lunes, 27 de julio de 2015

396 La educación es cosa de maestros



396    LA CHISPA  

Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”.

LA EDUCACIÓN ES COSA DE MAESTROS…

            Pero hay maestros de maestros…  Como todo en la vida y sin hacer “democratismo”, la actividad educativa está regida por las mismas leyes que determinan todos los acontecimientos de la vida: LA SELECTIVIDAD.  Nadie es buen médico solo porque tiene un título de doctor en medicina; o buen abogado, economista o maestro porque se graduó en eso.   Aunque claro, todos pueden tener acomodo en diferentes estratos de sus respectivas profesiones.  El título universitario NO GARANTIZA la calidad del profesional, pues todos venimos dotados de ciertas capacidades y limitaciones de las que no podemos pasar.  El título solo certifica que ese individuo estuvo en la universidad tantos años y que ganó unos exámenes que lo facultan para ejercer determinada profesión.  Nada más.   Ni que es inteligente ni que es buen profesional.  Eso solo se demuestra en el campo laboral, en el ejercicio del oficio en el que está titulado.  Adquirir un título profesional es lo mismo que graduarse de militar; pero hasta que este no está en el campo de batalla y demuestra sus atributos de guerrero, no es más que un proyecto de soldado. 
            Y en esta valoración es necesario no confundir la inteligencia con la astucia, porque se parecen demasiado.  Tampoco el talento con la eficiencia, pues cualquier profesional que carezca de aquel, con gran esfuerzo y mucho tiempo de trabajo, puede llegar a ser muy competente en sus funciones, sin que eso signifique que es inteligente.  Las hormigas y termitas son muy “eficientes” en sus rutinas casi perfectas, pero carecen de la creatividad o inteligencia para hacer un panal cuadrado o piramidal.  Son incapaces de alguna innovación, las que solo son posibles cuando hay inteligencia, esa potencia del espíritu que, como dice el anuncio de Chivas Regal: SE TIENE O NO SE TIENE, a pesar de lo que puedan sostener los seguidores de “las inteligencias múltiples”.  La inteligencia es UNA y única, con infinidad de manifestaciones en diversos niveles, pero NO son muchas, es solo UNA. Y es esta la que, en los procesos de selección natural y social, nos dice quiénes son aquellos capaces de ejercer las posiciones cimeras en la sociedad y en el campo de la educación.  Es decir, quiénes son MAESTROS, sin importar la profesión en la que se hayan graduado.
            El campo profesional está lleno de incapaces y de termitas del derecho, economía, educación, medicina, farmacia, ingeniería y todas las profesiones conocidas.  Desde luego que son muy útiles, pero ineptos para realizar trabajos creativos, innovadores o revolucionarios, como debe ser la educación en estos tiempos.  El apogeo del “trivium” y el “cuadrivium” quedó muy atrás en el calendario pedagógico.  En esta época de vértigo cibernético, lo “último” que se produce en los centros de investigación y creatividad, ya es obsoleto cuando nos llega.  Así que aquellos que tienen una mente estática y un afán por el inmovilismo y la tradición, NO PUEDEN SER BUENOS MAESTROS.   El maestro moderno debe ser como Proteo, capaz de adaptarse a todas las formas que requiera la educación moderna, pero sin perder de vista las realidades en la que esta se sustenta: que los seres humanos tienen limitaciones, y que no se puede ir más allá de estas.  Dentro de ese campo marcado por la naturaleza biológica y espiritual, el niño y el individuo pueden crecer hasta el límite de su potencialidad, pero no más allá.  No nos engañemos fingiendo creer “que todo es posible” con fe y esfuerzo.  La Naturaleza es implacable, y este es un punto que se debería debatir a nivel nacional, sin chovinismo ni patrioterismos emocionales.  Y eso es lo que la escuela (el Maestro) debe entender con claridad.  También los padres están en la obligación de aceptar ese hecho, y no pretender que sus hijos son genios y que pueden llegar a culminar carreras universitarias en forma brillante.  Enfrentar esa realidad sin engaños ni falsas expectativas es responsabilidad de todo buen maestro, y a partir de este, de todo el sistema y la sociedad.
            La función educativa en la América Latina se ha llenado de teorías, modelos y ejemplos de los Estados Unidos y Europa, y hemos perdido de vista el escenario criollo.  Las experiencias pedagógicas alemanas o inglesas no pueden interpolarse en nuestro medio. La sicología de esos pueblos difiere de la nuestra, y nos guste o no, nuestros niños, en nuestro ambiente, tienen limitaciones que para un jovencito alemán, francés o gringo no existen.  Las respuestas de ese mundo a los problemas de la educación no son aplicables a nuestros niños.  Y mientras no entendamos eso y andemos haciendo cálculos y comparaciones basados en los informes de la UNESCO o en estudios realizados en USA, estaremos “miando fuera del tarro” en materia educativa.
            Sí, la educación es cosa de Maestros; pero de maestros que puedan elevarse por encima del nivel de la mediocracia y, en lugar de solo atisbar su escuelita y el medio circundante, que exploren el horizonte total que su profesión les ofrece, en busca de respuestas funcionales de acuerdo con un equilibrio entre lo que somos y tenemos, y lo que podemos ser y tener.  El Maestro no debe ser un robot esclavo del “programa del Ministerio”, sin un innovador, dentro de su capacidad, que como la memoria caché de los ordenadores, siempre se adelante a los problemas de su profesión.  De esos maestros es la responsabilidad de la Educación: desde el Ministro, hasta el último soldado en la línea de combate contra ese enemigo implacable de nuestros pueblos: LA IGNORANCIA.          
            Las termitas de la educación son útiles y casi necesarias; pero los revolucionarios de la profesión más bella y sublime que hay, deben ser reclutados de entre lo mejor de lo mejor: la crême de la crême del Magisterio.   Y aquí es donde intervienen los Maestros de más arriba, los responsables de cómo funciona el sistema.  Para tener una idea del valor de este trabajo de escogencia, solo deben recordar que una guerra no se gana con soldados mediocres ni cobardes. 
            Escuelerescamente
                                               RIS          E-mail:               rhizaguirre@gmail.com

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