com/
                       
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