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“LA CHISPA” (8/1/09)
Lema: “En la indolencia cívica
del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
EL MITO DE
LAS BACTERIAS
El término
genérico para toda clase de vida diminuta (invisible a la visión normal) es microbio; y es esa la forma que adopta la Vida cuando se hace presente
en el inicio de la cadena orgánica en cualquier planeta que ya se encuentra
apto para abrigarla en esa modalidad. No
hay ser viviente que no esté formado por diversas aglomeraciones de estos
individuos, ya sea que se les llame, microbios, bacterias, hongos, células,
virus o como quieran hacerlo. Con el
transcurso de la evolución, siguiendo un plan maestro, ellos se van reuniendo
en distintos tipos y variedades de “vivientes” cada día más especializados en
variadas funciones. Así van aprendiendo
los diversos oficios que habrán de desempeñar cuando la materia prima de la
cual forman parte (el protoplasma) sea utilizada para la fabricación de seres más complejos. Cuando la
Vida Una anima a la materia que ya está
lista para formar organismos, empieza (o continúa) el ciclo infinito de
manifestación. Pero eso NO es producto
de la casualidad, de chiripas u ocurrencias, sino que obedece a un plan eterno,
que siempre ha estado y estará funcionando.
La vida no se trata de un “Big
bang” caprichoso que se dio por azar o en forma aleatoria. Es un
ciclo interminable, sin principio ni fin.
Por lo tanto, estas criaturas, cualquiera sea el nombre que les demos,
son el substrato del que estamos compuestos todos los seres orgánicos.
Pero
la ciencia, lejos de entender este fenómeno y de armonizarlo con el
funcionamiento del cuerpo humano, se ha inventado la “teoría microbiana” y se ha dedicado a satanizar a esas sagradas
formas de vida. A tal punto que, para la
medicina alopática, todo se reduce a la eliminación total de las bacterias y
virus; la utopía de la ciencia es acabar con las bacterias y convertir la
atmósfera del planeta es una especie de quirófano: sin ninguna forma de vida
que no sea el hombre. Para ellos todos
los microbios están demás y deben ser eliminados; así tendremos la salud
asegurada, pues de acuerdo con ese postulado “científico”, si acabamos con los
virus y microbios, la salud humana será eterna.
Y hacia ese objetivo se dirigen
todas las baterías de las industrias que dependen del exterminio de la
vida. Jabones, desodorantes, cremas,
pastas, líquidos limpiadores, dentífricos, colirios y cuanta cosa se les ha
ocurrido inventar para la gran batalla final en contra de las bacterias y sus
asociados.
Ahora
resulta que hay miles de pastas, enjuagues bucales y cepillos capaces de acabar
con “la placa bacteriana” en un 99.9999999 por ciento. Cepillos que arrancan las bacterias de la
lengua; hilos dentales que expulsan los microbios de entre los dientes y,
finalmente, enjuagues que destruyen todo lo que se les escapó a los otros. Pero
los microbios siguen ahí. En la
boca, en los ojos, en la piel, en las uñas, en los intestinos y en todas partes
de nuestro cuerpo porque son parte de la vida y su labor está relacionada con
el buen funcionamiento de los organismos.
Son los contralores naturales de la fisiología, tanto los microbios
internos como los externos. No hay forma
de acabarlos sin terminar con la vida del sujeto a quien se le eliminan. Las termitas tienen en su tracto digestivo
una bacteria sin la cual NO pueden digerir la celulosa que
constituye su alimento. Si se la
eliminan, muere de hambre aunque coma toneladas de madera. De la misma forma que usted moriría si le
destruyen su flora intestinal. ¿Le
incomoda o da asco saber que su vida depende de los billones de bacterias que
viven en sus tripas? ¡Pues así es! Así son los simbiontes que viven en nuestro
tubo digestivo, en nuestra boca, nariz y piel. Realizan una labor que nos mantienen vivos. ¡No
abuse de los bactericidas en su cuerpo! Esta
obsesión microbiana ha adquirido ribetes no solo dramáticos sino ridículos,
pues la propaganda que hacen para vender los millones de productos microbiocidas, ha llevado a estas
empresas a recurrir a todo tipo de engaños para convencer a la gente para que
se alisten en la batalla global en contra del terrorismo bacteriano. Como
aquel de los jabones, el “doctorcito” y el paradigma de la idiotez en donde nos
dicen los publicistas que: “Ensuciarse
es bueno”. ¿Han visto ese abominable
anuncio televisivo? Pero esa es una
tarea inútil; la Vida,
en todas sus formas, perdurará a despecho de todos los intentos de esta moda
que pretende explicar la ausencia o carencia de salud integral, echándoles la
culpa a aquellos seres que son los que la hacen posible. Los que son el vehículo primigenio de la Vida.
Ya
es hora de hacer una razonable interpretación del papel que juegan los
microbios en el plan general de la
Vida; sin mitos y sin acusaciones no probadas
racionalmente. Hay que entender cómo
funcionan estos preservadores de la vida, para darnos cuenta de por qué razón
se multiplican desmesuradamente en los estados mórbidos, pero siempre teniendo
presente que ellos NO son la causa sino la consecuencia de procesos degenerativos
o anormales que NO son culpa de los microbios.
Debemos dejar esa manía enfermiza de estar combatiendo en contra de la
vida, como si solo nosotros tuviéramos derecho a la existencia. Debemos aprender a vivir armónicamente con
todo lo que existe, pues todo tiene una razón de ser y para estar donde está,
aunque todavía no lo entendamos correctamente.
Los microbios están bien ubicados en donde los puso la Naturaleza, y las
enfermedades del hombre NO SON CAUSADAS
por ellos. Aparecen en la descomposición
como una consecuencia necesaria. Como
los zopilotes ante la putrefacción de los cadáveres: en una misión de limpieza,
aprendizaje y preservación de la
ESPECIE, no del
individuo. Pero esa función no ha sido
comprendida de manera adecuada por la ciencia.
Y para empezar a hacerlo, se debe abandonar la teoría microbiana como
explicación única de la enfermedad; además, dejar por fuera a los comerciantes
que lucran con este maligno y productivo negocio de la eliminación de la
Vida. No
se convierta (o no siga siendo) en un enemigo de la
Vida. Ni usted ni nadie pueden eliminarla. Ahí estarán todos los microbios, ratas, virus,
hongos, cucarachas, piojos, zancudos y moscas cuando el último Homo sapiens haya desaparecido de la faz
de la tierra.
Microbiescamente
RIS
E-mail:
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