domingo, 26 de julio de 2015

369 Situación de los escritores en Costa Rica



369   LA CHISPA  

Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”

SITUACIÓN DE LOS ESCRITORES EN COSTA RICA

            Dedicarse a escribir en Costa Rica es una aventura de chiflados que, a menos que tengan “patas” en la Editorial Oficial del Gobierno, no tienen posibilidad alguna de ver sus libros en una librería.  No importa que sea Cervantes reencarnado, si no tiene palancas en la política, se queda sin que la segunda parte de su obra vea la luz, como dicen en el argot.  La otra opción es publicar por cuenta propia, pero esa está limitada solo a personas millonarias que quieran ver sus obras en una vitrina, aunque no se ganen ni un solo centavo. 
            Mi último libro (“El Ameriñol), que yo estimo como una obra revolucionaria desde todo punto de vista, durmió el sueño de los justos durante siete meses en el comité de selección de la Editorial Costa Rica para que, al final, después de haber sido revisado por una profesora de español, me lo devolvieron sin pena ni gloria para ellos, pues para mí sí hubo mucha pena.  Mi libro es una tesis novedosa, diferente y única en contra del formalismo rígido del español que escribimos y, precisamente, se lo dieron a revisar a una profesora de español (lo supe por un desliz de una funcionaria), la gente más dogmática y cerrada en cuanto los asuntos idiomáticos.  Y con una lacónica nota de menos de un renglón, me notificaron el rechazo del honorable comité que no era tribunal ni biunal sino unal.  ¿Que si estoy enchilado?  ¡Claro que sí!  Sobre todo cuando he visto publicaciones que hacen estas editoriales oficiales o semi oficiales, como una obra gigantesca de un político muy conocido, la cual creo que nadie ha leído ni, mucho menos, comprado. 
            Como dije, la otra ventana es publicar por cuenta propia, pero este es un camino absolutamente prohibitivo debido al abuso incontrolado de la “empresa privada” en la línea editorial.  Por recomendación de un caballero propietario de una librería fui a consultar a una imprenta situada en las inmediaciones del estadio Saprissa, y después de innumerables y misteriosos cálculos, me dijeron que el costo de cada ejemplar, en un tiraje de 500, era de ONCE MIL SETECIENTOS colones por ejemplar.  ¿Pueden ustedes creerlo?  Así que entre el susto y las ganas de reírme, le dije a la joven que me dio el cálculo: “Fíjese señorita, “El Código da Vinci”, un best-seller mundial cuesta alrededor de DOCE MIL colones en las librerías; entonces, ¿quién habría de pagar los DIECISÉIS MIL COLONES que debería costar mi libro en las librerías?   ¿Es que acaso mi libro lo van a imprimir en papel de seda con letras de oro?   Y así, bajo la mirada piadosa de la muchacha, me alejé de esa imprenta y de la ilusión de publicar mi trabajo.  Es una situación absurda, casi cómica pero real.
            Recuerden que si el precio de venta de un libro es de DIECISÉIS MIL COLONES, el dueño de la librería se queda con CUATRO MIL OCHOCIENTOS, que sumados a los ONCE MIL SETECIENTOS de la manufactura de cada ejemplar (en el caso de mi libro), le dejan al autor la “fabulosa” ganancia neta de 500 colones por ejemplar.  Eso sin contar el trabajo de mercadeo, propaganda, fletes, viajes a las librerías y tiempo de espera para recuperar la inversión.  UN DESCALABRO TOTAL.  ¿Qué puede hacer un escritor que no cuente con la tutela oficial, los padrinos políticos o las conexiones de los amigotes quintacolumnistas dentro de la Editorial?   El panorama de los escritores en Costa Rica es negro.  Y a menos que se dedique a escribir cuentitos de cuarenta o cincuenta páginas que él mismo imprima y comercialice en todo sentido, el producto de su trabajo solo sirve para engordar las arcas de aquellos que tienen el capital y los medios de distribución y propaganda.  Así que el que no está dentro de ese círculo de privilegiados, se jodió.
            Mi libro, llamado “El Ameriñol”, es una tentativa por liberar al español que hablamos en América, del brutal tutelaje de la Real Academia Española de la Lengua y su reglamentarismo excesivo y rígido.  La tesis que sostengo en él, es que los americanos hablamos el español con una infinidad de variantes que difieren notoriamente del que se habla en España; pero más que eso, es el asunto de la ortografía, en donde propongo lo más revolucionario de la tesis.  En síntesis, no es una novela de boom, aunque eso sí, es un planteamiento muy serio para estudiarlo con una mentalidad abierta y no con la de un profesor de “castellano”.  Sin embargo, tratándose de una obra que va en contra del servilismo lingüístico que hemos seguido en relación con el idioma, resulta que mi trabajo se lo dieron a revisar a una profesora de español, y fue ella quien condenó mi libro al silencio, al menos en esa Editorial.   Y me pregunto: ¿cuál es el mérito de esa descomunal obra política que le publicaron a ese caballero solo porque era Presidente de la República?  ¿Se vendió algún ejemplar de esa enciclopedia que yo vi toda llena de polvo en varias oficinas de Gobierno?
            Cuál es la ayuda que el Estado presta a los escritores para que divulguen sus obras de una manera accesible mientras son tomados en cuenta por las grandes editoriales del extranjero.  Y con esto no quiero decir que la Editorial del Estado TENGA que publicar cuanta babosada escriba cualquier hijo de vecina.  Pero eso sí, se debe seguir un procedimiento neutral, sin compadrazgos ni padrinos políticos; y mucho menos, que una obra específica se le dé a una sola persona prejuiciada por la naturaleza de su profesión, como me pasó con “El Ameriñol”.  Eso sería como que en esa editorial le hubieran dado a revisar “El Análisis”, otro de mis libros, a un sacerdote católico o a un pastor protestante.  La opinión sobre mi libro se le debió encargar a un filósofo, un periodista, un historiador e incluso a un político, pero NUNCA a una profesora de español.  Y si saben que no lo van a publicar porque el solicitante “no tiene amigos diputados”, deberían decírselo desde el principio, sin perder tiempo y sin retorcidas complicaciones.  Eso sería más saludable para todos.
            Quisiera creer que estoy equivocado, pero por la información que me han dado muchas personas del medio, tengo la sospecha de que en esa Editorial solo se publican trabajos de amistades y gente con influencia política.   Es una lástima, porque esa parece ser la única opción para aquellos escritores que no han trascendido las fronteras y que todavía no han entrado al “Hall de la Fama”.
            Enchilosamente
                                       RIS                 E-mail:    rhizaguirre@gmail.com

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