jueves, 30 de septiembre de 2010

783 ¡Chingos de publicidad!

783    “LA CHISPA”                   (24 abril 2010)
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
¡CHINGOS DE PUBLICIDAD!
            Recientemente el ICT ha puesto en el mercado radial una publicidad horrenda, según mi criterio, y quisiera que algunos de mis amigos me dijera qué piensan de ella.  Solo se las recuerdo para ver qué opinan, y para saber si en realidad es estúpida, o si solo soy yo el que no entiende esta materia avant-garde.          
            Se supone que el ICT  (Instituto Costarricense de Turismo) debería tener los mejores publicistas del país, dada la elevada función que este desempeña en una actividad nacional tan lucrativa, que depende de la calidad de los anuncios que hagamos para promocionar al país y hacerlo atractivo a los extranjeros. Y si esta Institución no cuenta con un equipo propio, al menos debería contratar a las mejores empresas nacionales para que les hagan un trabajo de calidad, sin importar que este vaya dirigido solo hacia el turismo nacional.  Pero está visto que ahí parece que no hay personas inteligentes capaces de distinguir entre lo que es una buena y artística propaganda, y lo que es un mamarracho grotesco, ofensivo y carente de sentido.  O indicador de que  ahí no hay gente que entienda cuál es el objetivo de esa labor.  Todos sabemos que esta profesión es una serie de engañifas bien articuladas, con la intención de convencer a los posibles consumidores y usuarios de las bondades de aquello que les están ofreciendo.  Pero esta debe ser fina, creíble, respetuosa y, si se puede y se tiene el talento necesario, original y creativa.  Que guste, que nos “toque” con sutileza, imaginación, buen gusto y consideración.  Entonces ¿qué es lo que el ITC está tratando de hacer?  ¿Desacreditar al país?
            ¿Qué es lo que ese cebo reciente del ICT nos quiere decir?  ¡Por todos los dioses! ¿En qué estaban pensando esos señores cuando crearon, sometieron a estudio y dieron la orden para que se hiciera pública esa propaganda surrealista tan brutal que ni siquiera a André Breton se le hubiera ocurrido?  He escuchado varios de esos anuncios y aún no puedo digerirlos.  No sé qué es lo que quieren decir con esos “contrastes” tan absurdos y negativos con los que pretenden estimular el turismo nacional; pero mediante los cuales producen en la mente de los que escuchan, la impresión más deplorable de lo que es el ambiente citadino nacional.  Y eso nos lleva a pensar que, con colaboradores así, no hace falta la competencia de Panamá, Guatemala o Cancún.   ¿Han oído esa propaganda?  Parece que la hubieran concebido saboteadores del ICT, de la industria turística y de Costa Rica. “Relájese con el esmog, respire profundo”, “Diviértase en los atolladeros de carros”,  “Disfrute de las colas que no avanzan”, “Goce de los trabajos pendientes”,  “Celebre la angustia de sus deudas”, “Festeje el último berrinche de su hijo” y otras salvajadas por el estilo.  No es literal, pero esa es la idea general.  ¿Quiénes habrán diseñado semejante concierto de idioteces?  ¿Pretendieron hacerse los graciosos?  ¿Quisieron hacer un rompecabezas intelectual por contraposición de ideas?  No lo sé, pero sí es cierto que crearon una vulgaridad que es la antítesis de la publicidad.  Y esta propaganda no solo es chocante por sus insinuaciones sino que daña la imagen que alguien pudiera formarse de lo que es este país. 
            ¿No hay un departamento de control de calidad en el ICT?   ¿Cómo se les pudo escapar semejante engendro de su oficina de censura?  He escrito varias “Chispas” acerca de esta ocupación y he dicho que esta debe llenar ciertos requisitos básicos que la hagan agradable, aunque todos sepamos cuál es su fin último: debe ser clara, alegre, respetuosa, corta y fina.  Esos son los elementos básicos de la publicidad estándar, la que realizan los jornaleros de este oficio; pero si a esas características se le puede agregar el toque de la originalidad y belleza, estamos en presencia de los artistas de ese género.  Claro que eso es mucho pedir.  Sin embargo, los destinatarios de esa actividad tenemos el derecho de exigir cierta calidad (algún grado de talento) en el producto de esa labor.  No es justo que cualquier idiota escriba un montón de majaderías y que, con ellas, se dedique a ofender la inteligencia y sensibilidad de aquellos a los que se supone deben halagar y mimar, pues son estos los que le dan de comer.   Es tolerable una propaganda simplona, inocua, anodina, aburridora, que no diga nada; pero es imperdonable aquella que irrespeta a la clientela a la cual va dirigida y que es el leitmotiv de esa profesión.   Los medios deben LISONJEAR al público y no hacerlo sentirse mal o incómodo.
            Sin embargo, a pesar de ese necesario requisito, esta gente sigue insistiendo en barbaridades como esa “propaganda” del ICT y de aquella otra tontería mediante la cual los comerciantes amenazan y asustan a sus probables clientes antes de establecer contacto con ellos: “Aplican restricciones”.   O el patético anuncio del cerdito que cruzó la luz del túnel y que ahí vio al atún y a otro bicho “en donde ya nadie les puede hacer daño”.  O algo así.  Esa fábula es hiriente, pues hace burla del dolor de un ser vivo, aunque solo se trate de un chancho.  Es un anuncio teñido con un humor tan macabro como el que utilizaban Vincent Price y Peter Lorre en sus películas.  ¿Y qué me dicen de aquel que ha sido pintor de brocha gorda por VEINTE AÑOS?  ¿Cuál es el mensaje que nos envía esa afirmación?   ¿La de la incapacidad de salir de ese estrato social por casi un cuarto de siglo?
            ¿Y qué nos dicen de la petición de la Cruz Roja y sus famosos bingos?  Más que una invitación a colaborar, es una especie de intimidación brutal en donde el individuo que hace la oferta utiliza un tono de voz que más que un pedido, parece una amenaza.  Tanto es así, que después de esa “oferta”, al otro cliente no le queda más remedio que comprar el cartón, tiquete o lo que sea.  Estos publicistas olvidaron por completo el aspecto sicológico que hay detrás de todo negocio en el cual alguien vende y otro compra.  La compra-venta es un acto libre en el que NO DEBE existir la coerción, sin importar la nobleza y altura de los fines que persiga cualquier institución como esa.   Lástima que no haya un “control de calidad” en la Asociación Nacional de esos profesionales.  Así se evitarían tantas sandeces en la radio y televisión.
                                         RIS

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