lunes, 11 de abril de 2011

914 La Economía


914    “LA CHISPA           (23 marzo 2011)
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
LA ECONOMÍA
            Ni la religión, en su peor o mejor momento, produjo tanto pánico, incertidumbre y desolación como el que nos causa la ECONOMÍA moderna.  Esta “ciencia” esotérica ha adquirido la categoría de dogma celestial; de VERDAD inapelable que la convierte en algo así como el Karma, un demonio o hado imposible de someter al orden; que actúa por su cuenta y sobre el cual nadie tiene dominio.  Es como un terremoto, sunami o huracán; una fuerza incontrastable de la Naturaleza a la que nadie se puede ni debe oponer.  Pero ¿es cierto eso?  ¿Somos víctimas impotentes de esa actividad, o solo se trata de una gigantesca manipulación al servicio de los grandes capitalistas del mundo?  ¿En manos de quiénes está la economía mundial?  Tanto la banca local como la internacional y los grandes organismos financieros como el FMI y el Banco mundial, se encuentran en manos de la misma gente.  Que todo el mundo conoce.  Y desde allí ha dimanado la gran falacia de esa “ciencia” que se ha convertido en materia sacrosanta respaldada por infinidad de “economistas” que, amparados por un título y un montón de teorías dogmáticas, nos presentan este problema como algo fuera de toda posibilidad de control. 
            “La economía tiene sus leyes implacables” –nos dicen.  Nada podemos hacer.  Y esa actitud es la que conviene a los grandes banqueros; que los gobiernos y la gente crean que “nada se puede hacer” ante los desmanes del Gran Capital (comerciantes, banqueros, prestamistas y toda la caterva de ladrones que se ampara bajo el dogma de la “fatalidad de mercado”).   Una vez aceptado ese principio, estamos fritos.  Y a partir de allí, empiezan a funcionar los elementos que se consideran inseparables de ese maligno quehacer.  Subida de intereses bancarios, de precios, reducción de salarios, pérdida de trabajos (lo cual crea terror en la población), devaluación, supuesta contracción, aumentos en los bienes y servicios, aumentos en la materia prima; en fin, todas las retorcidas maniobras que acarrean cataratas de dinero a las arcas del Gran Capital.  Esa hidra insaciable de mil hocicos que chupa la sangre de los pueblos.  Y todo muy bien explicado por las teorías de los profesionales en este campo.  Es imposible oponerse a “los designios inevitables e implacables de las fluctuaciones del mercado”.   “Es la crisis mundial” – nos dicen.  Acepte más horas del trabajo por el mismo pago.  Admita medio salario.  Pague más por los frijoles o quédese sin comer.  Cancele más intereses por los préstamos o créditos.  Pague más por el agua, la luz, el gas, la línea blanca, los automóviles y todo lo que se importa.  “Es culpa de la crisis”  Y toda esa crisis va a parar a los bolsillos de la misma gente. 
            El terror de esta actividad se ha instalado en nuestras vidas y hogares.  “Nada se puede hacer contra ella”.   Es como Dios o el Diablo: todopoderosa, aterradora, implacable, inmutable, libertina.  Pero ¿es cierto eso?  ¿O solo se trata de un enorme fraude del Gran Capital?  ¿Algo que a través de los “economistas” nos han hecho creer?  ¿Es una verdad de origen divino, y que nadie puede hacer nada en relación con sus inescrutables designios?   Entre los dogmas que nos explican la inflación, se nos dice que está el exceso de dinero circulante… y la gente se lo cree.  Como si los bancos fabricaran dinero y se lo regalaran a todo mundo.  O como si hicieran óleo con él.  El que no tiene, NO TIENE.  Los pelagatos NO PUEDEN SER CAUSANTES DE LA INFLACIÓN porque NO tienen dinero.  ¿Entonces?  Vean que todo proceso inflacionario o de “crisis”, hace que los ríos de la fortuna fluyan en una sola dirección: hacia los grandes capitalistas.  Recordemos que en tiempos normales las cosas se mantienen normales (axioma), eso significa que los precios están “quietos”; pero eso no le sirve al COMERCIO.  Entonces, hay que crear las crisis, pues en el desorden y pánico que estas producen, la banca y los comerciantes hacen fiesta con la riqueza de los pueblos. 
            ¿Es imposible ejercer algún mando sobre el rumbo de la Economía?  DESDE LUEGO QUE NO.  Pero eso no le conviene al Gran Capital ni a la banca usurera.  Es por eso que nos han vendido la idea de que aquella es un ente ingobernable que hace lo que le da la gana con la plata de todos, y que lo único que podemos hacer es paliar sus efectos a través de la banca mundial (FMI y BM) y sus Sumos Sacerdotes.  Tienen infinidad de teorías para “probar” que todo intento por frenar los desmanes de la banca y el comercio, solo trae males mayores… y la gente se lo cree.  “El control de precios es un crimen inaceptable” –nos dicen.  “Hay que dejar que todo se maneje mediante la oferta y la demanda”.  “Que sea el mercado el que regule los precios”.  Y aunque todos sabemos quiénes son los que fijan los precios (si pensamos), nos tragamos el anzuelo de creer que es algo sobrenatural lo que determina la escalada de abusos del comercio y la banca.
            La Economía, como toda actividad humana, está sujeta a reglamentación.  Pero al Gran Capital no le conviene esta verdad, y es por eso que, a través de sus voceros: economistas y teóricos clásicos, ha inventado toda clase de cuentos cuyo objetivo es confundir a la gente y que caigamos rendidos en brazos de los “especialistas”; en manos de los brujos de esta seudo ciencia que siempre ha estado al servicio de la banca y el comercio.  Parafraseando otro refrán, bien podríamos decir: “Dios me proteja de los economistas, que de la Economía me libro yo”.   La Alemania de la posguerra mundial primera, demostró esta verdad.
            ¿Puede esta ser sistematizada por el Estado?  Por supuesto.  Pero en todo el mundo en donde el capital y la banca (en manos de la misma gente) mandan, los gobiernos no son más que títeres de las respectivas oligarquías criollas, dependientes de la Banca Mundial.  Es por eso que el dogma prevalece como una lápida mortuoria: “Nada se puede hacer en contra de los vaivenes aleatorios de la Economía”.  Amén.  Solo las medidas paliativas que SIEMPRE recaen sobre el mismo sector de la sociedad: los remiendos fiscales.  El  gran mito se sostiene contra viento y marea, y hemos llegado a creer que es algo en contra de lo cual nada podemos hacer.  Pero ¿es eso cierto?  ¿O solo un cuento de conveniencia para la Banca y el Comercio Mundial?  Mediten, estimados amigos, pues es hora de buscar una alternativa aceptable al sistema que llevamos sufriendo por más de un siglo: el dogma de las teorías capitalistas.   Seguiremos con esto.
            Fraternalmente
                                   Ricardo Izaguirre S.              E-mail: rhizaguirre@gmail.com
Blogs:       La Chispa        http://lachispa2010.blogspot.com/     con link a      Librería en Red
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