viernes, 24 de julio de 2015

360 Esclavos de la rutina



360   LA CHISPA   

Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”

ESCLAVOS DE LA RUTINA

            ¿Por qué nos bañamos todos los días?  Hay un millón de respuestas a esa pregunta; todas escritas en la cartilla social, todas buenas y bien justificadas con poderosos argumentos que le oímos otro millón de veces a nuestra madre, o a los que nos obligaban a bañarnos.  No las repitan, TODOS LAS CONOCEMOS.  También todos conocemos TODOS los calificativos que les aplicamos a los que no se bañan.  No los repitan que es RUTINA.  El baño diario o salteado, es una de las grandes rutinas de nuestra sociedad, que nos lleva no solo al desperdicio de millones de barriles de agua valiosísima, sino que constituye un fastidio rutinario que bien podríamos sustituirlo por otra forma más práctica de “asearnos” y eliminarnos los aromas corporales.  De “estandarizarnos” al nivel de quirófano.  Todos vivimos obsesionados con el “24/7” que nos garantice que oleremos a rosas durante toda la semana, en cualquier momento.  Incluso cuando hacemos el amor, tenemos la idea de que el hombre o la mujer deben ser asépticos, impolutos e inodoros.  Los olores naturales son un pecado y una ofensa en el nicho del amor, y deben ser sustituidos por Channel # 5 y 4711.  Una aventura romántica no es espontánea; es una rutina espantosa de preparativos para “oler bien”.  Hay que rasparse la barba hasta sacar sangre y depilarse las piernas con crueldad.  Los pelos, incluso los púbicos, han adquirido la categoría de indeseables en las citas de la pasión.   ¿Saben ustedes los billones que se gastan en desodorantes que no sirven o que solo duran unas cuantas horas en su labor “protectora”?  De ahí que la gente se vuelva a bañar en la noche para un encuentro romántico.  No sea que…  ¿Y todo por qué?  Porque algunos escribieron unas Reglas que a ustedes NO les consultaron.   Son las rutinas de las cuales somos esclavos.
Pero ¿cuáles de esas reglas han sido escritas por ustedes; por usted, amigo o amiga?  Ninguna.  Por dicha la Electrónica ya está preparando un aparato que nos hará un “lavado en seco” en tan solo tres segundos; y con todo y ropa.  Dos pájaros de un solo tiro, y sin gastar agua.
El asunto de los dientes.  ¿Recuerda usted cuánto lo jodieron con el asunto de lavarse (cepillarse) los dientes?  Los indios de Talamanca y de todo el continente casi no sufren caries, y nunca se cepillan.  En cambio usted, yo y todos los demás, que utilizamos todas las pastas milagrosas con cloruro, fluoruro, cianuro, sulfuro, clorofila y cuanta carajada han inventado los del gremio de la dentistería, siempre tenemos caries y terminamos desmoletados a los cuarenta o cincuenta cuando mucho.  Caímos en su rutina.  Cepillos, pastas, hilo dental, removedores de placa, limpiadores de lengua, la visita obligada al dentista, enjuagues para toda ocasión, “matadores” de bacterias, blanqueadores y todo lo que pueda llevar dinero al bolsillo de los que patrocinan e inventaron esta rutina.  Olor a rosas en la boca y brillo enceguecedor en los dientes, condiciones que conducen a las mujeres y los hombres al delirio del amor.  Mostrarle una sonrisa con  Blanquirex” a alguien, nos garantiza la mitad de la conquista; y echarle una bocanada de aire tratado con enjuague “Aromatex”, termina por liquidar a la presa.  Y eso no lo inventamos ni usted ni yo.  Fueron los dentistas.  Y usted se somete a su rutina con la mansedumbre de un borreguito, sin cuestionar, preguntar o comprobar. Ya otros lo dijeron, los que “saben” lo aseguran, las “autoridades” lo respaldan. Lo dice la tele. Y si tanta gente lo afirma, “por algo será”   Con el arsenal de productos que usamos para la boca, deberíamos bajar a la tumba con todos los dientes sanos.  Pero, ¿no terminamos casi todos con la boca como las calles de San José: remendada, con huecos, puentes mal puestos y toda llena de parches? 
¿Por qué tenemos que afeitarnos todos los días?  ¿Por qué tenemos que someternos a esa  diaria tortura solo por cumplir con una regla que nosotros NO inventamos y que debería importarnos un chayote?  La rutina nos ha atrapado a todos los hombres, y los programas subliminales son tan poderosos que, incluso los rebeldes, se sienten acongojados cuando tienen alguna cita importante con alguien, y se afeitan cuidadosamente aunque sea de mala gana.  No sea que la barba “raspe” a la muchacha y no le agrade.  Debe tener los cachetes como nalgas de niño.  Eso dicen las rutinas… 
¿Y qué nos dicen del corte de pelo?  Después de casi cien años, todavía recuerdo con malestar, miedo y rencor a un condenado barbero que me torturaba rutinariamente, porque mi madre seguía el precepto de que “un niño bonito, tiene que andar bien peladito”.  Y bajo ese engañoso lema, me sometían a un real suplicio que aún me causa escalofríos cuando paso enfrente de una barbería.  Todavía no existían las Oster eléctricas y nos hacían arrancado el pelo con las máquinas manuales.  Nunca en mi vida he odiado tanto como a ese barbero, ¡que debe estar en el infierno!   Los programas de rutina han inventado todos los calificativos imaginables para poner en cintura a los greñudos que quieren conservar su individualidad.  Desde desaseados hasta maricones. ¡Tienen que cortarse el pelo y caer en la rutina de la uniformidad!  Eso dice la cartilla social; y muchos lo repiten con la honesta convicción de que hay que andar pelado “como hombre”.
¿Y que hay de la rutina de la ropa?  Esta talvez no afecta tanto a los hombres como a las mujeres, las cuales no solo se visten para agradar a los hombres, sino para convencer a sus congéneres de que tienen buen gusto y que compran chuicas “de marca” o a la medida.  Vestirse adecuadamente según la ocasión, es un verdadero suplicio que solo las damas pueden enfrentar con decisión y salir airosas; aunque todas las demás las critiquen por su mal gusto, por lo ajustado del talle, por el largo de la falda, por los colores chocantes o por los zapatos que no hacen juego con la cartera, el cinto o el peinado.  No importa lo que hagan, siempre quedan mal con las otras.  Y para los hombres, si son atractivas, todo lo que andan puesto solo es un estorbo.
            En una próxima “Chispa” seguiremos con esta RUTINA.

           Rutinariescamente
                                               RIS           E-mail:      rhizaguirre@gamil.com


           

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