miércoles, 6 de abril de 2011

681 ¿Por qué se quieren "volar" a Dios de la Constitución?


681    “LA CHISPA”        (20 Set. 2009) 
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
¿POR QUÉ SE QUIEREN “VOLAR” A DIOS DE LA CONSTITUCIÓN?
            En el mes de marzo del presente año fui al Seguro Social en busca de medicina para mis ojos (cuestiones de la vejez) que me torturan diariamente.  ¿Y saben qué?  Me dieron una cita con el ojista para el SIETE DE JUNIO DEL 2010.  Sin embargo, puedo considerarme privilegiado, ya que muchas personas con enfermedades graves de verdad, reciben citas para dentro de dos o tres años.   Ante mi asombro, la fina y dulce doctorcita que me atendió, sintió una especie de compasión y trató de suavizar el asunto con algunas palabras de consuelo.  Yo le dije: “Dada mi edad, para esa época podría estar muerto, lo cual sería una buena solución para el Seguro, ¿no es cierto?”.  ¿Y a qué viene este ejemplo?  Pues a la necesidad de resaltar UNO de los cientos de angustias que aquejan a esta sociedad, y de las cuales deberían ocuparse los DIPUTADOS, en lugar de estar tramando como “eliminan” a Dios de los documentos oficiales. 
Ese es un drama que viven miles de ciudadanos todos los días; un verdadero problema que debería merecer la más auténtica preocupación de los diputados.  También el lío de las pensiones de tantos ancianos que viven de la caridad pública.   Lo mismo que la vergüenza de las niñas prostitutas que plagan nuestras calles nocturnas; la corrupción que corroe todas nuestras instituciones públicas, incluidas aquellas que, supuestamente, deben velar por el cumplimiento de las leyes: jueces, magistrados, políticos, diputados, policías y toda clase de malos funcionarios que han hecho de su compromiso laboral un medio de enriquecimiento ilícito desvergonzado.   ¿Será por eso que quieren eliminar a “Dios” de cualquier documento oficial que los obligue moralmente a un compromiso con Aquel y con la Patria?   ¿Será que les incomoda JURAR sobre un libro al que los constituyentes pusieron bajo la tutela del Altísimo?   ¿Será que sienten alguna vergüenza al incumplir aquello a lo que se comprometieron bajo juramento sagrado ante Dios?  ¿Será esa la razón por la cual unos cuantos avivatos, con los argumentos más deleznables, quieren eliminar el último compromiso moral adquirido ante el pueblo y bajo el ojo justiciero de la Deidad?  ¿Quieren librar su consciencia del fardo que significa violar su juramento político del cual es testigo y garante nada menos que Dios?
            Hay centenares de problemas que reclaman toda la dedicación de los diputados; además, tienen encima la campaña política (actividad de la cual no salen jamás).  Entonces ¿a qué viene la tentativa de “borrar” a Dios de los documentos oficiales que invocan su ayuda para el cumplimiento de las esperanzas de la gente?  ¿Qué tiene de malo implorar, vía Constitución, la ayuda divina para gobernar la nave de la Patria a través de los tiempos de necesidad que estamos viviendo?   ¡Por Dios!, ¿no tienen otra cosa que hacer esos vagos?   Los tecnicismos no son más que idioteces con las que tratan de maquillar las malsanas intenciones que hay por debajo de esa sacrílega intención.  Este es un país cristiano y lleno de fe; y aunque haya algunos incrédulos y materialistas; filósofos e intelectuales descreídos, esa no es razón suficiente para semejante agresión en contra de la mayoría creyente.  La simple proposición de esa irrespetuosa ponencia, constituye una bofetada a la fe de una sociedad que, en su mayoría, supone que nuestros políticos y gobernantes invocan todos los días al Creador para conducir a la Patria por un derrotero de paz, justicia y prosperidad.
            En un mundo materialista, plagado por la codicia,  corrupción estatal, crimen, abuso, injusticia social, egoísmo y toda clase de perversiones, lo último que nos falta es que un grupo de individuos pretenda quitarnos la ilusión de que Dios vela por nosotros a través de la Constitución.   No importa que algunos no crean que eso es así, pero la inmensa masa de este pueblo bueno y gentil piensa que sí, y eso DEBE RESPETARSE.  Lo que menos necesitamos es que, un grupito manipulado por un oscuro poder tras bambalinas,  quiera tomarse la atribución de quitarle a la gente la dulce idea de que nuestros gobernantes invocan a Dios al tomar sus decisiones, y que Este está presente en todos los hombres que tienen la responsabilidad de gobernar a esta Nación.  Todos queremos creer que existe un compromiso moral entre los gobernantes y el pueblo, y cuyo fiador es Dios, según está implícito en la Constitución Política. 
            Entonces, ¿de dónde puede haber salido semejante aberración?  Está bien que el Estado no profese religión alguna; que no tenga preferidas.  Pero dado que casi toda la ciudadanía es cristiana, no se debe prescindir de la presencia de Dios en los documentos oficiales, porque eliminar a Dios, significa hacerlo con Cristo, ¿no es así?   ¿Y quiénes podrían estar interesados en la desaparición de Cristo de la Constitución?   Esta misma gente logró que nada menos que en los Estados Unidos, se prohibiera la invocación de Cristo y todo tipo de rezos y menciones religiosas en las escuelas públicas.   Y aunque parezca una fábula, la verdad es que hay un siniestro grupo interesado en que eso pase, aunque los pretextos argumentados por los diputados nacionales tengan la apariencia de ser un asunto correcto y de carácter “democrático” para hacerles justicia a las religiones NO católicas.  La verdad es otra, y ellos lo saben muy bien.   Es adecuado y deseable que el Estado sea laico en el sentido de que no tenga una religión oficial; pero que se convierta en ATEO para la satisfacción de los intereses de una minoría, es otro cuento. 
            Esta es una sociedad de fe que confía en que sus gobernantes sean iluminados por la Voluntad del Altísimo para felicidad de todos.  Entonces, ¿a qué viene la criminal maniobra cuya intención es romper esa cadena de creencias que proporciona tanta seguridad a un conglomerado de seres humanos que, pese a la plaga de los políticos, continúa creyendo que estamos en manos de Dios?  Eso lo garantiza la Constitución, y es lo que le da valor a ese documento.  La Constitución sin Dios solo es un panfleto politiquero como tantos otros, al cual se puede violar impunemente; sin remordimiento ni sensación de culpa.   ¡Qué idea más desafortunada!  ¿Tan ansiosos de figurar en algo están esos individuos tan anodinos a los cuales nadie ha notado en cuatro años?  Sus titiriteros han de estar frotándose las manos y muertos de risa. 
            Fraternalmente
                                   Ricardo Izaguirre S.                                           E-mail:    rhizaguirre@gmail.com
Blog:     La Chispa          http://lachispa2010.blogspot.com       con link a      Librería en Red
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