sábado, 9 de octubre de 2010

790 ¿Qué son nuestros políticos?

790    “LA CHISPA”    (5 mayo 2010)
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
¿QUÉ SON NUESTROS POLÍTICOS?
¿Ególatras divorciados de la realidad, o simples CÍNICOS con aires de intocables y convencidos de la estulticia de sus gobernados?   No importa de dónde sean, casi todos siguen el mismo patrón de conducta.  Pueden ser de izquierda, derecha, centro, demócratas, liberales, socialistas, populistas o como quieran llamarse, todos parecen vivir en otra dimensión que muy poco o nada tiene que ver con la situación de las sociedades a las que mangonean.  Todos parecen olvidar los rudimentos en los que se basa la relación gobernante-gobernado y, de repente, se sienten como ungidos del cielo para hacer lo que les da la gana con vidas y haciendas ajenas: vender o hipotecar a sus países.  Olvidan que solo son empleados públicos a los que se les paga por hacer una labor administrativa, la cual TIENE que ser buena, satisfactoria y conveniente para los empleadores; pero estos CÍNICOS suelen olvidar esa parte del contrato y de inmediato, no se sabe por qué, suponen que ellos son seres especiales que están por encima de sus conciudadanos, que son infalibles como el Papa y que SIEMPRE TIENEN LA RAZÓN.  El político latino es una especie única dentro de la raza humana; pero lo es, porque los pueblos en su indolencia infinita, lo han permitido.  Todos tienen aires mesiánicos y están convencidos de que ellos son, en su mundo de fantasía, la salvación de sus conciudadanos y que, aquellos que los adversan o critican están errados, son traidores a la Patria y la razón, o son estúpidos.  Estos seudo illuminatis  no admiten la menor disensión y suelen caer en estados de histeria cuando alguien los contradice o no los mira como los Elegidos que suponen ser. 
            Como es regla que casi TODOS los políticos se hagan millonarios en el ejercicio de sus funciones (o que multipliquen sus capitales, si ya los tenían), pierden de vista la realidad que viven sus compatriotas.   Como viven en el boato y la abundancia, creen que todo el mundo goza de lo mismo; y como ellos “hacen” progresar sus empresas bajo el alero del Poder, suponen que eso es igual para todos los ciudadanos.  En donde hay depresión, angustia y necesidades, ellos ven alegría, satisfacción y prosperidad.  Todo les parece perfecto y se sienten como Alicia en el País de las Maravillas: pletóricos de optimismo y felicidad.  El medio por ciento de avance de las finanzas públicas, ellos lo ven como un ENORME TRIUNFO de su gestión, como algo que todos deben agradecer a su gran talento como estadistas.  Cualquier cambio debido a la automática dinámica social de las comunidades, ellos lo interpretan como un logro de “su” gobierno.  Si lo que ellos ven correspondiera a un diez por ciento de la verdad, todos los pueblos latinos seríamos primermundistas. 
            La mayor parte de ellos, con fingida humildad, se declaran servidores devotos de sus países, invocan a Dios y se declaran fieles patriotas sin más intereses que los de servir a sus conciudadanos.  Eso es cajonero.   El cinismo de estos individuos es proverbial.  (Cinismo =  “Desvergüenza en el mentir o en la defensa y práctica de acciones o doctrinas vituperables”.  DRAE).  Algunos solo son CÍNICOS.  Otros son EGÓLATRAS convencidos de su destino superior y del Destino Manifiesto.  De los que creen que el Espíritu Santo los escogió para “regir los destinos de la nación”.   Estos últimos son los peores porque como son sicópatas, ni siquiera tienen consciencia del daño que hacen.  Pero ¿por qué se da esta situación?  Porque los pueblos lo permiten.  Porque estos hacen y se asocian a partidos y renuncian a la soberanía individual y colectiva.  Porque creen en sindicatos domesticados, porque se afilian al Solidarismo.  En fin, porque dejan de pensar, renuncian a su condición de seres humanos y se convierten, voluntariamente, en lacayos, seguidores y lameculos, sin más aspiraciones que las de recibir algunas migajas de sus líderes. 
            Muchos de estos políticos son orates de verdad que creen sus propios cuentos y se identifican con su papel de tal manera, que hasta llegan a creerse “mártires” en su cruzada sacrosanta por el bienestar de su gente.  Por desgracia, suelen tener grandes coros de seguidores (honestos y vendidos) que hacen eco de sus locuras y, con eso, le echan más incienso al brasero sobre el cual aquellos aspiran el aroma de la beatitud que los eleva hasta la Gloria.  Los CÍNICOS solo son eso: CÍNICOS que han hecho de la estulticia de los electores su modus vivendi.  Pero una cosa es segura y forma el denominador común de esta casta: todos hacen inmensas fortunas al amparo del Estado, bien sea robando descaradamente, o haciendo negocios personales a la sombra de aquel.  También sus allegados, familiares y, en general, las Oligarquías de las cuales son miembros.  Pero el peor engendro de todos es el político que, además de Ególatra es Cínico.  El primero es un alucinado; el segundo, solo un sinvergüenza; pero el híbrido de ambos es un auténtico adefesio que, a su condición de embustero, le suma la de locoide con pretensiones de iluminado.  Este suele ser aquel que en sus informes de labor al país, da la impresión de que está hablando del Reino Celestial.  Ahí todo es perfecto, todo marcha bien y en abundancia plena, y todos los indicadores señalan hacia metas de progreso jamás logradas por sus antecesores ni por nadie.  Y todo debido a su genio, dedicación y visión mesiánica.   A su esfuerzo desinteresado y a su vocación de servicio altruista a sus conciudadanos.  Muchos de ellos son taimados hipócritas que fingen sentimientos patrióticos que están muy lejos de sentir.  Son los que suelen poner caras de Cristos de Esquipulas cuando se presentan en público en demanda de adoración.
            Bien se dice que las naciones tienen los gobiernos que se merecen; y como los latinos nos encontramos por debajo de la media de los pueblos con raciocinio, parece que estamos destinados a tener “gobernantes” de este tipo por toda la eternidad.   Somos sociedades irracionales y, por lo tanto, infrahumanos que tenemos bien merecida esas formas de gobierno en la cuales solo existen dos clases de ciudadanos: las elites que mandan, y las enormes manadas de inútiles que solo cuentan como bestias de carga.  Solo así se explica que, mandato tras mandato de nuestros políticos, sigamos conservando el entusiasmo por los partidos y por cualquier avivato vendedor de ilusiones y repleto de promesas falaces.  Eso y una cimarrona, bastan para que volvamos a caer en la misma trampa una vez más… y otra… y otra... y otra.   ¿Hasta cuándo?
           
                                   RIS

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