domingo, 12 de julio de 2015

282 Organización del fútbol



282      LA CHISPA                                            

Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”

ORGANIZACIÓN DEL FÚTBOL

            En la  # 278 se dijo algo de esto, pero faltaron algunos detalles para completar “la teoría salvadora del fútbol nacional”.  Tan válida como los otros cuatro millones de soluciones que han pensado los demás técnicos que forman esta legión interminable de resentidos y frustrados.  Se dijo que la categoría no se da en macetas, y que no bastan unos cuantos golpes de suerte para llegar, vencer y “quedarse” en la Primera.  Los equipos deben ser INSTITUCIONES permanentes; EMPRESAS que, además de proporcionar felicidad deportiva a sus seguidores, sean exitosas en la cuestión económica, pues toda actividad humana gira alrededor del dinero.   La formación de un equipo con aspiraciones a ser parte de la elite del fútbol nacional, no puede ser el producto de cuestiones emocionales o de la suposición de que tal o cual pueblo deben estar ahí.  El fútbol profesional es una empresa básicamente comercial y debe regirse mediante los principios generales de esta actividad: INVERSIÓN, FORMACIÓN DE CAPITAL y RENTABILIDAD.    Si  estos factores no están presentes o no son posibles, todo el sueño se reduce a nada, a una cuestión emocional sin contenido. 
Lo primero que debe contar en el “mercadeo” futbolero es la población, pues a nadie se le ocurriría establecer un “Hipermás” como el de San Sebastián en Sixaola.  Tampoco es posible que haya quien construya un estadio como el San Siro en Mata de Plátano.  Si no hay público, NO HAY NEGOCIO.  Por eso es necesario hacer una separación entre el fútbol profesional del que sale la Selección Nacional, del aficionado; de aquel que se juega solo por diversión.  El fútbol profesional es un NEGOCIO; eso es algo que todo el mundo debería saber; sin embargo, tiene una diferencia fundamental con la “empresa privada”: involucra los sentimientos y pasiones del pueblo; y cuando eso sucede, el Estado y la Sociedad tienen el derecho de imponerle condiciones a sus dirigentes y beneficiarios económicos.  Y entre esas están la eficiencia y la calidad.  No es justo que los aficionados paguemos altos precios por un espectáculo desteñido que en el ámbito local pasa inadvertido, pero que cuando es expuesto en justas en el exterior, queda al desnudo en toda su mediocridad.  Junto con todos sus apologistas e “infladores” profesionales.  No es justo que los aficionados “invirtamos” tantas ilusiones en una Empresa Nacional (la Sele) que solo a fracasos y ridículos nos conduce.  Esa es la condición de calidad que les exigimos a esos empresarios del fútbol.  Y debe ser mediante el Estado y leyes específicas que los aficionados pongamos las condiciones del juego, pues no debería ser lícito que los directivos de clubes antepongan sus intereses particulares a los de la afición.  El público es el cliente que paga y, por lo tanto, el que manda y tiene la razón.  Ese es un principio comercial básico. 
Como el deporte también es además de una pasión nacional, un instrumento político, el Estado tiene una doble obligación para facilitar su desarrollo y éxito en el campo internacional.  Algo de tan “vital” importancia no debe quedar librado a la buena voluntad de los dirigentes de los clubes, pues estos, y eso es una paradoja, aunque sean propiedad legal de los dueños, pertenecen emocionalmente a sus respectivas aficiones.  Y eso es algo que no puede ser ignorado por nadie.  El Saprissa es nuestro, aunque sea de Vergara; el Cartaginés también, aunque sea de Alí Babá, y ni qué decir de la Liga, sin importar quiénes sean los propietarios de las “acciones”.
Es inaceptable que una empresa de estas le deba al Seguro Social una millonada por concepto de cuotas patronales.  Tampoco es correcto que estos empresarios les deban salarios atrasados a los jugadores; o que no les paguen sus sueldos a los entrenadores o profesionales que les brindan servicios.  Sin son empresas, deben actuar como tales en todo sentido.  No deben refugiarse en el afecto o sentimentalismo del aficionado, pues utilizar tal escudo es una falta de responsabilidad criminal que debería ser penada por ley.  Toda empresa debe pagar sus obligaciones sociales sin ampararse bajo el pretexto de que son equipos que le brindan espectáculo y cariño a la afición.  Esa es otra faceta del profesionalismo solapado que vivimos.  Los empresarios exigen las ventajas de las empresas, pero rehuyen las obligaciones de estas.  Piden trato preferencial y exoneraciones, pero no tienen empacho en pagar malos salarios a sus jugadores. 
Y este es otro de los puntos vitales.  En un fútbol de bajo nivel como el nuestro, en donde todos los jugadores se ven iguales y juegan igual, no cabe la cuestión de los salarios preferenciales o desproporcionados entre un jugador del Saprissa y otro de Pérez Zeledón.  Aquí no hay Robiños, Cannavaros ni Messis.  Aquí todos forman una masa gris casi indefinible, pues si jugaran con antifaces, sería muy difícil identificar a alguno. 
En este trabajo todo futbolista de cualquier equipo que esté en primera división, debe tener un salario mínimo que le permita vivir holgadamente.  Es por eso que deben ser pocos los equipos de la división mayor.  Y la presión que ejercerían los demás por entrar a ese círculo de los elegidos, sería el motor que los obligaría a todos a dar el máximo de su rendimiento, tanto en su equipo, como en una eventual convocatoria a la “Tri”.  ¿Que todo esto es una fantasía?  ¡Claro que sí!  Pero todas las realidades y logros presentes dan sus primeros pasos en el mundo de los sueños.
Y por último está el asunto de la infraestructura física.  Se dice que el estadio del “Monstruo” es de lo mejor; sin embargo, hay que observar su deprimente fachada este, para darnos cuenta de que falta mucho por hacer atractivos esos centros deportivos.  No solo se trata de la cancha de juego; el servicio al cliente va mucho más allá de esos asquerosos orinales y todas las incomodidades internas.  Hay que construir estadios de calidad mundial, no solo por el zacate, sino por todo el conjunto de cosas que hagan sentirse cómodo y feliz al aficionado.  Al que paga por toda esa “vara”.
Futboleramente
                                   RIS         E-mail:  rhizaguirre@gmail.com    

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