436 “LA CHISPA”
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se
fundamentan los abusos del Poder”
LAS RAZAS INFERIORES
Hace tiempo se planteó tímidamente
en alguna “Chispa”, la posibilidad
de que existan razas inferiores; pero ahora lo haremos de manera afirmativa: sí
existen. Y entre ellas parece que
estamos incluidos los latinos en general, pues no se explica cómo es que
después de QUINIENTOS AÑOS DE EXISTENCIA
y con casi dos siglos de “independencia”, sigamos siendo tan atrasados e
incapaces de haber logrado UNA SOLA
SOCIEDAD comparable con la peor de Europa.
No hay un solo país latino que pueda presumir de ser miembro del primer
mundo, a pesar de que contamos con infinidad de recursos naturales que ya se
los desearan las naciones europeas o Japón.
¿Cómo es posible que no hayamos podido superar ni la más tosca etapa del
caudillismo estilo Pancho Villa, ni la rendición incondicional ante los
partidos políticos? ¿Cómo es que todavía
salimos a las calles a gritar que viva Fulano o Zutano? ¿Cómo es posible que estemos dispuestos a
tomar un fusil para matarnos con nuestros compatriotas para respaldar a un
desgraciado que, cuatro años después, saldrá huyendo del país acusado de haberse
robado millones del erario? Ni siquiera
hemos salido del pre-kinder cívico, pues cuatro, seis u ocho años después,
volvemos a elegir a los mismos sinvergüenzas como presidentes de nuestros
respectivos países. Al que ayer era un
prófugo de la justicia, lo volvemos a investir como primer ciudadano de la
república. Y con eso queda dicho todo
acerca de lo que somos.
No solo “elegimos” ineptos
comprometidos con la
Oligarquía, sino que los reelegimos. Y eso solo se puede hacer si somos razas inferiores a las que les
tienen tomada la medida de su simpleza.
Y vean que ni siquiera se trata de una cuestión étnica que pudiera
justificar esa conducta, pues en la América
Latina hay países europeízados que incurren en la misma
conducta de la de aquellos cuyo componente indígena es casi total. Ricos
a más no poder, somos los países del mundo más atrasados, empobrecidos y sin
esperanza. Y todo por la indolencia que nos anula; somos incapaces de pensar
en ideales que vayan más allá de la pitanza diaria y de la rapiña cotidiana con
la que vamos resolviendo MIS
problemas y NO los de la
sociedad. No hemos podido entender que
no hay progreso social verdadero en forma individual. Nos hemos dejado poner la albarda y la
jáquima de manera pasiva, rutinaria, como si fuéramos asnos o borregos. No nos cuestionamos nada, no hacemos nada;
solo rezamos y confiamos en la
Providencia para que esta nos venga a resolver hasta los más
elementales problemas que plantea nuestra presente y desequilibrada estructura
social. Creemos que con ir a la iglesia
y confiar en el cielo va a cambiar la situación.
Es por eso que las iglesias son
apoyadas y financiadas con gran entusiasmo por los gobiernos, ya que ellas
constituyen el freno que nos mantiene sumisos en el plano “espiritual”,
creyendo que si sufrimos aquí, en el más allá tendremos la recompensa celestial
de la que no gozarán los ricos. Somos razas inferiores. Solo así se explica nuestra conducta ante los
dos factores de embrutecimiento y dominación de los que disponen las
Oligarquías: las iglesias y los partidos
políticos. Solo unas razas
estúpidas e inferiores pueden ir como borregos, cada período, a emitir su voto
por los mismos desgraciados que han detentado el poder desde los tiempos de la
colonia. ¿Cómo es que no cuestionamos
nada y creemos que los que están en el gobierno saben qué es lo que nos
conviene y que van a hacer algo en ese sentido?
Todas las campañas vemos lo mismo: las mismas promesas, proyectos, venta
de sueños y mentiras. Sabemos que todo
es una farsa que no va a cambiar nada y, sin embargo, nos convertimos en sus cómplices
dando nuestro “voto” y apoyando a tal o cual candidato “del pueblo”. Luego nos apartamos de la función de Gobernar
y permitimos que aquellos a quienes les encomendamos esa labor hagan lo que les
dé la gana, aun en contra de los intereses de las mayorías. ¿Por qué permitimos ser engañados vilmente en
cada campaña? Porque somos razas inferiores e indolentes. Porque somos incapaces de cerrar filas ni
siquiera ante el abuso de unos pocos que nos están llevando al
despeñadero.
¿Cómo es que en nuestros países
permitimos la existencia de una clase parasitaria llamada ejército? ¿Para qué sirven? Hasta
donde se sabe y recordamos, solo para martirizar a sus propios pueblos. Son tan recientes los sucesos de
Centroamérica, Colombia, Argentina, Brasil, Uruguay, Chile, Dominicana, Haití y
un largo etcétera de todos conocido. Los
mismos criminales tan eficientes y “valerosos” para matar a sus indefensos
coterráneos, cuando se han tenido que enfrentar a ejércitos de verdad, no solo
mostraron su ineptitud, sino incluso su cobardía. La indolencia ha sido la causa de todas
nuestras desgracias; y solo las razas
inferiores muestran esa característica que las ha condenado a servidumbre
milenaria mientras llega el momento de su extinción.
¿Qué no harían los belgas o los
holandeses con un territorio como el de Perú?
¿Qué maravillas no lograrían los japoneses si los ubicáramos en México?
¿En qué se convertiría la
Argentina si la pusiéramos en manos de los taiwaneses? ¿Y qué sería de Brasil si estuviera administrado
por los alemanes? ¿Se imaginan? Entonces, ¿por qué nosotros no podemos y
ellos sí? Porque no son INDOLENTES COMO NOSOTROS. Ellos son razas superiores, activas, trabajadoras, responsables y comprometidas con
su sociedad y su propio progreso, lo cual implica que están pendientes de lo
que hacen sus respectivos gobiernos. Que
si mantienen monarquías, esto solo es una cuestión folclórica y tradicional,
pero no se trata de una clase parasitaria que hace lo que le da la gana
mientras el pueblo se muere de
ignorancia, burla, menosprecio, abandono y maltrato. ¿Somos razas inferiores? ¿Qué me dicen ustedes?
Pesimísticamente
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