domingo, 12 de julio de 2015

289 ¿Libertad de elección?



289    LA CHISPA    

Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”.

¿LIBERTAD DE ELECCIÓN?

            Por principio, y aunque esto no sea nada científico, la reelección presidencial o de lo que sea, en la América Latina constituye un peligro cuya demostración está en las páginas de nuestra historia.  El latino se encariña con el “poder” no para servir al pueblo, sino por vanidad (sentido mesiánico) y para servirse de este.  Esa ha sido una constante que no se puede rebatir con argumentos, razonamientos o promesas.   Por desgracia, el latino, en términos generales, es víctima fácil de la demagogia política y vive creyendo en el cacicazgo.  Siempre supone que todo le va a caer del cielo mediante la intervención de “un buen presidente”.  Y así, período tras período, le facilita a cuanto avivato hay, la posibilidad de hacerse con el poder cuantas veces le dé la gana.  Incluso hay quienes creen que la “experiencia” presidencial redundará en beneficio del pueblo, y que el nuevo presidente, que es el mismo, esta vez si hará los milagros que prometió la vez anterior.   Ese es el mundo mágico del latino en el campo de la política. 
            Y cuanto más sencillos e ignorantes sean los pueblos, más se incrementa esta tendencia.   Estas tierras están llenas de ejemplos que en realidad sorprenden.  Vean el caso del Perú con Alan García y el japonés Fujimori.  La Argentina con Menem, y otros países con una larga lista. 
            ¿Qué puede aportar al bienestar del pueblo alguien que ya tuvo una oportunidad y nada hizo?  ¿Qué es lo que hace que en la mente del votante tenga cabida la idea de que ese personaje será distinto en esta ocasión?  Si alguien fue inepto durante cuatro o cinco años, ¿qué es lo que hace creer a un elector que en un nuevo período presidencial será diferente?  En una vieja “Chispa” dije que la reelección presidencial es el retrato de cuerpo entero de lo que es ser latino, de la incapacidad de reflexión que tenemos pero, sobre todo, de la indolencia enfermiza que nos mantiene postrados y en condición de víctimas propiciatorias para los desmanes de la clase dirigente, los partidos políticos, la oligarquía y los “líderes” aprovechados de esa conducta general.
Entre nosotros basta con estar entroncado en la maquinaria política de un partido para aspirar a la presidencia de la República.  Poco importan las virtudes personales, intelectuales o morales.  Cualquier pillo puede ser nombrado, sin importar que sea sospechoso de robo, estafa, peculado, comisión de crímenes o lo que sea.  Basta con tener dinero, algún nombre y muchos años de “militar” en un partido poderoso.   
            Ser elegido o reelegido es cuestión de astucia, dinero, compadrazgos, amistades y compromisos con la Argolla.  Pero antes de continuar, es necesario hacer una aclaración mediante varias preguntas: En una democracia formal como la nuestra ¿Elige el Pueblo a alguien?   ¿Algún Presidente o Diputado es postulado por el Pueblo?  Hasta la persona más ingenua sabe que la “elección” de candidatos a lo que sea, es una componenda en la que el pueblo NADA TIENE QUE VER ni influye.  Para la elección VERDADERA de candidatos nadie toma en cuenta la opinión popular.  La elección a candidatos de los partidos importantes es una operación que se lleva a cabo en dos movimientos: uno secreto y otro público.  El público es la mascarada que se lleva a cabo ante el pueblo.  Y el verdadero, es aquel que se realiza entre la “dirigencia política” de los partidos y la Oligarquía que financia a todos los grupos.   Es ahí, en los centros de poder de la Argolla, en donde se nombra a los “candidatos del pueblo”, a los salvadores de la Patria.  Lo demás, es el cuento de siempre.  “Aquí tienen, se le dice al pueblo, escojan libre y democráticamente entre estos dos o tres candidatos que nosotros hemos aceptado”.  ¿Pero es eso elegir a alguien?  Ya se sabe que cualquiera de esos candidatos presidenciables, ha adquirido los compromisos que su partido suscribió con la Oligarquía.  Es el libreto de siempre.  Y es en esa pugna por ser nombrado por el partido, en donde entran en juegos todos los recursos de astucia que tenga el individuo.  Claro que si el candidato es miembro de esa clase poderosa, tendrá mayor respaldo de esta, pues este no puede violar o traicionar los intereses comunes de la camarocracia o Argolla a la cual pertenece.
            Entonces, ¿cuál es la libertad de elección que tenemos?   Elegimos entre dos o tres sujetos que ya han sido elegidos, aprobados y comprometidos por la Oligarquía; y eso no es libre elección.  Los candidatos nunca salen del pueblo sino de los partidos políticos, los cuales tienen amos que son los mismos miembros de la estructura del Poder.
            ¿A quién estaremos obligados a elegir en la próxima “contienda electoral”?  ¿Será Fulano?  ¿Será Zutano?  ¿O reelegimos por segunda vez a don Mengano?  Solo es cuestión de un poco de astucia para eliminar el impedimento que haga posible la reelección a perpetuidad.  ¿Por qué no? Como se ven las cosas en el panorama político nacional, parece que tendrán que echar mano de los mismos, ya que entre las pirañitas que sobresalen en el submundo de la política criolla, ninguno ha destacado lo suficiente como para merecer la consideración de la Argolla, el Gran Elector.  Talvez sea necesario que reconsideren a los antiguos y ya retirados “barones” de la farándula política nacional.  ¿Por qué no?  Al fin y al cabo el pueblo parece estar dispuesto a tolerar lo que sea; con tal de no comprometerse ni tener que abandonar su cómoda posición de indolente y pasivo espectador.   ¿Buscar otras vías de elección?   ¡Qué pereza!  ¡Mucho trabajo!
            Después del “incidente” en el cual rodaron por el lodo las honras de tres expresidentes, parece que ya las cosas se han aclarado; que todos fueron inocentes de los cargos que les imputaron; lo que hicieron fue legal, y están prestos a volver a ocupar el cargo de Primer Ciudadano de la República para sacrificarse por el bien de este bueno y tolerante pueblo.  Solo es cuestión de esperar cuatro años, como todo.  Y tendremos la obligación de reelegir a alguno de ellos.  ¿Libre elección?
            Electoralescamente
                                             RIS

No hay comentarios:

Publicar un comentario