viernes, 8 de mayo de 2015

544 En realidad ¿qué sabemos de la muerte o el más allá?



544   LA CHISPA          

Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”

EN REALIDAD ¿QUÉ SABEMOS DE LA MUERTE O EL MÁS ALLÁ?

            Parece que NADA.  Pero antes de continuar, quiero decirle a un lector cuál es el objetivo de este tipo de “Chispas” que, como dice en su nota, considera irreverentes contra la fe.  Primero: yo no planteo dogmas.  Solo una forma diferente de ver las cosas.  Segundo: no le impongo nada a nadie; solo escribo algunas reflexiones para que cada uno las considere o rechace.  Ni siquiera intento polemizar con nadie, aunque estoy dispuesto a dar las explicaciones que me pidan, o a hacer las aclaraciones sobre algún tema un poco turbio.  Si mis opiniones les sirven, inquietan o divierten, ¡qué bueno!  Y si no, solo deséchelas.  No implican obligación ni compromiso.  Pero talvez el más importante objetivo que persiguen sea que aunemos nuestras mentes en la búsqueda de otro camino, otras respuestas que sean satisfactorias a la razón y no solo a la fe.
            Hace dos mil seiscientos años, cuando a nadie parecía importarle un cacahuate la estructura de la materia, un  hombre llamado Demócrito se replanteó un arcano pavoroso ya enunciado por los hindúes milenios atrás, y lo resolvió teóricamente.  ¿Y por qué hizo ese esfuerzo que parecía tan inútil?  Por la misma razón que todos los hombres actuamos en relación con aquellas cosas que nos intrigan.  Dos y medio milenios después de sus observaciones, Hiroshima y Nagasaki le dieron la razón parcial al visionario de Abdera, y hubo satisfacción, calma y unidad en el pensamiento de miles de científicos que andaban en busca de esa verdad enunciada en los albores de la civilización moderna.  La idea de estas notas es crear un frente común, científico, que trate de plantear seriamente el enigma de la muerte, pero de acuerdo con un método racional que no esté fundamentado solo en aquello que nos guste; como las teorías religiosas.  Además, estas son absolutistas y no admiten duda alguna, lo cual no es saludable en la búsqueda de cualquier Verdad.  Sin embargo, en esa pesquisa NO podemos dejar por fuera ninguna opción, por ridícula, absurda o necia que nos parezca, pues cuando NADA sabemos de algo, NO TENEMOS DERECHO de negarle validez a cualquier proposición que pretenda explicar ese algo, incluso a las religiosas.
            Mil humanidades, durante mil siglos se han planteado el misterio del más allá y no han obtenido respuesta alguna (¿?) que sea satisfactoria para todos.  Científicos, magos, religiosos, ocultistas, alquimistas, brujos, filósofos, ateos y creyentes han fracasado en el empeño de encontrar algo verificable de lo que hay después de la muerte.  Solo las iglesias han dogmatizado al respecto, pero ninguna de ellas ofrece certeza alguna acerca de esos mundos que solo se sustentan en la FE y el deseo infinito del hombre por seguir viviendo.  Es innegable que este siente miedo a la muerte; terror a dejar la existencia, y es por eso que ante la falta de información científica, no le queda más camino que acogerse a la “misericordia” de las religiones.  Aunque para eso tenga que pasar por el Purgatorio. O el Infierno, si fuera necesario como paso previo a la Vida Eterna.  La sed por la vida lo ha llevado a la aceptación de la probabilidad religiosa, en vista de que ni la ciencia ni la filosofía ofrecen teoremas consoladores.  Billones de personas que han perdido hijos, madres, maridos, esposas, novios-as, amantes y amigos, darían lo que fuera por tener aunque solo fuera una pequeña prueba de que están bien, o de dónde se encuentran.  O tan solo si “están”, pues la Nada es una alternativa dolorosísima.
            ¿Qué es lo que no han hecho los dolientes por tener una visión fugaz de sus muertos?  Hay quienes darían la vida si tuvieran la certeza de que van a reunirse con sus seres amados.  Y esa ansiedad ha dado origen al espiritismo, las religiones, la brujería y a cuanto artificio han inventado los avivatos para medrar de la angustia de los dolientes.  Pero todo sigue siendo lo misma: NADA.   Si tantos creyentes a través de tantos siglos NO HAN ENCONTRADO UNA SOLA RESPUESTA VERIFICABLE, ¿qué nos indica eso?  ¿Cómo debemos interpretar ese silencio e impenetrabilidad del Reino de la Muerte?  La oferta religiosa es muy tibia y solo sirve como consuelo, no como prueba.  La FE solo es un placebo emocional ante el dolor.  La angustia por la separación y el destino de los muertos sigue inalterable a través de las edades.  Ante ella, sentimos la misma perplejidad y miedo que sentían los hombres de las cavernas; nada ha cambiado.   Somos iguales a los egipcios y tantos otros pueblos de la antigüedad.  El hombre culto y el analfabeto son por igual, víctimas del horror que produce el ingreso al reino de las sombras.  NADIE tiene una teoría demostrable, pues incluso los libros “serios” sobre religión la evaden; talvez porque NO la poseen… o quizás por miedo de alejar a la clientela si la información que tienen no es del agrado de los fieles. 
            Si Demócrito logró probar algo tan elusivo y difícil, ¿cómo es que millones y millones de hombres de todas las especialidades del saber no han podido encontrar una explicación (una sola) racional y demostrable acerca de la muerte y el más allá?  ¿Cómo es posible que tantos millones de talentos no tengan una solución inequívoca a este Arcano que se resiste a todos los intentos humanos? Algo que pudiera ser irrebatible y que no se fundamentara solo en la FE.  ¿Será que no hay nada, y todo se reduce a una ficción engendrada por el deseo vehemente de la vida eterna?  ¿Será la Electrónica la puerta de entrada al mundo de los muertos?  Necesitamos el “ojo” para ver a los muertos y, después, un lenguaje de comunicación.  Un sensor que pueda captar los átomos más pequeños que constituyen la materia astral… talvez.
            El caso, aunque sub júdice por siempre (¿?), por ahora podemos declararlo como irresoluble.  No tenemos respuestas satisfactorias para todos y, bien podemos decir que acerca de la muerte: NADA SABEMOS.  Creemos y deseamos muchas cosas acerca de ella, pero nada conocemos.  ¿Qué SABEN ustedes?  ¿Tienen salidas probables que no se apoyen en dogmas, fe, tradiciones, “libros sagrados” o promesas de santones,  profetas y enviados?                    
Que la Paz sea con ustedes.
                                   RIS       E-mail:  rhizaguirre@gmail.com
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