367 “LA CHISPA”
Lema:
“En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
LOS DERECHOS DE AUTOR
Por desgracia en nuestras
sociedades empobrecidas por los sistemas capitalistas de explotación salvaje,
los ciudadanos se ven precisados a utilizar armas ilegales para defender sus
exiguas economías, pues no es justo que países como los Estados Unidos, Japón o
los europeos, nos impongan los precios de consumo que son “normales” para los
ciudadanos de esos países. No es lo mismo
que a un norteamericano le cobren doscientos dólares por un determinado
software, que a un costarricense 120 MIL
colones por el mismo producto. Mientras
que para un gringo o japonés corriente esa suma puede ser lo que se gana en uno
o dos días, para muchos ticos puede representar hasta un mes de trabajo. Y eso es lo que conduce a la piratería de
productos de origen yanqui, europeo o
japonés. Son caros y solo consideran la
capacidad adquisitiva de su gente.
Nosotros quedamos por fuera y solo tenemos el recurso de ser deshonestos
y plagiar todo aquello que necesitamos y no podemos pagar. Esto no es una excusa, sino la simple
exposición de las razones que llevan a mucha gente al plagio y a esa actitud
criticable.
Pero cuando se trata de productos
nacionales, con precios razonables y al alcance de las mayorías, no se disculpa
la piratería, pues se trata de trabajadores de nuestro medio, que luchan en
desventaja ante la invasión de productos elaborados en serie por grandes
monopolios que tienen la capacidad de aplastar la débil competencia de los
nuestros. ¿Parece una doble moral? ¡Claro que sí! Pero está parcialmente justificada por varios
factores: el poder omnímodo de los oligopolios para fijar los precios a
capricho, los impuestos exagerados de los gobiernos, la angurria de los
intermediarios y otros factores que disparan los precios de mercado. Eso no
pasa con los libros nacionales, escritos por autores criollos que a la vez son
“editores, impresores, distribuidores y vendedores de puerta en puerta”. A estos es una injusticia plagiarlos o hacer
copias ilegales de su obra, sobre todo cuando es para hacer negocio con el
trabajo ajeno. Es a nombre de esos
abnegados, ilusos e incansables “trabajadores de las letras” que se hace esta
petición al gran público de nuestros países.
Esta declaración va dirigida a la
consciencia de todos aquellos que honran el esfuerzo de nuestros escritores, y
que pagan el costo legal de tan meritorio trabajo. Después de todo, proteger a los nuestros es
la mejor forma de patriotismo. Esta
declaración puede ser utilizada libremente por cualquier autor que desee
incorporarla en sus obras. No se paga
impuestos por utilizar las ideas, sino por aprovecharse dolosa y económicamente
del trabajo de los demás.
Con mucho cariño a todos los que
comparten el duro y complejo oficio de “escribidores”.
LOS DERECHOS DE
AUTOR
(De uso libre para todos los
escritores)
Estimado
lector, querida lectora:
Esta nota no es una formalidad entre
una gran Casa Editorial y usted; es
una conexión entre el Autor de este libro
y ustedes. Un ser humano como usted, que trabaja en esto
porque es una exigencia de su alma, pero como es su oficio, también espera la recompensa por su angustiosa tarea
realizada durante días y noches, meses e incluso años, para ofrecer a la
consideración de los lectores el producto de su talento, creatividad y cariño
en la realización de su tarea.
“Parir” una obra literaria es un
martirio en solitario al que solo unos cuantos orates masoquistas se someten;
pero también es un placer con el que disfruta
y sueña el escritor en busca de dos premios, espiritual uno, material el
otro. En primer lugar, el reconocimiento
de la crítica; y en segundo, pero no menos importante, la retribución monetaria
a su desvelo. Es cierto que se desea la
aceptación popular si el fruto lo vale, pero también es una realidad que el pago
material por el esfuerzo realizado es algo justamente merecido.
Recuerde que un autor de cualquier escrito
es un hombre de carne y hueso como usted: que come, duerme, anhela y
sufre. Que labora en lo suyo y que,
igual que usted, espera la remuneración por su dedicación. Y esa
es la cuota que usted entrega a cambio de cada libro que compra. Por lo tanto, cuando cualquier sinvergüenza
les hace fotocopias ilegales, le está robando su salario a un trabajador. El autor no es un ente abstracto al cual no
le afectan estas acciones vandálicas.
Tampoco se trata de un millonario a quien se le puede robar impunemente
porque está más allá del daño económico.
La enorme mayoría de los escritores de nuestro medio es gente pobre o de
limitados recursos; sin embargo, son hombres y mujeres creativos, con una
obsesión para cuya descripción no existen palabras adecuadas, pero que abarcan
un enorme campo de definiciones que van desde majaderos y tontos hasta chiflados
con aires de profetas. Pero son estos
extraños obreros los que deparan a las grandes masas de lectores, esos momentos
de placer que producen en el espíritu la lectura de una obra que hace contacto
con la intimidad de cada uno.
Es por eso que les pido, queridos
lectores, que no copien este libro; tampoco permitan que otros lo hagan. Así los que escribimos tendremos con qué
comer y pagar el alquiler, y podremos seguir intentando brindarles lo mejor que
podamos extraer de nuestro magín, en esos breves momentos de comunión erótica que
solo los locos solemos tener con las Musas.
Gracias, de todo corazón
Fulano
de Tal
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