miércoles, 20 de abril de 2011

64 ¿Cuanto cuesta una embajada?

64      “LA CHISPA”     (mayo 2003)    
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”.
¿CUÁNTO CUESTA UNA EMBAJADA? 
            Hace muchos años, un conocido mío que había sido embajador de Costa Rica en algún país de Europa, cercano a Francia, me contó que mientras él hacía el posgrado de su carrera en una universidad de París, tenía tres compañeros, embajadores de Costa Rica en otros tres países vecinos a Francia, haciendo sus maestrías en la misma universidad parisina.  Los cuatro, pues, habían sido premiados por sus servicios durante la campaña política, con sendas embajadas para que terminaran sus carreras profesionales a orillas del Sena.  Entonces, ¿para qué sirve un embajador o una embajada?  Antes era un emisario de un reino o gobierno que llevaba la voz de su rey o lo que fuera, al monarca de otro país.  Pero ahora que existe el teléfono CGS, la televisión interactiva y la Internet, ¿para qué hace falta un embajador?
            Está bien que los Estados Unidos tenga embajadas en todo el mundo, pues ellos son los dueños de todo, y les es de vital necesidad estar interviniendo en todo, intrigando, botando gobiernos, entrometiéndose en la política nacional de otros países y, en fin, controlando todo lo que ellos consideran que es su derecho divino.  Pero ¿qué razón tiene Costa Rica para tener 54 embajadas en el mundo?  Además de 68 consulados honorarios (¿?) y 54 remunerados.  Por ejemplo, ¿para qué tenemos embajadas en Ecuador o Bolivia?  Estaría bien una embajada en España o Alemania para toda Europa; pero más que una embajada, una oficina de comercio para estimular las inversiones y la venta de nuestros productos.  Un embajador-comerciante que ande por todo el continente haciendo propaganda acerca de Costa Rica.  Pero ¿para qué una embajada en Barbados, Rusia, Corea o Perú?  Está bien una embajada en los Estados Unidos; talvez otra en Japón, si es que esa gente nos compra algo de café o cualquier producto.  Para el contacto con África y Sudamérica, debería bastarnos con las embajadas que ellos tienen aquí.  Y ahora que somos parte de la “COALICIÓN” de los Estados Unidos, estos pueden hacerse cargo de nuestros asuntos consulares y “embajatoriales” en todos los países con los cuales ellos tienen relaciones.  Solo sería cuestión de pedirles un cuartito en sus edificios y ¡listo!, tendríamos embajadas gratis, y con la protección yanqui.  Pero podríamos ir más lejos todavía, ¿por qué no pedirles que ellos se hagan cargo directamente de nuestros asuntos?  Así ni siquiera tendríamos que pagar por ese funcionario.
De nuevo ¿qué es lo que se requiere para ser embajador o miembro del cuerpo diplomático en cualquier nivel?  ¿Un título universitario que lo acredite para la carrera?  ¿O simplemente tener un amigo o pariente en Relaciones Exteriores, ser familia del gobernante de turno, o haber servido en la campaña política?  ¿Es la diplomacia una función útil de alto nivel para la Patria, o simplemente es un premio de la piñata política?  ¿Hay personas verdaderamente capacitadas en ese servicio, o son simplemente “botellas” políticas que han sido favorecidas durante los cuatro años del mandato presente?
En la prensa del 14 de mayo se informa que la Defensoría de los Habitantes cuestionó el nombramiento de SESENTA Y NUEVE diplomáticos que fueron reclutados desde el año pasado (2002).  Y ya que es nada menos que don José Manuel Echandi, el jefe de esa institución el que hace la denuncia, por fuerza debemos suponer que debe tener razón.  Y es aquí donde se demuestra la poca diplomacia de nuestros “diplomáticos”.  Si los puestos están a derecho, lo más simple que tiene que hacer el titular de la cartera es llamar a la prensa y demostrar con hechos, que las palabras del Defensor no tienen fundamento.  Así de simple; luego la misma prensa se encargaría de poner en ridículo a este funcionario; pero en lugar de esa diplomática medida, el Ministro sale a la prensa “enojado” como dice “La Nación”, a criticar al Defensor de los Habitantes.  Incluso el señor Presidente terció en un asunto que se supone puede ser contestado y resuelto por el Ministro de RREE.  ¿Por qué?  Cualquier enredo en ese Ministerio es competencia del Ministro de esa cartera.  Entonces ¿por qué el Presidente sale a lamentar la denuncia que hizo quien fue puesto allí para denunciar todo lo irregular?  ¿No es para eso que se nombró a este funcionario?  Eso antes que diplomacia, parece politiquería y deseo de estar en el candelero público para mantener viva la vigencia presidenciable y aparecer en el ranking de popularidad como si fueran estrellas de rock.
Todo el mundo sabe que los nombramientos públicos, incluidos los del Servicio Civil, no son más que una mascarada legalista y que son burlados por los funcionarios de mayor rango cuando les da la gana, bajo cualquier pretexto.  Así, los puestos de funcionarios se convierten en un arma política, botín de guerra y una rebatiña entre los allegados al Poder (amigos, parientes, correligionarios, conocidos).
¿Cuánta cuesta una embajada en dinero aportado a la campaña?  El manual de Servicio Exterior cita una serie de exigencias que, en algunos casos, parece que fueron hechas para alguien que estaba estudiando, o que jamás terminó su carrera profesional.  Está bien que el título de abogado o economista capacite para algunas facetas de la carrera diplomática; pero debe ser requisito sine qua non para ingresar al servicio diplomático, haber cursado una carrera sobre diplomacia (relaciones internacionales y “politología”).  Simplemente ser abogado no autoriza a nadie para ser diplomático; tampoco es posible que ser cantante dé categoría para convertirse en “asesor cultural”; a menos, desde luego, que se tenga esa capacidad como un don natural, o que sea una recompensa política.  Pero como tal habilidad no se puede medir sobre suposiciones, debería ser obligatorio un grado universitario en diplomacia.   Y el otorgamiento de esos puestos debe estar en manos del Servicio Civil, a pesar de todas las leyes deficientes con las que lo han castrado para que solo sea un pretexto político.                                

 El servicio diplomático debe ser una profesión apolítica al servicio del país y no de los partidos.  No puede seguir ese relajo de que cada vez que hay cambio de bando en el poder, les sacudan el palo a las bandadas de “diplomáticos” de todos los rangos; además de los enredos económicos y sociales que tiene como consecuencia el despido masivo de funcionarios que ya han adquirido alguna experiencia en ese oficio.  Imitemos algo de lo bueno que tienen los norteamericanos en ese aspecto.  El embajador yanqui es el embajador de U.S.A., no de los demócratas o republicanos.  Eso es diplomacia. 
¿Qué es lo que hace un embajador, cuál es su trabajo y a quién da cuentas de sus logros para el país?  Yo sé de un embajador que estuvo toda la administración pasada en ese puesto, y solo para las elecciones vino a Costa Rica (por lo menos en forma notoria) a informar algo a la prensa, y de lo único que nos participó fue que él era vecino de un famoso Senador “norteamericano” que asistía a la misma Sinagoga que él.  Luego, creo que ha seguido en el mismo cargo.  ¿Es eso lo que hacen los Embajadores?  Si solo es eso, yo quiero ser embajador, o por lo menos, ataché”.
¿Qué negocios tenemos con Turquía para que estos requieran un embajador?  ¿Qué significa ser “agregado de inversión” en Nueva York?  ¿Qué hace un “agregado comercial” de Costa Rica en Perú?  ¿Qué negocios tenemos con Perú que ameriten un “agregado” más?  ¿Importamos guano de ese país?  En fin, ¿cuántos millones de colones nos cuestan a los contribuyentes la manutención de tan frondoso Servicio Exterior cuya utilidad desconocemos?  Y si tenemos embajadores por todos lados, ¿para qué viajan el Presidente y los diputados? Muchas preguntas más podríamos hacer, pero creemos que estas bastan para que nuestros amigos lectores formulen otras y exijan del Gobierno respuestas que no sean hepáticas, pues el dinero con el que se paga a esos funcionarios no es del Ministro ni del Presidente sino de los ciudadanos contribuyentes
Y este "método" de nombramiento de "diplomáticos" sigue vigente en el año 2011. 
           
Fraternalmente
                                               RIS       E-mail: rhizaguirre@gmail.com                                                    

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