viernes, 1 de mayo de 2015

570 El mito de las bacterias



570            LA CHISPA                                          (8/1/09)

Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”

EL MITO DE LAS BACTERIAS
    
El término genérico para toda clase de vida diminuta (invisible a la visión normal) es microbio; y es esa la forma que adopta la Vida cuando se hace presente en el inicio de la cadena orgánica en cualquier planeta que ya se encuentra apto para abrigarla en esa modalidad.  No hay ser viviente que no esté formado por diversas aglomeraciones de estos individuos, ya sea que se les llame, microbios, bacterias, hongos, células, virus o como quieran hacerlo.  Con el transcurso de la evolución, siguiendo un plan maestro, ellos se van reuniendo en distintos tipos y variedades de “vivientes” cada día más especializados en variadas funciones.  Así van aprendiendo los diversos oficios que habrán de desempeñar cuando la materia prima de la cual forman parte (el protoplasma) sea utilizada para la fabricación de seres más complejos.    Cuando la Vida Una anima a la materia que ya está lista para formar organismos, empieza (o continúa) el ciclo infinito de manifestación.   Pero eso NO es producto de la casualidad, de chiripas u ocurrencias, sino que obedece a un plan eterno, que siempre ha estado y estará funcionando.   La vida no se trata de un “Big bang” caprichoso que se dio por azar o en forma aleatoria.  Es un ciclo interminable, sin principio ni fin.  Por lo tanto, estas criaturas, cualquiera sea el nombre que les demos, son el substrato del que estamos compuestos todos los seres orgánicos.
      Pero la ciencia, lejos de entender este fenómeno y de armonizarlo con el funcionamiento del cuerpo humano, se ha inventado la “teoría microbiana” y se ha dedicado a satanizar a esas sagradas formas de vida.  A tal punto que, para la medicina alopática, todo se reduce a la eliminación total de las bacterias y virus; la utopía de la ciencia es acabar con las bacterias y convertir la atmósfera del planeta es una especie de quirófano: sin ninguna forma de vida que no sea el hombre.   Para ellos todos los microbios están demás y deben ser eliminados; así tendremos la salud asegurada, pues de acuerdo con ese postulado “científico”, si acabamos con los virus y microbios, la salud humana será eterna.   Y hacia ese objetivo se dirigen todas las baterías de las industrias que dependen del exterminio de la vida.  Jabones, desodorantes, cremas, pastas, líquidos limpiadores, dentífricos, colirios y cuanta cosa se les ha ocurrido inventar para la gran batalla final en contra de las bacterias y sus asociados.
      Ahora resulta que hay miles de pastas, enjuagues bucales y cepillos capaces de acabar con “la placa bacteriana” en un 99.9999999 por ciento.  Cepillos que arrancan las bacterias de la lengua; hilos dentales que expulsan los microbios de entre los dientes y, finalmente, enjuagues que destruyen todo lo que se les escapó a los otros.  Pero los microbios siguen ahí.  En la boca, en los ojos, en la piel, en las uñas, en los intestinos y en todas partes de nuestro cuerpo porque son parte de la vida y su labor está relacionada con el buen funcionamiento de los organismos.   Son los contralores naturales de la fisiología, tanto los microbios internos como los externos.  No hay forma de acabarlos sin terminar con la vida del sujeto a quien se le eliminan.  Las termitas tienen en su tracto digestivo una bacteria sin la cual NO pueden digerir la celulosa que constituye su alimento.  Si se la eliminan, muere de hambre aunque coma toneladas de madera.  De la misma forma que usted moriría si le destruyen su flora intestinal.  ¿Le incomoda o da asco saber que su vida depende de los billones de bacterias que viven en sus tripas?  ¡Pues así es!  Así son los simbiontes que viven en nuestro tubo digestivo, en nuestra boca, nariz y piel.  Realizan una labor que nos mantienen vivos.  ¡No abuse de los bactericidas en su cuerpo!  Esta obsesión microbiana ha adquirido ribetes no solo dramáticos sino ridículos, pues la propaganda que hacen para vender los millones de productos microbiocidas, ha llevado a estas empresas a recurrir a todo tipo de engaños para convencer a la gente para que se alisten en la batalla global en contra del terrorismo bacteriano.  Como aquel de los jabones, el “doctorcito” y el paradigma de la idiotez en donde nos dicen los publicistas que: “Ensuciarse es bueno”.  ¿Han visto ese abominable anuncio televisivo?  Pero esa es una tarea inútil; la Vida, en todas sus formas, perdurará a despecho de todos los intentos de esta moda que pretende explicar la ausencia o carencia de salud integral, echándoles la culpa a aquellos seres que son los que la hacen posible.  Los que son el vehículo primigenio de la Vida.
      Ya es hora de hacer una razonable interpretación del papel que juegan los microbios en el plan general de la Vida; sin mitos y sin acusaciones no probadas racionalmente.  Hay que entender cómo funcionan estos preservadores de la vida, para darnos cuenta de por qué razón se multiplican desmesuradamente en los estados mórbidos, pero siempre teniendo presente que ellos NO son la causa sino la consecuencia de procesos degenerativos o anormales que NO son culpa de los microbios.   Debemos dejar esa manía enfermiza de estar combatiendo en contra de la vida, como si solo nosotros tuviéramos derecho a la existencia.  Debemos aprender a vivir armónicamente con todo lo que existe, pues todo tiene una razón de ser y para estar donde está, aunque todavía no lo entendamos correctamente.  Los microbios están bien ubicados en donde los puso la Naturaleza, y las enfermedades del hombre NO SON CAUSADAS por ellos.  Aparecen en la descomposición como una consecuencia necesaria.  Como los zopilotes ante la putrefacción de los cadáveres: en una misión de limpieza, aprendizaje y preservación de la ESPECIE, no del individuo.  Pero esa función no ha sido comprendida de manera adecuada por la ciencia.  Y para empezar a hacerlo, se debe abandonar la teoría microbiana como explicación única de la enfermedad; además, dejar por fuera a los comerciantes que lucran con este maligno y productivo negocio de la eliminación de la Vida.  No se convierta (o no siga siendo) en un enemigo de la Vida.  Ni usted ni nadie pueden eliminarla.  Ahí estarán todos los microbios, ratas, virus, hongos, cucarachas, piojos, zancudos y moscas cuando el último Homo sapiens haya desaparecido de la faz de la tierra.
      Microbiescamente
                                         RIS      E-mail:  rhizaguirre@gmail.com
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