369 “LA CHISPA”
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se
fundamentan los abusos del Poder”
SITUACIÓN DE LOS ESCRITORES
EN COSTA RICA
Dedicarse a escribir en Costa Rica
es una aventura de chiflados que, a menos que tengan “patas” en la Editorial Oficial
del Gobierno, no tienen posibilidad alguna de ver sus libros en una librería. No importa que sea Cervantes reencarnado, si
no tiene palancas en la política, se queda sin que la segunda parte de su obra
vea la luz, como dicen en el argot. La
otra opción es publicar por cuenta propia, pero esa está limitada solo a
personas millonarias que quieran ver sus obras en una vitrina, aunque no se
ganen ni un solo centavo.
Mi último libro (“El Ameriñol), que yo estimo como una obra revolucionaria desde
todo punto de vista, durmió el sueño de los justos durante siete meses en el
comité de selección de la Editorial Costa
Rica para que, al final, después de haber sido revisado por una profesora
de español, me lo devolvieron sin pena ni gloria para ellos, pues para mí
sí hubo mucha pena. Mi libro es una
tesis novedosa, diferente y única en contra del formalismo rígido del español
que escribimos y, precisamente, se
lo dieron a revisar a una profesora de español (lo supe por un desliz de una
funcionaria), la gente más dogmática y cerrada en cuanto los asuntos
idiomáticos. Y con una lacónica nota de
menos de un renglón, me notificaron el rechazo del honorable comité que no era
tribunal ni biunal sino unal. ¿Que si
estoy enchilado? ¡Claro que sí! Sobre todo cuando he visto publicaciones que
hacen estas editoriales oficiales o semi oficiales, como una obra gigantesca de
un político muy conocido, la cual creo que nadie ha leído ni, mucho menos,
comprado.
Como dije, la otra ventana es
publicar por cuenta propia, pero este es un camino absolutamente prohibitivo
debido al abuso incontrolado de la “empresa privada” en la línea
editorial. Por recomendación de un
caballero propietario de una librería fui a consultar a una imprenta situada en
las inmediaciones del estadio Saprissa, y después de innumerables y misteriosos
cálculos, me dijeron que el costo de cada ejemplar, en un tiraje de 500, era de ONCE MIL SETECIENTOS colones por ejemplar. ¿Pueden ustedes creerlo? Así que entre el susto y las ganas de reírme,
le dije a la joven que me dio el cálculo: “Fíjese señorita, “El Código da Vinci”, un best-seller
mundial cuesta alrededor de DOCE MIL
colones en las librerías; entonces, ¿quién habría de pagar los DIECISÉIS MIL COLONES que debería
costar mi libro en las librerías? ¿Es
que acaso mi libro lo van a imprimir en papel de seda con letras de oro? Y así, bajo la mirada piadosa de la
muchacha, me alejé de esa imprenta y de la ilusión de publicar mi trabajo. Es una situación absurda, casi cómica pero
real.
Recuerden que si el precio de venta
de un libro es de DIECISÉIS MIL COLONES,
el dueño de la librería se queda con CUATRO
MIL OCHOCIENTOS, que sumados a los ONCE
MIL SETECIENTOS de la manufactura de cada ejemplar (en el caso de mi libro),
le dejan al autor la “fabulosa” ganancia neta de 500 colones por ejemplar. Eso sin contar el trabajo de mercadeo,
propaganda, fletes, viajes a las librerías y tiempo de espera para recuperar la
inversión. UN DESCALABRO TOTAL. ¿Qué
puede hacer un escritor que no cuente con la tutela oficial, los padrinos
políticos o las conexiones de los amigotes quintacolumnistas dentro de la Editorial? El
panorama de los escritores en Costa Rica es negro. Y a menos que se dedique a escribir cuentitos
de cuarenta o cincuenta páginas que él mismo imprima y comercialice en todo
sentido, el producto de su trabajo solo sirve para engordar las arcas de
aquellos que tienen el capital y los medios de distribución y propaganda. Así que el que no está dentro de ese círculo
de privilegiados, se jodió.
Mi libro, llamado “El Ameriñol”, es una tentativa por
liberar al español que hablamos en América, del brutal tutelaje de la Real Academia
Española de la Lengua
y su reglamentarismo excesivo y rígido.
La tesis que sostengo en él, es que los americanos hablamos el español
con una infinidad de variantes que difieren notoriamente del que se habla en
España; pero más que eso, es el asunto de la ortografía, en donde propongo lo
más revolucionario de la tesis. En
síntesis, no es una novela de boom,
aunque eso sí, es un planteamiento muy serio para estudiarlo con una mentalidad
abierta y no con la de un profesor de “castellano”. Sin embargo, tratándose de una obra que va en
contra del servilismo lingüístico
que hemos seguido en relación con el idioma, resulta que mi trabajo se lo
dieron a revisar a una profesora de español, y fue ella quien condenó mi libro
al silencio, al menos en esa Editorial.
Y me pregunto: ¿cuál es el mérito de esa descomunal obra política que le
publicaron a ese caballero solo porque era Presidente de la República? ¿Se vendió algún ejemplar de esa enciclopedia
que yo vi toda llena de polvo en varias oficinas de Gobierno?
Cuál es la ayuda que el Estado
presta a los escritores para que divulguen sus obras de una manera accesible
mientras son tomados en cuenta por las grandes editoriales del extranjero. Y con esto no quiero decir que la Editorial del Estado TENGA que publicar cuanta babosada
escriba cualquier hijo de vecina. Pero
eso sí, se debe seguir un procedimiento neutral, sin compadrazgos ni padrinos
políticos; y mucho menos, que una obra específica se le dé a una sola persona
prejuiciada por la naturaleza de su profesión, como me pasó con “El Ameriñol”. Eso sería como que en esa editorial le
hubieran dado a revisar “El Análisis”, otro
de mis libros, a un sacerdote católico o a un pastor protestante. La opinión sobre mi libro se le debió
encargar a un filósofo, un periodista, un historiador e incluso a un político,
pero NUNCA a una profesora de
español. Y si saben que no lo van a
publicar porque el solicitante “no tiene amigos diputados”, deberían decírselo
desde el principio, sin perder tiempo y sin retorcidas complicaciones. Eso sería más saludable para todos.
Quisiera creer que estoy equivocado,
pero por la información que me han dado muchas personas del medio, tengo la
sospecha de que en esa Editorial solo se publican trabajos de amistades y gente
con influencia política. Es una
lástima, porque esa parece ser la única opción para aquellos escritores que no
han trascendido las fronteras y que todavía no han entrado al “Hall de la Fama”.
Enchilosamente
RIS E-mail: rhizaguirre@gmail.com
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