826 “LA CHISPA” (10 septiembre 2010)
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
AMÉRICA LATINA: UN PROBLEMA DE CONSCIENCIA
Ahora que se inició la pelea por la Eurocopa, vi parte del juego entre Luxemburgo y quién sabe quién. Como era de esperar, iban perdiendo pues no se puede ser ganador en todo. Además, el fútbol NO es la tabla de salvación de los ciudadanos de ese país para salir de la miseria, como lo es para los latinos en general. Ellos son ricos, TODOS. Con MÁS CUARENTA MIL DÓLARES de ingreso per cápita, ciento por ciento de alfabetización y 78 de promedio de vida para gozar de ese bienestar, es natural que la prioridad de sus jóvenes no sea partirse la vida en la cancha; sin embargo, su entusiasmo es verdaderamente conmovedor: juegan contra cualquiera como si fueran ganando o tuvieran alguna posibilidad. ¿Y a qué viene esto? Pues como resultado de una reflexión. “El ‘Gran’ Ducado” (Luxemburgo) tiene una superficie de unos 2.500 kilómetros cuadrados, lo cual hace que quepa más de OCHO VECES en El Salvador. Con una población de un escaso medio millón de habitantes, tiene un PIB de más de VEINTE MIL MILLONES DE DÓLARES por año, mayor que el de Costa Rica o El Salvador, y cinco veces superior al de Nicaragua. Además, su ingreso per cápita es de casi NUEVE veces más elevado que el de México, uno de los más altos de la América Latina.
¿Qué es lo que crea estas asimetrías tan pavorosas entre los latinos y Europa? De hecho, NO son los recursos naturales ni la simple “educación” sino una actitud ante la vida. El latino es inconsciente de su valor, poder y posibilidades como individuo y como grupo; como nación y como conjunto de naciones que deberían formar una unidad indivisible y monolítica ante etnias diferentes. Y no por mero chovinismo sino porque la evidencia histórica nos ha dado (y sigue dando) dolorosas lecciones acerca de cuáles han sido y son las intenciones de los pueblos extranjeros al continente con los que nos hemos relacionado (europeos, gringos, chinos o japoneses) durante estos siglos de “independencia”. ¿Quiénes tienen la culpa de la situación social y económica en el subcontinente? Las cabezas más visibles son las oligarquías que, en contubernio con los gobiernos extranjeros (el norteamericano casi en forma exclusiva), han formado un maridaje nefasto para las sociedades americanas. Sin embargo, los verdaderos culpables de la situación son las mismas víctimas que pagan con sus miserias, la falta de consciencia que los ha llevado a convertirse en mártires pasivos de sistemas políticos que ya deberían haber desaparecido de esta parte de América.
A la par tenemos el gran ejemplo de lo que debieron ser las Revoluciones latinoamericanas: los Estados Unidos. Ellos sabían qué querían hacer con su Independencia, con su país, su raza y su economía. Tenían un plan a largo plazo y se apegaron a su cumplimiento hasta llegar al sitio que ocupan. En cambio, todas nuestras revoluciones son folclóricas y chistosas cuando no patéticas. Han sido un desperdicio de todo para quedar en lo mismo o peor. No hay un solo país en América Latina que haya crecido y progresado a raíz de una revolución; que haya pasado a formar parte del primer mundo. Ni siquiera del segundo. Todas las revoluciones latinas solo han servido para empeorar las cosas a las sociedades que las hicieron. ¿Y por qué? Porque no tenemos consciencia de lo que somos ni de lo que podríamos ser. Porque no hemos entendido que la revolución NO es un movimiento de masas, sino una transformación de la propia consciencia; es un cambio individual en la forma de pensar y ACTUAR. Nada ni nadie puede hacer contrarrevolución a ese acto interno y personal. Yo soy la síntesis de la sociedad, y si yo no cambio a nivel íntimo, todo seguirá igual. Las variantes no vienen de fuera, se producen dentro de cada individuo. Luego viene la identificación de ideales, la unión y la expresión del pensamiento revolucionario en fórmulas sociales prácticas y realistas.
La revolución debe gestarse dentro de cada individuo; debe planearse, organizarse por niveles; DEBE ENTENDERSE qué es lo que se desea, pues mientras eso no esté claro en la mente de cada ciudadano, solo se trata de caos y fiebre populachera. ¿Qué es lo que quiero para mí y para mis conciudadanos? No solo se trata de resolver MI situación de manera temporal, sino de la creación y garantía de permanencia de los mecanismos políticos que nos garanticen una vida como la de los “luxemburgueños”. ¿Por qué no? ¿Qué tienen ellos que nosotros no tengamos? Consciencia. Solo tenemos que desarrollarla, pues esta se encuentra en todo ser humano que tenga aspiraciones por una vida mejor. Sin embargo, esta no vendrá como un regalo de nadie, es algo por lo que tenemos que luchar. Cada uno tiene que convertirse en un revolucionario dentro de su corazón y su mente. Y a partir de allí, empezar a definir qué es lo que queremos como familia. Qué es lo que podemos hacer y de qué manera. La revolución NO es empuñar un rifle para matar compatriotas que tampoco saben por qué están luchando. La Revolución es tener CONSCIENCIA de lo que pasa, de lo que somos y de lo que podemos ser si trabajamos en conjunto, con HONESTIDAD y dedicación al servicio de la sociedad y no solo de los intereses personales. Eso es todo.
Luxemburgo, Islandia, Liechtenstein, San Marino y otros paisitos liliputienses nos están dando un claro, fuerte y bellísimo ejemplo de lo que se puede lograr cuando hay una determinación nacional para lograrlo. Incluso sin recursos naturales. Solo una cosa se necesita para salir de la miseria en la que nos estamos ahogando cada día: voluntad unitaria y consciencia de qué es lo que queremos, cómo podemos lograrlo, y la decisión indomable de trabajar por ese objetivo.
Los pueblos latinos tenemos que entrar en la revolución de la consciencia, la única que habrá de facilitarnos el camino hacia una vida mejor no solo en el sentido material, sino en el cultural, moral y espiritual. Tenemos derecho a una vida mejor como un todo. No solo las oligarquías y los avivatos que parasitan la política, sino TODOS los habitantes de nuestros países. Nos sobran recursos de toda clase para aspirar a la industrialización y el desarrollo que haga posible una vida mejor para todos. Lo demás, nos vendrá por añadidura. ¡Feliz día de la Independencia! (¿?)
Fraternalmente
RIS
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