viernes, 29 de mayo de 2015

436 Las razas inferiores



436   LA CHISPA   

Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”

LAS RAZAS INFERIORES

            Hace tiempo se planteó tímidamente en alguna “Chispa”, la posibilidad de que existan razas inferiores; pero ahora lo haremos de manera afirmativa: sí existen.  Y entre ellas parece que estamos incluidos los latinos en general, pues no se explica cómo es que después de QUINIENTOS AÑOS DE EXISTENCIA y con casi dos siglos de “independencia”, sigamos siendo tan atrasados e incapaces de haber logrado UNA SOLA SOCIEDAD comparable con la peor de Europa.  No hay un solo país latino que pueda presumir de ser miembro del primer mundo, a pesar de que contamos con infinidad de recursos naturales que ya se los desearan las naciones europeas o Japón.  ¿Cómo es posible que no hayamos podido superar ni la más tosca etapa del caudillismo estilo Pancho Villa, ni la rendición incondicional ante los partidos políticos?  ¿Cómo es que todavía salimos a las calles a gritar que viva Fulano o Zutano?  ¿Cómo es posible que estemos dispuestos a tomar un fusil para matarnos con nuestros compatriotas para respaldar a un desgraciado que, cuatro años después, saldrá huyendo del país acusado de haberse robado millones del erario?  Ni siquiera hemos salido del pre-kinder cívico, pues cuatro, seis u ocho años después, volvemos a elegir a los mismos sinvergüenzas como presidentes de nuestros respectivos países.  Al que ayer era un prófugo de la justicia, lo volvemos a investir como primer ciudadano de la república.  Y con eso queda dicho todo acerca de lo que somos. 
            No solo “elegimos” ineptos comprometidos con la Oligarquía, sino que los reelegimos.  Y eso solo se puede hacer si somos razas inferiores a las que les tienen tomada la medida de su simpleza.  Y vean que ni siquiera se trata de una cuestión étnica que pudiera justificar esa conducta, pues en la América Latina hay países europeízados que incurren en la misma conducta de la de aquellos cuyo componente indígena es casi total.  Ricos a más no poder, somos los países del mundo más atrasados, empobrecidos y sin esperanza.  Y todo por la indolencia que nos anula; somos incapaces de pensar en ideales que vayan más allá de la pitanza diaria y de la rapiña cotidiana con la que vamos resolviendo MIS problemas y NO los de la sociedad.  No hemos podido entender que no hay progreso social verdadero en forma individual.  Nos hemos dejado poner la albarda y la jáquima de manera pasiva, rutinaria, como si fuéramos asnos o borregos.  No nos cuestionamos nada, no hacemos nada; solo rezamos y confiamos en la Providencia para que esta nos venga a resolver hasta los más elementales problemas que plantea nuestra presente y desequilibrada estructura social.  Creemos que con ir a la iglesia y confiar en el cielo va a cambiar la situación. 
            Es por eso que las iglesias son apoyadas y financiadas con gran entusiasmo por los gobiernos, ya que ellas constituyen el freno que nos mantiene sumisos en el plano “espiritual”, creyendo que si sufrimos aquí, en el más allá tendremos la recompensa celestial de la que no gozarán los ricos.  Somos razas inferiores.  Solo así se explica nuestra conducta ante los dos factores de embrutecimiento y dominación de los que disponen las Oligarquías: las iglesias y los partidos políticos.   Solo unas razas estúpidas e inferiores pueden ir como borregos, cada período, a emitir su voto por los mismos desgraciados que han detentado el poder desde los tiempos de la colonia.  ¿Cómo es que no cuestionamos nada y creemos que los que están en el gobierno saben qué es lo que nos conviene y que van a hacer algo en ese sentido?  Todas las campañas vemos lo mismo: las mismas promesas, proyectos, venta de sueños y mentiras.  Sabemos que todo es una farsa que no va a cambiar nada y, sin embargo, nos convertimos en sus cómplices dando nuestro “voto” y apoyando a tal o cual candidato “del pueblo”.  Luego nos apartamos de la función de Gobernar y permitimos que aquellos a quienes les encomendamos esa labor hagan lo que les dé la gana, aun en contra de los intereses de las mayorías.  ¿Por qué permitimos ser engañados vilmente en cada campaña?  Porque somos razas inferiores e indolentes.  Porque somos incapaces de cerrar filas ni siquiera ante el abuso de unos pocos que nos están llevando al despeñadero. 
            ¿Cómo es que en nuestros países permitimos la existencia de una clase parasitaria llamada ejército?  ¿Para qué sirven?  Hasta donde se sabe y recordamos, solo para martirizar a sus propios pueblos.  Son tan recientes los sucesos de Centroamérica, Colombia, Argentina, Brasil, Uruguay, Chile, Dominicana, Haití y un largo etcétera de todos conocido.  Los mismos criminales tan eficientes y “valerosos” para matar a sus indefensos coterráneos, cuando se han tenido que enfrentar a ejércitos de verdad, no solo mostraron su ineptitud, sino incluso su cobardía.  La indolencia ha sido la causa de todas nuestras desgracias; y solo las razas inferiores muestran esa característica que las ha condenado a servidumbre milenaria mientras llega el momento de su extinción.
            ¿Qué no harían los belgas o los holandeses con un territorio como el de Perú?  ¿Qué maravillas no lograrían los japoneses si los ubicáramos en México? ¿En qué se convertiría la Argentina si la pusiéramos en manos de los taiwaneses?   ¿Y qué sería de Brasil si estuviera administrado por los alemanes?  ¿Se imaginan?  Entonces, ¿por qué nosotros no podemos y ellos sí?  Porque no son INDOLENTES COMO NOSOTROS.  Ellos son razas superiores, activas, trabajadoras, responsables y comprometidas con su sociedad y su propio progreso, lo cual implica que están pendientes de lo que hacen sus respectivos gobiernos.  Que si mantienen monarquías, esto solo es una cuestión folclórica y tradicional, pero no se trata de una clase parasitaria que hace lo que le da la gana mientras el pueblo se muere de ignorancia, burla, menosprecio, abandono y maltrato.   ¿Somos razas inferiores?   ¿Qué me dicen ustedes?
            Pesimísticamente
                                   RIS                    rhizaguirre@gmail.com
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