lunes, 6 de septiembre de 2010

376 La Democracia formal

376 “LA CHISPA”

Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”

LA DEMOCRACIA FORMAL

      Un amigo lector me pregunta que qué es lo que quiero decir con “democracia formal”, frase que he utilizado en algunas “Chispas”. Y da la casualidad que hoy salió en la prensa un artículo que pondera alegremente el hecho de que Costa Rica es el país latino “más devoto del sistema democrático y el que más valora el sufragio”. No sé de dónde sacaron ese informe, porque en las elecciones pasadas un altísimo porcentaje no fue a las urnas. Pero en fin, ese no es el punto, sino lo que entiendo por democracia en esa definición. La etimología de la palabra nos dice que democracia significa “poder del pueblo”. Y en sus acepciones modernas señala el DRAE: 1) Doctrina política favorable a la intervención del pueblo en el gobierno. 2) Predominio del pueblo en el gobierno político de un Estado. Aclarado ese aspecto, nos preguntamos: ¿existe tal forma de gobierno en la América Latina o alguna parte del mundo, incluyendo a los Estados Unidos, la llamada primera democracia del planeta?
      Lo que nosotros conocemos y bajo cuyo programa vivimos en lo que se conoce como “democracia formal”, una fórmula de dominación mediante la cual las oligarquías controlan el Poder. DRAE: Oligarquía 1) Gobierno de pocos. 2) Forma de gobierno en la cual el poder supremo es ejercido por un reducido grupo de personas que pertenecen a una misma clase social. 3) Conjunto de algunos poderosos negociantes que se aúnan para que todos los negocios dependan de su arbitrio. Este es el caso de la casi totalidad de las “democracias” latinas. Una mascarada formal mediante la cual se lleva a cabo un ritual cuatrienal o quinquenal para ratificar y legitimar el Poder en alguno de los candidatos que para tal efecto ha propuesto la Oligarquía. En las “democracias formales” el pueblo JAMÁS escoge a nadie, y eso es algo que deberíamos tener bien claro cuando hablamos de la libre elección que impera en las democracias. Cuando los círculos del Poder (la Oligarquía) se reúnen en sus conciliábulos, es de ahí de donde salen los “candidatos”. Individuos miembros de esa clase, o bien, pobretones trepadores que aceptan la agenda que se les impone para gobernar en caso de ser “elegidos por el pueblo”. TODOS los candidatos son escogidos por la misma clase económica (Oligarquía) y TODOS están comprometidos a cumplir con el mismo programa político diseñado con una sola cara y al servicio de una sola clase.
      Cuando la Oligarquía le presenta al pueblo la lista de candidatos, este NO ELIGE, solo confirma a alguno de los que ya fueron ESCOGIDOS POR LA ARGOLLA, el cual es miembro de esta, o un dócil lacayo que no puede apartarse de la ruta marcada por sus verdaderos electores. El pueblo es una masa informe que solo es utilizada para darle legitimidad a un proceso fraudulento e injusto en su esencia. Los presidentes que resultan de esta “elección”, siempre están COMPROMETIDOS con los intereses de la Oligarquía y NO con los del pueblo. Y cuando alguno trata de rebelarse y hacer algo distinto de lo que ordena la cartilla, es crucificado por la prensa, radio, televisión y todos los medios propiedad de la Oligarquía, que son casi TODOS. “Escoger” entre dos, tres o más candidatos previamente seleccionados por la gente que controla el Poder económico y político NO ES ELEGIR, sino servir de cómplice inconsciente (¿?) de una farsa que se repite hasta el infinito. Y tal procedimiento no altera en nada la situación del pueblo o de la Argolla. Esta sigue gozando de todos los privilegios, y aquel, de todas las desventuras que se derivan de una clase de gobierno cuyas acciones solo están dirigidas al beneficio de “los pocos” como dice la definición del Diccionario.
      Don Héctor, ¿ha escogido usted alguna vez un candidato a la presidencia, o siempre HA TENIDO que votar por alguien que ya le dan pre-digerido? Estoy seguro que usted JAMÁS ha dicho: “voy a proponer a fulano de tal para la presidencia”. ¿No es así? A usted siempre le dan un racimo de candidatos que ya han pasado la “prueba de fidelidad” con la Oligarquía, y cualquiera de ellos que gane, la cosa sigue igual. El pueblo y la Argolla, los amos y los esclavos. Y aunque le quieran hacer creer que vive en una democracia en donde usted elige y dirige mediante sus representantes (presidente y diputados), todo es una farsa. Usted no manda ni dirige nada. Y usted lo sabe. Solo es un peón que utilizaron para eternizar un mecanismo “electoral” que solo beneficia a una clase: la Oligarquía. No existe la tan cacareada libertad de “elección” en las democracias formales, pues la libertad de escoger un amo entre dos candidatos que le ofrecen los que detentan el Poder, no lo libera a usted de su condición de esclavo o pueblo, sin la menor capacidad de influir en las decisiones del Gobierno, como dicen las dos definiciones del Diccionario de la Academia.
Eso es lo que llamo y entiendo por “democracia formal”, un mecanismo político ponderado hasta lo indecible por las clases poderosas (cuestión comprensible), los medios, los gobernantes y, paradójicamente, por los pueblos que la sufren. La “democracia formal” es la corona, el epítome, de un proceso que ha conducido a los pueblos, involucrándolos mañosamente en la trama, a una forma de gobierno dictatorial que, bajo el falso ropaje de la democracia, actúa impunemente al servicio exclusivo de aquellos que desde siempre han detentado el Poder: la Oligarquía.
      Don Héctor y amigos lectores, esa es mi opinión acerca de la “democracia formal”, de la cual ustedes puede disentir, pero es mi definición, producto de muchos años de observar su funcionamiento. Como la “democracia” mejicana bajo el PRI. Incluso la de Trujillo, que se hacía llamar, y así lo certificaban los gobiernos de USA, que él era el campeón de la democracia del Caribe. Mediten sobre este punto.
Democratiquescamente

                                 RIS

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