lunes, 4 de octubre de 2010

800 Trabajar más...¿para qué y para quién?

800    “LA CHISPA”        (20 mayo 2010)
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
TRABAJAR MÁS… ¿PARA QUÉ Y PARA QUIÉN?
            En relación con una “Chispa” reciente, un amigo lector me dice que la fórmula para entrar al primer mundo y la modernidad es muy simple: “que solo tenemos que trabajar más y mejor; producir más y de manera más eficiente”.  Estoy de acuerdo, y creo que todos lo estamos pero… hay un pero, desde luego.  Ese es el sueño de las Oligarquías: una clase esclava que labore más y mejor.  Pero… ¿a cambio de qué?  ¿No debería eso ser una ecuación?  Es cierto que el trabajo y la productividad son la base de la riqueza, pero si no hay equilibrio en los beneficios de esa acción, el sistema NO funciona.  Porque no solo se trata de fajarse doce horas con más empeño y cuidado si no hay ventajas adicionales que mantengan el entusiasmo de quienes lo hacen; que estos vean el fruto de la multiplicación de su esfuerzo.  Por lo tanto, la cosa no es tan sencilla como dice este caballero.  Esa teoría simplificada al extremo, puede llevarnos a una distorsión de la realidad que podría haber detrás de esa proposición: más trabajo = más riqueza.  Algo tan sencillo debería marchar de la misma manera; pero ¿por qué no lo hace dentro del sistema capitalista de nuestras oligarquías latinas?
            Después de la primera guerra mundial, Europa quedó en ruinas y pobreza; sin embargo, cuando el régimen nacional socialista asumió el gobierno de Alemania, este país empezó a progresar en forma vertiginosa hasta convertirse en la primera potencia económica y militar del Viejo Mundo.  Y bajo un lema sencillo: “Arbeit Adelt”, todo un pueblo se consagró a la tarea de levantarse de las cenizas y ocupar un lugar de privilegio dentro de la sociedad europea.  “El trabajo ennoblece” fue el himno nacional alemán durante esos amargos días de la posguerra.   Y durante los tiempos posteriores a la segunda conflagración, volvieron a hacer de ese lema la nota clave para la recuperación de su patria.  Reducida a pavesas por los bombardeos aliados, hicieron de la faena diaria, su esperanza para volver a acomodarse en el lugar de privilegio que detentan desde hace casi medio siglo.   El primer exportador mundial y la tercera economía más grande del planeta.  Y todo por el Arbeit.   Pero es evidente que esa fiebre alemana por este NO se dio bajo un régimen capitalista ni oligárquico.  Así que la cuestión no es solo laborar como bestia, sino la forma cómo se reparten las ganancias obtenidas de ese aumento del tiempo y la calidad laboral.  No se trata de que los obreros se afanen ocho horas mal pagadas y ocho gratis para beneficio único del patrón, empresario o terrateniente. 
            Tampoco se les puede pedir a los obreros del Estado mayor eficiencia y jornadas más largas si no existe la debida compensación para que el progreso sea general.  Como coordinador e impulsor de todas las actividades económicas del país, el Gobierno debería ser un modelo de eficiencia, pero no lo es.  En casi ningún país.  ¿Y por qué?  Porque los asalariados públicos son vistos con displicencia, no se considera la importancia de su labor y no reciben estímulos de ninguna clase.  Por eso son ineptos, haraganes, saboteadores y corruptos, pues da lo mismo ser eficiente que vago.  Es igual ser esforzado y productor, que un parásito del Estado.  La única ventaja del empleado público es que de ahí no lo corren, por inútil que sea.  En cambio, en la empresa privada la cosa cambia dramáticamente, lo cual hace que la ecuación sea del todo imposible.  En los regímenes capitalistas el único objetivo de la patronal es hacer dinero a costa del sacrificio de los proletarios.  Cuanto menos les paguen, mejor.  Y si es posible evadir todas aquellas responsabilidades que podrían derivar en beneficios laborales, lo hacen con mucha diligencia.  Si no los obligan, no pagan el Seguro Social; y si pudieran, no darían vacaciones, aguinaldo ni nada.  Que lo digan los diputados a la actual Asamblea.  Entonces ¿cuál podría ser el estímulo para ESFORAZARSE MÁS?  ¿O con más eficiencia y calidad? 
            Durante el régimen nacional socialista la fórmula funcionó, y mientras Europa se hundía en la miseria, Alemania se dirigía victoriosa hacia la cima del poder, meta que alcanzó en un tiempo récord.  Pero ahí había liderazgo (un Führer), metas comunes, patriotismo y beneficios generales para toda la población, cosa que JAMÁS se da en los sistemas capitalistas, en donde los patronos y empresas solo tienen un objetivo: hacer plata a costa de lo que sea, incluida la miseria de sus obreros.  Y esto nos lleva de nuevo a la pregunta inicial de esta “Chispa”: ¿desea alguien dentro del sistema capitalista (archiconocido) bretear más y con mayor eficiencia?   ¿Y para qué?  ¿Existe algún estímulo para dedicar más tiempo, inteligencia y esfuerzo a una empresa que hace hasta lo imposible por reducir al mínimo los aumentos salariales obligatorios que determina la ley? 
            Estimado amigo: la fórmula es cierta, no lo dudo.  Si funcionó en Alemania y Japón, DEBE ser una ecuación.  Pero eso sí, para que sea tal, debe estar bien equilibrada; debe existir un balance entre la inversión y los beneficios, tanto de patronos como de obreros; de lo contrario, solo es un sueño irrealizable.  Y para que esta se convierta realidad, deben intervenir ciertas condiciones que JAMÁS se darán bajo el sistema capitalista, en el cual el único principio que impera es la codicia ilimitada.  ¿Cómo, dónde y de qué manera se inicia en los pueblos esa actitud de confianza que los puede llevar incluso a laborar gratis?  Así como lo hacían los alemanes y japoneses después de la 2ª guerra mundial.  Y tan cierto es que funciona, que hoy ambos países son las naciones más ricas (en general), más prósperas, felices y con economías sanas que no dependen de la piratería ni de andar bombardeando y saqueando países débiles.   “Arbeit Adelt” fue y es el lema que llevó a esos pueblos a ocupar las posiciones distinguidas y cimeras que hoy las califican como los países de la vanguardia económica del mundo.  Ese parece ser el meollo de la cuestión.  Trabajar más sí, pero ¿para beneficio de quién?  La vida es una ecuación, y para que funcione, debe estar equilibrada, lo que en la relación obrero-patronal significa justicia, reconocimiento y beneficios adicionales; y eso jamás se dará dentro del sistema capitalista cuya angurria no contempla ninguna consideración humanitaria o de equidad.  La palabra “nuestro” no existe en la agenda del Gran Capital, solo MÍO, MÍO, MÍO… 
            Laboriosamente
                                      RIS

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