lunes, 4 de octubre de 2010

787 Sindicalismo domesticado

787    “LA CHISPA”              (30 abril 2010)
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
EL SINDICALISMO DOMESTICADO                                      
            ¿Cuál es la fuerza de los sindicatos en este país, y al servicio de qué o quiénes se encuentran?   La organización de los desfiles del primero de mayo, perece ser lo único que hacen con alguna eficiencia.  Lo demás, solo son componendas con la Patronal y el Estado.  Los sindicatos PIDEN PERMISO para hacer marchas, piden permiso para hacer protestas, piden permiso para pedir permiso.  Piden permiso para pedir aumentos salariales dignos, pero siempre terminan aceptando lo pactado de antemano por la Patronal y el Estado.  Entonces ¿cuál es la función de estos gremios dentro del movimiento laboral?  La apariencia que tienen es la de cuerpos dóciles controlados por el Gobierno y la Oligarquía y que, mediante una serie de maniobras, dan la impresión de ocuparse de los problemas laborales de sus asociados; pero la realidad que subyace detrás de esa fachada, es que la mayoría de estas agrupaciones solo son válvulas de escape que utilizan los poderosos (Estado-Argolla) para evitarse problemas y planteamientos serios de la clase trabajadora.  Los sindicatos de este país son “tibios”, complacientes y prestos a transigir en todo lo que el Gobierno y los ricos proponen.  Y mientras estos son intolerantes en sus posiciones, los sindicatos siempre están dispuestos a transigir en beneficio de los acaudalados.  Siempre están “abiertos al diálogo”, lo cual quiere decir, listos para condescender con la patronal y el estado.  Y entregar rendidos a los obreros.
            ¿Qué es, entonces, el movimiento sindicalista nacional?  ¿Un cuerpo poderoso al servicio de la clase trabajadora?    ¿O un nutrido enjambre de micro sindicatos manipulados por la clase gobernante (Oligarquía y Gobierno)?  Todo “el movimiento laboral” parece estar estructurado de manera que NO responda a los intereses de la clase trabajadora sino a los de la Patronal.  “Divide y vencerás”, dice el famoso adagio.  Y eso es lo que la clase adinerada (dueña permanente del Gobierno) ha hecho con los obreros.  Agrupados en miles de sindicatos “autónomos” que no responden a una sola directriz colectiva, son fácilmente nulificados, engañados, vencidos, convencidos y puestos en contra de sus compañeros de clase (trabajadores).  ¿Qué fuerza puede tener un sindicato “independiente” de treinta, cuarenta o cien agremiados?  Cientos de sindicatos agachados tienen el control de la voluntad de los obreros; mejor dicho, cuatro gatos comprables (los “líderes”) son los encargados de mantener la docilidad laboral en donde el Estado lo desea.  Son los “sindicalistas” de oficio, nombrados de por vida.  Y en todo caso, recuerden que el Gobierno es la mano ejecutora de la voluntad de la Oligarquía.    Es por eso que siempre es tan obsecuente con esta y cuenta con centenares de policías brutales dispuestos a reprimir con sangre cualquier marcha o huelga que se salga del patrón pacifista ordenado por las autoridades.
            En este país las huelgas son pactadas entre los sindicatos y el gobierno, y deben seguir ciertas reglas  establecidas para que merezcan la aprobación de la “Oficina de Huelgas” del Ministerio de Trabajo.  Deben ser correctas, con música, de tal a cuál hora, con tales y cuales pancartas, no hacer mucha bulla, no ensuciar las calles, no insultar, no interrumpir las vías, no escandalizar mucho y no pedir aumentos de salario ni otras cosas imposibles para el bolsillo de la “pobre” Oligarquía o del afligido e impotente Estado.   Ayer oí en la televisión que el Ministro de no sé qué, felicitaba a los alborotadores por el orden con el cual habían llevado a cabo su desfile.  ¿Pueden ustedes creerlo?  ¿Desde cuándo los movimientos laborales se realizan para merecer felicitaciones del Estado?  El objetivo de las huelgas y protestas de las clases trabajadoras es concitar la atención seria de los gobiernos; es lograr que se preocupen y tomen la decisión de resolver los problemas sociales de estas.  La huelga NO ES ni debe ser pacifista, pues se trata del último recurso de los trabajadores ante la indolencia del Estado y los Patronos, y cuando se les han cerrado a estos todas las vías de conciliación legal y justiciera.   La huelga NO ES para halagar al Estado; es todo lo contrario.  Es para incomodarlo, atemorizarlo, acosarlo y bloquearlo hasta que ponga atención y resuelva las peticiones de los trabajadores.  La huelga es para “pelarles el fondillo” a los gobiernos ante la opinión pública mundial.  Sobre todo, a los que alardean de demócratas, socialistas y justos. 
            ¿Qué hacen ONCE (11) sindicatos en una institución del Gobierno?  Once grupúsculos que no le obedecen a nadie, y cuyos “líderes” pueden ser comprados a discreción, no son garantía de eficiencia sindical.  Estos micro sindicatos no son otra cosa que una variante de cómo el Estado y la Argolla han llegado a nulificar al movimiento obrero.  Son algo semejante al “Solidarismo”, el caballo de Troya que rasgó para siempre la tela que mantenía unida y viva la verdadera esencia de lo que era la organización laboral.  Si los taxistas son un gremio peligroso para el Estado, se crea el de los porteadores.  Si tal o cual sindicato de muelleros es incómodo, se fabrican varios menores para resquebrajar la fuerza de aquel y hacerlo vulnerable a los caprichos e intereses del Estado (Oligarquía).    O practican actos desvergonzados de soborno con los dirigentes. 
            El ideal del Gobierno y su Patrono es la huelga dócil.  Aquella que se realiza bajo los términos prefijados por el Ministerio de Trabajo: con alegría, fecha fija (ojalá domingo), cantos, respeto, granizados, agua embotellada, viseras, helados, sombrillas, pancartas cómicas, camioneta con música folclórica, recitadores de coplas y las gigantonas.  Y si a esto se le suma alguna comparsa de Limón o Puntarenas, está hecho el carnaval, la alegría de todos, la tranquilidad del Gobierno y la frustración de los obreros, como siempre.
            ¿Qué símil hay entre estas mascaradas y lo que hicieron los “Mártires de Chicago” en aquel aciago día de mayo de 1886?   ¿Tienen alguna noción nuestros “sindicalistas” del precio que pagaron esos trabajadores por ser consecuentes con el movimiento laboral?  ¿Saben nuestros “periodistas” el sacrificio que hicieron sus colegas Adolf Fischer, Louis Linng, Hessois Spies, Albert Parsons, Georg Engel y muchos más por haber denunciado los crímenes del Estado y la Patronal en contra de los obreros?   Deberían estudiarlo, pues la Historia siempre esta dispuesta a darnos lecciones de honor y vergüenza.  Pero sobre todo, de heroísmo, como el de estos valientes obreros y periodistas que, fieles a sus principios, pagaron con sus vidas y se sometieron no solo al martirio sino a la más brutal injusticia que registra la historia de los Estados Unidos.  La farsa jurídica más vergonzosa que incluyeron, como un baldón, en los anales de la Jurisprudencia yanqui.
            Trabajadores:   ¡Feliz Primero de Mayo!
            Fraternalmente:      RIS

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