lunes, 6 de septiembre de 2010

384 El poder de la propaganda

384 “LA CHISPA

Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”

EL PODER DE LA PROPAGANDA

         Casi la mitad del siglo pasado fuimos víctimas de la propaganda política. A través de la prensa, radio, la novedad de la televisión pero, sobre todo, del cine; fuimos bombardeados por una propaganda insidiosa con la cual nos hicieron odiar a los rusos y verlos como monstruos apocalípticos. Ellos representaban la posibilidad del fin del mundo. Eran los malos de las películas; crueles, malvados, feos y salvajes enemigos feroces y gratuitos de todo lo que fuera occidental; además, ateos que perseguían y mataban a los curas, rabinos, imanes y pastores; y como los latinos creemos ser “occidentales”, nos convertimos en enemigos de la Unión Soviética, de Stalin, Malenkov, el Politburó y todo lo que sonara a ruso (menos el vodka, desde luego). El Imperio del Mal quería destruirnos a los latinos, pues tenía cohetes atómicos capaces de llegar hasta Chile, la Argentina o Costa Rica. Los rusos querían destruir San José, La Paz, Cancún y Golfito. La VOA nos decía que los rusos nos odiaban de muerte y que su sueño era convertirnos en esclavos para ser conducidos a Siberia. La KGB era el Demonio personificado, equivalencia de maldad, tortura, desaparición, muerte y odio al llamado “mundo libre”, liderado por los simpáticos norteamericanos. Eso a pesar del PRI, Batista, Carías, Somoza, Marcos Pérez Jiménez, Odría, Rojas Pinilla, las Juntas Criminales de Brasil, El Salvador, Guatemala y Argentina, Pinochet y Trujillo, todos certificados por Washington. Todos campeones de la democracia del “Free World”.
        La Cortina de Hierro era sinónimo de crueldad, perversión, satanismo y todo lo peor que podamos imaginarnos. La ciencia rusa, aunque mala e inferior a la de Estados Unidos, estaba dedicada a la consecución de objetivos dañinos para todos “los buenos y cristianos occidentales”. Y con esa propaganda radial, televisiva, periodística y cinematográfica fuimos adoctrinados durante casi medio siglo. La satanización de la Unión Soviética llegó hasta el punto en que un amigo mío, se opuso y rechazó una beca que le dieron a su hijo para estudiar medicina en Rusia. Hoy ese hombre continúa siendo un obrero de los muelles, pero “demócrata”.
    Sin embargo, bastó que la URSS se desintegrara, perdiera la dignidad, se sumara a la procesión de naciones limosneras detrás de USA, para que toda la propaganda se silenciara y tomara un rumbo distinto. Ahora resultaba que la KGB solo era una organización de payasos mal pagados, brutos y que nada sabían ni habían penetrado los círculos de seguridad perfecta de Amérrica; Gulag dejó de ser noticia y Liublianka es ahora un hotel gringo de cinco estrellas. La McDonald ya tenía millares de restaurantes en toda Rusia. Las petroleras yanquis estaban en Siberia, y esta se convirtió en un bello lugar en donde jamás hubo cárceles ni las famosas deportaciones masivas. El Kremlin se transformó en un bello museo que, junto con la tenebrosa Plaza Roja, dejó de ser el símbolo de la maldad del Politburó. Ahora resulta que el “temible” ejército ruso estaba constituido por miles de inútiles corruptos que incluso venden sus rifles y se dan a la fuga. Los tanques no sirven, los submarinos son anticuados y se hunden solos. La aviación soviética no sirve para nada. Y los logros espaciales de esa nación fueron producto de la casualidad. Ahora que las empresas gringas han invadido y colonizado a Rusia, ¿a quién le importa esa historia trágica con la que crecimos atemorizados los latinos del siglo pasado? Who cares?
      Lo mismo, pero en segundo plano, le fue aplicado a China. Pero como este país no era una potencia económica real (algo que anticipó DeGaulle), no le preocupaba mucho a USA. Solo se nos hablaba de lo mal que vivían los chinos, de cuánta hambre padecían, de cómo morían millares de niños de desnutrición, que nadie estudiaba, que no tenían casas ni atención médica. Que no estaban a la altura de nosotros los “occidentales” debido al comunismo ateo. Y además, que eran muy malos y crueles, y por eso el “mundo libre” tenía que proteger a Taiwán y Hong Kong. Que los “occidentales” sí gozábamos de todas las ventajas de la “democracia”. Sin embargo, cuando las cosas cambiaron, se olvidaron de Hong Kong, el cual se incorporó de manera estupenda a la patria de donde la habían cercenado los pícaros ingleses. Y en cuanto a Taiwán, todos sabemos como los gringos les patearon el culo olímpicamente cuando dejaron de ser útiles a la propaganda anti-china. Cuando China abrió sus mercados a Yanquilandia, la propaganda cambió; ahora los chinos eran “buenos”, industriosos, inteligentes, simpáticos y respetuosos de la democracia. El chop suey y el chau mein siguen siendo chinos. ¿Y Tiananmen? What is that? ¡Nobody nows! El criminal ejército (así se nos decía) que masacró a miles (hiperbólico) de estudiantes justos y simpatizantes de la democracia occidental (USA), de repente se convirtió en un correcto guardián del orden en la vasta nación que hoy es albergue de cientos de empresas norteamericanas.
       Ahora que China es “socio comercial” de occidente, pueden morir niños en la calle sin que a nadie le importe un pito. En Internet salió una niña muerta tirada en una calle de una ciudad china, y nadie se detenía a verla, hasta que un hombre la recogió con un periódico y la echó en un estañón de basura. Pero esa China ya dejó de ser de interés para la maquinaria propagandística de “occidente”. Esos son detallitos sin importancia, y cualquier comentario al respecto, puede herir la sensibilidad del “socio comercial”, y business are business. Niños mueren de hambre en todas partes, incluso en los Estados Unidos; pero el comercio es el comercio, y eso sí que es importante. No vamos a irritar a Hu Jintao o a Wen Jiabao por una minucia como esa que puede entorpecer el lucrativo comercio. La propaganda es para otra cosa más útil.
                             
                                                           RIS

No hay comentarios:

Publicar un comentario