396 “LA CHISPA”
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se
fundamentan los abusos del Poder”.
LA EDUCACIÓN
ES COSA DE MAESTROS…
Pero hay maestros de maestros… Como todo en la vida y sin hacer
“democratismo”, la actividad educativa está regida por las mismas leyes que determinan
todos los acontecimientos de la vida: LA
SELECTIVIDAD.
Nadie es buen médico solo porque tiene un título de
doctor en medicina; o buen abogado, economista o maestro porque se graduó en
eso. Aunque claro, todos pueden tener
acomodo en diferentes estratos de sus respectivas profesiones. El título universitario NO GARANTIZA la calidad del profesional, pues todos venimos dotados
de ciertas capacidades y limitaciones de las que no podemos pasar. El título solo certifica que ese individuo
estuvo en la universidad tantos años y que ganó
unos exámenes que lo facultan para ejercer
determinada profesión. Nada más. Ni
que es inteligente ni que es buen profesional. Eso solo se demuestra en el campo laboral, en
el ejercicio del oficio en el que está titulado. Adquirir un título profesional es lo mismo
que graduarse de militar; pero hasta que este no está en el campo de batalla y
demuestra sus atributos de guerrero, no
es más que un proyecto de soldado.
Y en esta valoración es necesario no confundir la inteligencia con la astucia,
porque se parecen demasiado. Tampoco
el talento con la eficiencia, pues cualquier profesional que carezca de aquel,
con gran esfuerzo y mucho tiempo de trabajo, puede llegar a ser muy competente
en sus funciones, sin que eso signifique que es inteligente. Las
hormigas y termitas son muy “eficientes” en sus rutinas casi perfectas,
pero carecen de la creatividad o inteligencia para hacer un panal cuadrado o
piramidal. Son incapaces de alguna innovación,
las que solo son posibles cuando hay inteligencia, esa potencia del espíritu que, como dice el anuncio de Chivas
Regal: SE TIENE O NO SE TIENE, a
pesar de lo que puedan sostener los seguidores de “las inteligencias
múltiples”. La inteligencia es UNA y única, con infinidad de
manifestaciones en diversos niveles, pero NO
son muchas, es solo UNA. Y es esta
la que, en los procesos de selección
natural y social, nos dice quiénes son aquellos capaces de ejercer las
posiciones cimeras en la sociedad y en el campo de la educación. Es decir, quiénes son MAESTROS, sin importar la profesión en la que se hayan graduado.
El campo profesional está lleno de
incapaces y de termitas del derecho, economía, educación, medicina, farmacia,
ingeniería y todas las profesiones conocidas.
Desde luego que son muy útiles, pero ineptos para realizar trabajos
creativos, innovadores o revolucionarios, como debe ser la educación en estos
tiempos. El apogeo del “trivium” y el “cuadrivium”
quedó muy atrás en el calendario pedagógico.
En esta época de vértigo cibernético, lo “último” que se produce en los
centros de investigación y creatividad, ya es obsoleto cuando nos llega. Así que aquellos que tienen una mente
estática y un afán por el inmovilismo y la tradición, NO PUEDEN SER BUENOS MAESTROS. El maestro moderno debe
ser como Proteo, capaz de adaptarse a todas las formas que requiera la
educación moderna, pero sin perder de vista las realidades en la que esta se
sustenta: que los seres humanos tienen limitaciones, y que no se puede ir más allá de estas. Dentro de ese campo marcado por la naturaleza
biológica y espiritual, el niño y el individuo pueden crecer hasta el límite de
su potencialidad, pero no más allá. No
nos engañemos fingiendo creer “que todo es posible” con fe y esfuerzo. La Naturaleza es implacable, y este es un punto que
se debería debatir a nivel nacional, sin chovinismo ni patrioterismos emocionales. Y eso es lo que la escuela (el Maestro) debe
entender con claridad. También los
padres están en la obligación de aceptar ese hecho, y no pretender que sus
hijos son genios y que pueden llegar a culminar carreras universitarias en
forma brillante. Enfrentar esa realidad
sin engaños ni falsas expectativas es responsabilidad de todo buen maestro, y a
partir de este, de todo el sistema y la sociedad.
La función educativa en la América Latina se ha llenado de
teorías, modelos y ejemplos de los Estados Unidos y Europa, y hemos perdido de vista el escenario
criollo. Las experiencias
pedagógicas alemanas o inglesas no pueden interpolarse en nuestro medio. La
sicología de esos pueblos difiere de la nuestra, y nos guste o no, nuestros
niños, en nuestro ambiente, tienen
limitaciones que para un jovencito alemán, francés o gringo no existen. Las respuestas de ese mundo a los problemas
de la educación no son aplicables a nuestros niños. Y mientras no entendamos eso y andemos
haciendo cálculos y comparaciones basados en los informes de la UNESCO
o en estudios realizados en USA,
estaremos “miando fuera del tarro” en materia educativa.
Sí,
la educación es cosa de Maestros; pero de maestros que puedan elevarse por
encima del nivel de la mediocracia y, en lugar de solo atisbar su escuelita y
el medio circundante, que exploren el horizonte total que su profesión les
ofrece, en busca de respuestas funcionales de acuerdo con un equilibrio entre
lo que somos y tenemos, y lo que podemos ser y tener. El Maestro no debe ser un robot esclavo del
“programa del Ministerio”, sin un innovador, dentro de su capacidad, que como
la memoria caché de los ordenadores, siempre se adelante a los problemas de su
profesión. De esos maestros es la responsabilidad de la Educación: desde el
Ministro, hasta el último soldado en la línea de combate contra ese enemigo
implacable de nuestros pueblos: LA IGNORANCIA.
Las termitas de la educación son
útiles y casi necesarias; pero los revolucionarios de la profesión más bella y
sublime que hay, deben ser reclutados de entre lo mejor de lo mejor: la crême
de la crême del Magisterio. Y aquí es
donde intervienen los Maestros de
más arriba, los responsables de cómo funciona el sistema. Para tener una idea del valor de este trabajo
de escogencia, solo deben recordar que una
guerra no se gana con soldados mediocres ni cobardes.
Escuelerescamente
RIS E-mail: rhizaguirre@gmail.com
Les
recomiendo la lectura de mi libro “La
Biblia sin Antifaz”, a la venta en Amazon, versión digital.
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