jueves, 7 de abril de 2011

350 ¡Qué tristeza!


350  “LA CHISPA” 

Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”

¡QUÉ TRISTEZA!

        Varias “Chispas” se han escrito sobre el tema de la corrupción a lo largo y ancho de nuestra América Latina y, en especial, en Costa Rica.  Tanto se habla de ella, y tanto se practica, que hemos llegado a lo más triste que le puede pasar a una sociedad: verla como algo normal e inevitable en las relaciones Estado-Ciudadanos.  Qué tristeza que el ciudadano pierda la confianza en el Gobierno y que solo vea en las acciones de este, maniobras sospechosas con el fin de favorecer a grupos y personas allegadas a aquel; o peor aún, cuando el ciudadano piensa que los gobernantes hacen “movidas” personales bajo el antifaz del interés público.  ¡Qué tristeza es cuando el hombre común observa la obsesión casi colérica y fanática de un presidente que se extralimita en sus funciones para que se apruebe una determinada ley o proyecto, en donde existe la sospecha de que el funcionario tiene negocios particulares ajenos a los intereses del Pueblo!   Qué tristeza cuando el ciudadano solo ve cosas turbias en las acciones del gobierno y sus empleados de todos los niveles.
            ¡Qué tristeza cuando el ciudadano duda de la elección de un Presidente y las maniobras que condujeron a este a ocupara ese empleo!  Es deprimente que UN SOLO CIUDADANO se pregunte o tenga sospechas acerca de cuántos magistrados fueron comprados para que alguien logre esa posición en el gobierno.  Es triste que toda acción del Gobierno sea objeto de desconfianza, chistes y sospechas por parte de la ciudadanía.  Es penoso que cuando hay una licitación del Gobierno, la gente sepa de antemano  quienes serán los beneficiados con los contratos gubernamentales.  ¡Qué tristeza es cuando la corrupción adquiere una especie de careta “legal” en los asuntos del Gobierno; pero lo peor de todo, es cuando el ciudadano los acepta, se rinde y paga!  Es horrible cuando el individuo se pregunta qué fuerzas mediaron para que un delincuente acusado de homicidio o cualquier otro delito grave, sea puesto en libertad por orden de algún juez desconocido.  Y el estupor del ciudadano llega cuando se entera de que el delincuente abandonó el país tranquilamente.  ¿Qué hizo que ese juez actuara así?  El ciudadano sospecha y se pregunta con mucha razón: ¿Cuánto le pagaron?
            La legislación debe contemplar como el delito más grave, la simple sospecha de que un funcionario haya sido comprado, seducido o inclinado en sus decisiones por concepto de pagos, regalías o cualquier forma de soborno.   El Presidente de la República debe ser como la mujer del César; estar por encima y más allá de toda sospecha.  Pero por desgracia, toda la legislación que tiene que ver con la moral de los funcionarios no es clara ni tajante; tiene mil portillos y escapes por los cuales cualquiera puede salirse con la suya.  Se supone que el Presidente debe ser inmune a toda tentación (aspecto moral), pero además, absolutamente independiente en sus funciones.  Entonces ¿cómo es permisible que haga “asesorías legales” privadas al margen de su función de Presidente?  ¿Qué pasa cuando este individuo se subordina a cualquier poder extraño mediante la aceptación de dádivas (cubiertas con pretextos)?  O peor aún, cuando por voluntad propia se convierte en sirviente de intereses ajenos a los del pueblo.  La historia de Costa Rica está llena de ejemplos de esta clase.  De presidentes que se “convirtieron en asesores legales” de empresas extranjeras que tenían negocios con el Gobierno.  ¡Qué tristeza es que el ciudadano no pueda comprender cómo SU PRESIDENTE es empleado de una transnacional en forma simultánea con su cargo de Ejecutivo de la nación!   No puede ser “legal” semejante aberración.  El Presidente de mi país NO puede ser SIRVIENTE de ninguna empresa nacional o extranjera.  Su juicio y conducta NO DEBEN ESTAR COMPROMETIDOS POR UN SALARIO (sobornos) que le paguen grupos ajenos con intereses comerciales con el Gobierno. 
El ciudadano-presidente DEBE VIVIR CON EL SALARIO QUE LE PAGA EL PUEBLO.   Y si lo cree insuficiente y no le basta, que no acepte el cargo; que se vaya a la empresa privada y que desde ahí, haga todas las ASESORÍAS “LEGALES” que le plazca, pero que no use de manera inmoral las ventajas que le ofrece el hecho de ser Presidente de la República, para embolsarse regalías que trabajando en la empresa privada JAMÁS LE PAGARÍAN.  ¡Qué tristeza es que los ciudadanos tengamos que utilizar el eufemismo “regalías” para referirnos a los sobornos!  ¡Qué tristeza es que la ley nos obligue a callar y nos amenace si les decimos ladrones a los ladrones; corruptos a los corruptos!  Con tantos abogados colmilludos en el país, ¡qué tristeza y coincidencia extraordinaria es que tenga que ser el Presidente de la República el que “asesore legalmente” a esas empresas extranjeras!
¡Qué tristeza es que todos los actos de los gobernantes sean motivo de sospecha para el pueblo!  Un contrato, una licitación, un nombramiento, una venta, una compra; todo es motivo de duda y de inmediato pensamos en cuánto pagó este o aquel por obtener tal o cual cosa del Gobierno.  ¡Qué tristeza!  Y cuando por casualidad aparece un funcionario que tiene la apariencia de ser honesto, toda la maquinaria de la corrupción se pone a trabajar, a hurgar en su vida, y a inventarle cualquier acción dudosa que lo iguale a la manada, como el caso de don Rodrigo Carazo.  El rasero de la corrupción es implacable con los honrados.  Y eso es lo que ha hecho que la política en Costa Rica sea un territorio copado casi en su totalidad por personas que distan mucho de ser ejemplares para la ciudadanía.  ¡Qué tristeza!
Triste pero fraternalmente
                                               RIS.
E-mail:                                   rhizaguirre@gmail.com
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