viernes, 17 de julio de 2015

313 Democracia condicionada



313   LA CHISPA    

Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”

DEMOCRACIA CONDICIONADA

            A las Oligarquías de la América Latina les encanta blasonar que sus países viven en “democracia”.  Pero no explican cuál es su concepto de democracia.  Para ellos la democracia es una condición de dominio total, tanto de la economía como de las estructuras política en general.  Para ellos “una elección democrática” es el montaje periódico de un circo electorero en donde el pueblo solo llega a confirmar al candidato que ya han elegido en los centros de Poder de cada país.   Una elección mediante la cual no solo se confirma y reafirma el poder en manos de los mismos, sino en la que el ciudadano renuncia a todo derecho de participar o influir en el rumbo económico de la nación.  A veces el Presidente elegido es solamente un monigote de la Argolla, el cual está dispuesto, como un títere, a ejecutar todas las órdenes de la clase poderosa.  Los miembros de la Oligarquía no son muy afectos a figurar personalmente en esta mascarada; aunque a veces hay algunos cuya vanidad los impulsa a autonombrarse presidentes.  Esa es la democracia formal de la América Latina.
            En este tipo de democracia el pueblo no tiene participación alguna; solo es utilizado cada cuatro o cinco años para legitimar esta farsa que hemos vivido desde la “Independencia”.  Esta es la moda desde finales del siglo pasado.  Nuestros pueblos jamás han tenido la menor idea de lo que es la democracia, ni siquiera de una aproximación al modelo ideal o clásico.  Como se dijo antes, la democracia es una abstracción que solo pueden plasmar en realidad los pueblos con gran conciencia cívica, producto de la cultura y de un alto nivel de vida.  Como Suecia, Suiza, Noruega, Dinamarca y otros pocos.  En América Latina lo que ha prevalecido es la Oligarquía del dinero, en el peor sentido del concepto, es decir, la Argolla tiránica.
            Antes fue la época dorada la de las DICTADURAS, formadas por gorilas ambiciosos que podían enriquecerse a costa del pueblo, y que siempre contaban con el beneplácito de los ricos y el decidido apoyo militar de los Estados Unidos.  Mantener ese estado de cosas eternamente, era el sueño más caro de las oligarquías.  Por eso patrocinaron todo tipo de Tiranos, algunos de los cuales se les escaparon del redil y se convirtieron en un peligro para sus propios creadores.  Por eso tuvieron que recurrir a los Estados Unidos para que los pusieran en cintura o los eliminaran.  Mientras tanto, los pueblos se embrutecían más y más hasta perder toda noción de lo que es un nivel de vida civilizado, y se convirtieron en legiones de seres infrahumanos y, por lo tanto, incapaces de comprender el concepto de Democracia.  El peor delito de las Oligarquías no ha sido enriquecerse del ilegítimo poder que han ejercido, sino el CRIMEN haber convertido en animales temerosos traidores y serviles a millones de hombres en toda la América.  Además, de haber formado legiones de asesinos despiadados a su servicio, conocidos como ejércitos nacionales.
            Pero ese modelo entró en crisis, y tuvieron que recurrir a la “democracia”, sistema más práctico, barato y sin sobresaltos, que ya había sido probado por unos dos o tres países con un éxito relativo.  Así que desde el Norte se decretó la democratización de la América Hispana, la misma que no quieren aceptar los testarudos iraquíes.  Pero esa “democracia” latinoamericana la conocemos todos los pueblos y sabemos cuáles son sus frutos y para quienes.   Este democratismo no es más que una forma solapada de la peor de las dictaduras porque no tiene rostro visible; el enemigo está en todas partes, pero oculto y mimetizado.  Es el pulpero, el taxista, el lechero, la compañía telefónica, las gasolineras, los almacenes de víveres, las clínicas y universidades privadas; el inspector del agua o la luz.  Y cuando alguien protesta, le dicen: “usted eligió a ese gobierno” o “espere callado las próximas elecciones”.  El sistema es casi perfecto, pues el pueblo no lo percibe, y esa es la mejor estrategia en una guerra: ser invisible. 
            Pero ha llegado el momento de cambiar ese sistema y reivindicar a la odiosa figura del Dictador, y darle su verdadero sitial en nuestro sistema político.  Debe ser el hombre fuerte al frente de un gobierno fuerte.  Que ame a su pueblo y se apoye en él, pues esa es la clave del éxito.  Pero que, como buen padre, tampoco le tiemble la mano para darle de azotes a aquellos díscolos que pretendan que la libertad de obtener beneficios es el derecho de tan solo unos pocos.  Este Dictador debe ser como Argos, con mil ojos para vigilar a los enemigos del pueblo.  Debe ser inflexible y feroz si es necesario, para impedir los desmanes de aquellos que creen que la Patria es propiedad de cuatro gatos privilegiados.  Y hasta que los latinos alcancemos el nivel cultural y socio económico de los suecos, no tendremos el derecho de aspirar a un proceso de elección democrática verdadero. Y eso será cuando el señalamiento de candidatos no sea privilegio de una Argolla, como es ahora.  Cuando seamos los ciudadanos en conjunto, los que escojamos un candidato digno de representarnos, y al cual tengamos el derecho de remover de su cargo si no cumple con su deber.   Solo entonces podremos decir que vivimos en una democracia, cuando el pueblo, representado por su Dictador, sea el que manda. 
            Mientras tanto, tenemos que confiar en el buen líder, el hombre amante sincero de su pueblo, el Dictador a quien podamos verle la cara y que esté dispuesto a escuchar nuestra voz.  No hace falta mucho esfuerzo para tal labor; lo que se necesita es un valor extraordinario para enfrentarse a la Argolla del Poder, la cual siempre tendrá su caja de resonancia en el Norte.  Los chillidos lastimeros de la Oligarquía de cualquier país que tenga un presidente digno, y les impida su piratería, de inmediato se oyen en todas las radios y televisoras del continente, que están en manos de los mismos oligarcas.  Ellos son una fraternidad tan unida como los masones.  Los berrinches de los dueños de una televisora venezolana llegaron hasta el Vaticano y, desde luego a Washington.  Dichosamente, hay mucho petróleo de por medio para que les hagan caso.
            Fraternalmente             RIS     E-mail:  rhizaguirre@gamil.com

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