viernes, 29 de octubre de 2010

651 Los seres humanos no somos comestibles

651   “LA CHISPA      (16 junio 2009)
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
LOS SERES HUMANOS NO SOMOS COMESTIBLES
            Si fuéramos animales dedicados al consumo (como pollos y vacas), nuestra carne sería considerada venenosa e incomible por la cantidad de químicos nocivos que se alojan en nuestros cuerpos.  Un poco, derivados de las medicinas que nos han hecho tragar, pero la mayoría, provenientes de los productos que, voluntariamente, nos aplicamos sobre nuestra piel y el interior de la boca.  Como se dijo en las “Chispas” anteriores, no se trata de crear miedos irracionales, sino de ser consumidores un poco más cuidadosos y selectivos, de manera que no compremos solo por la propaganda.  Que estudiemos y nos informemos de qué es lo que nos ofrecen y qué alternativas tenemos.  Recuerden que a la INDUSTRIA no le interesa su salud sino hacer plata.  Desde luego que debemos hacer la excepción de Alemania, en donde los fabricantes de alimentos y cosméticos se han preocupado por estar a la altura de lo que los clientes esperan de aquella mercancía que los comerciantes ofrecen, y han creado agencias encargadas de velar por la calidad de estos. 
            Es un hecho de todos conocidos que la actividad química ha causado verdaderos estragos ambientales, los que ha hecho extensivos a la especie humana a través de sustancias de uso personal cuyos efectos todavía no han sido bien valorados.  Sin embargo, innumerables estudios han hecho que muchos de los componentes de estas sean señalados como “sospechosos” de producir tales o cuales enfermedades, lo que debería ser suficiente razón para que las personas no sean tan confiadas y que se conviertan en compradores conscientes de los peligros que la cosmética ofrece detrás de la careta placentera de la Belleza.   El usuario de estos productos TIENE QUE SABER que todo químico entraña algún peligro.  Hasta los de apariencia más inocua como los talcos, perfumes, dentífricos y enjuagues bucales.  O las brillantinas y cremas para manos.  O los más inocentes como los esmaltes para uñas (liberadores de formaldehído).  Incluso las cremas de afeitar y las “after shave” implican riesgos por su alto contenido de aceites minerales, poderosos cancerígenos.  Infinidad de estudios señalan a varios grupos de químicos como posibles causantes de una gran lista de padecimientos que incluyen una gran variedad de cánceres.   Con la cosmética vino el cáncer de piel.
Eso es un hecho y, por lo tanto, lo menos que podemos hacer es ser cautos, recapacitar y volvernos consumidores meticulosos.  Tenemos que leer las etiquetas y ver qué contienen.  Debemos ser responsables ante las decisiones que involucran a nuestra salud.  Ya dije que tenemos una alternativa: los productos naturales; y aunque estos tienen sus inconvenientes, son mil por mil preferibles ante los artificiales, producto de la síntesis de tóxicos que, por baratos, son utilizados irresponsablemente por la cosmetería.  Para ellos es cuestión de dinero y no de salud.  Es por eso que usted debe cuidarse y exigir, de manera que cuando el número de consumidores conscientes que cuestionan se haga numeroso, los cosmetólogos TENDRÁN que revisar sus procedimientos. Como ha pasado en Alemania, Inglaterra y Francia.  Porque mientras usted acepte como borrego, ellos seguirán haciendo plata a costa de su vanidad, imprudencia y salud.  Desde luego que el principal inconveniente de la oferta de los “productos naturales” es la capacidad de falsificación de los fabricantes del ramo.  Como ellos saben que eso está funcionando como un “boom”, todas las “Marcas” se han apresurado a sacar sus respectivas “líneas de productos naturales” que de natural solo tienen el nombre.  Los gringos son el primer mal ejemplo de eso, pues incluso en productos como la crema “St. Ives” (marca francesa fabricada en USA), ellos siguen incluyendo el glicol propileno, sustancia prohibida en Europa.  Entonces, ¿se imaginan lo que pueden hacer los productores latinos?  Nosotros somos de lo peor, pues no solo somos indolentes con lo que nos dan, sino que somos lo suficientemente sinvergüenzas para fabricar porquerías sin que nos importe el daño que podamos causar a los usuarios, que tampoco protestarán.
En Costa Rica está “BioLand”, empresa que se dedica a fabricar productos de tipo “natural”.  No sé si es nativa o una sucursal, pero ofrece una alternativa a estudiar.  Debemos averiguar si tiene alguna CERTIFICACIÓN como las que hay en Europa (Asoc. BIDH, Soil Association, Ecocert, Cosmebio y Qualité France), entidades que dan fe de la calidad de los productos y llevan tranquilidad a los consumidores.  También debemos estar al día con la nomenclatura INCI de validez y aplicación mundial.  Y aunque esta no es de acatamiento obligatorio, al menos nos da una idea de los porcentajes y tipo de sustancias utilizadas en los productos.  Pero todo esto requiere un cierto esfuerzo, investigación y voluntad de saber qué es lo que vamos a poner sobre nuestro cuerpo, maniobra que no debemos tomar a la ligera, pues involucra la salud propia y la de nuestra familia.  Piense que el jabón “Des-o- Tres” contiene triclosán, un agente bactericida sospechoso de producir cáncer; fragancia y colorante artificial, preservante (parabeno), glicerina derivada de petróleo que es cancerígeno.   ¿Vale la pena exponerse a todos esos venenos para eliminar unas supuestas bacterias que, a la larga, pueden ser beneficiosas para su cuerpo? 
Cualquier producto de limpieza bucal que contenga el 25% de alcohol puede aumentar en un 60% la posibilidad de contraer cáncer en la boca en los hombres; y para las mujeres el porcentaje llega al 90%.  Y el LISTERINE (Pfizer) anda muy cerca de ese límite con un 21.6 % del volumen total.  ¿No sería mejor hacer gárgaras con whisky?  Al menos este, además de desinfectante, lo podemos tragar y nos produciría una agradable borrachera.  En próximas “Chispas” le daremos más “volados” para que se convierta en un experto en la identificación de esos químicos, pues los fabricantes les cambian los nombres de manera que pasen inadvertidos al consumidor descuidado.  Ellos no dicen MERCURIO, dicen tiocilicilato de etilmercurio.  Y así, en ese nombre tan largo, lo camuflan y casi nadie se da cuenta de que están usando ese veneno.
Seguiremos con otros temas para que se convierta en conocedor y guardián de la salud de su familia.
Fraternalmente                        
                        RIS

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