viernes, 24 de septiembre de 2010

802 La razón de los cañones

802    “LA CHISPA”                              (23 mayo 2010)
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder
LA “RAZÓN” DE LOS CAÑONES
            ¿Existe en realidad un grupo de personas que quieren apoderarse del poder mundial, de todos los capitales y recursos; de todos los mercados y territorios, de todos los seres humanos como esclavos?  Y cuando ya sean dueños de todo ¿qué?   ¿Así hasta el resto de la eternidad?  El plan yanqui del tercer milenio es el mismo diseñado por los judíos desde “los tiempos” de Isaías en el capítulo 60 de su libro.  Nada nuevo.  Pero Rusia también tiene los suyos; y ni dudar que los chinos ya han trazado su propia estrategia para apoderarse del mercado mundial, y con él, de los recursos necesarios para tener el potencial militar para doblegar a gringos, judíos, rusos y japoneses.  Y de paso, anexarse a los inútiles latinos, que aunque no sirven para nada, poseen enormes recursos materiales y son mano de obra “bien balata” y estúpida. 
            ¿Existen esos grupos de verdad?  ¿O solo son leyendas inventadas por la desconfianza surgida en la sociedad durante tiempos críticos, en donde solemos ver la más siniestra cara de lo que el hombre es?  El siglo que recién finalizó parece mucho tiempo, pero en realidad solo es un parpadeo en la historia de la humanidad; sin embargo, este blink en el tiempo, ha sido de lo más sangriento que recordamos, pues las masacres organizadas por el “Homo sapiens” como su deporte favorito, alcanzaron dimensiones planetarias.  Antes se hablaba de la guerra tal o cual, en las antípodas; como las cruzadas, como algo tan lejano que nada tenía que ver con nuestras vidas cotidianas;  pero ahora la cosa ha cambiado dramáticamente.  Todas las guerras son a domicilio, los entusiastas muchachos gringos se la llevan a la puerta de su casa (al interior también) en el momento que al gobierno yanqui se le antoje que el suyo es terrorista o encubridor de terroristas.  Sin discutir razones y sin argumentos lógicos, basta que un presidente de ese país lo ordene, para que cientos de miles de marinos caigan como langostas sobre cualquier territorio que tenga petróleo, o que pueda servir de base para amenazar el corazón de aquellas naciones que aparecen como rivales del “mundo libre” liderado por USA. 
            Si su nación tiene recursos que le interesen a Wall Street, es cuestión de dos monazos para que le apliquen la doctrina Bush y le declaren la guerra preventiva si no los cede a las empresas norteamericanas.  Llegó la fase más horrenda de la historia moderna, pues el hombre renunció a toda forma de raciocinio para dirimir sus diferencias y, sin recato alguno, encargó esa tarea a los cañones.  Desaparecieron la diplomacia, la hipocresía, las ideologías, las mentiras, los discursos y toda la dialéctica política que hasta mediados del siglo pasado, servía para atenuar la violencia despiadada de las armas.    Ahora son esas bestias, con su ronca voz, las que dictan lo que debe hacerse.  Murieron las razones, la justicia, la consideración, la verdad, la piedad o cualquier otro rasgo humano, y toda conducta  del hombre se ha subordinado a los intereses económicos de los grupos de poder.   Las razones del cerebro nada pueden en contra de las de los cañones, y parece que el destino y la supervivencia de todas las sociedades, depende de la cantidad y tamaño que puedan fabricar de estos interlocutores de la nueva era.   El foro de las Naciones Unidas murió con el criminal acto de la guerra en contra de Irak.  Tal maniobra selló el destino de esa Institución, y esta se convirtió en otro adorno de la “democracia”, en un títere más de los grupos del poder capitalista.  Como la OEA, el Banco Mundial o el Fondo Monetario.  La ONU pasó a ser un antro sin prestigio alguno, al servicio incondicional de los dueños del terreno y del edificio; de los que pagan los servicios telefónicos y todo lo demás.  Todas las voces sensatas de esa Asamblea fueron enmudecidas por el estampido de los cañones, y la democracia exhaló su último suspiro.   Y entramos a otro tipo de diálogo, a uno en donde los que no tienen armas de destrucción masiva no son tomados en consideración.  Eso lo saben coreanos e iraníes, y es por eso que están empeñados, en forma legítima, en fabricar sus bombas nucleares, último recurso para ser escuchados en un mundo en donde solo cuentan aquellos que tienen con qué amenazar.
            ¿Hasta dónde piensan llegar los grupos del Poder?  ¿No tienen un límite razonable?  ¿O lo quieren todo?  ¿Y cómo han imaginado un mundo en donde TODO sea de unos pocos, y TODOS los demás se queden tranquilos, trabajando por nada por el resto de la vida de toda la humanidad?  ¿Tienen resuelto ese problemita?  ¿Ya tienen pensado los gringos y judíos cómo se van a apoderar de la maquinaria económica de la China?  No es creíble que esta gente, con una historia milenaria de sufrimiento y esfuerzo, esté dispuesta a volver a ser esclavos de nadie, en especial, de esa lacra de la que tienen tan malos recuerdos.   Cobijados bajo la dialéctica de los cañones yanquis, los judíos creen que es posible la dominación total de los goyim, como lo supuso el Mesías Isaías en su libro.  Pero la verdad, y la Historia así lo respalda, no puede haber dominio total; nunca lo ha habido.  Roma duró mil años, pero cayó.   Hitler soñó lo mismo que los judíos, pero también cayó.  Lo mismo pensaron Lenin y Stalin, Napoleón y todos los demás.  La libertad está en la naturaleza del Hombre, y por más fuerza y cañones que logren conjuntar yanquis y judíos, siempre prevalecerá ese principio cardinal que ha normado la conducta humana por milenios y milenios; y por más que los sueños judíos sean hegemónicos, no pasan de eso, un sueño que les puede costar muy caro.
            ¿Cesará la codicia de esa gente?  ¡Claro que NO!  La sed de dinero de esta plaga es tan insaciable como la sed de Tántalo.  Jamás se aplacará, por lo tanto, el destino de la humanidad está escrito.  Y no es desarmando a Irán y Corea del Norte como podrán evitarlo.  Brasil se encuentra en esa lista de espera de dominación; le siguen Argentina, Venezuela, México y otros grandes que desean participar del festín.  Y no olvidemos a Rusia, por más disminuida y sumisa que se vea por ahora.  El diálogo de los cañones apenas está empezando.  Lo que no sabemos con certeza es cómo va a terminar; pero una cosa es segura: no habrá hegemonía total… no al menos por mucho tiempo, por más listos que sean los que detenten el poder ni a nombre de qué lo hagan.  El hombre nació para ser libre.  Eso lo deberían saber muy bien los gringos y judíos.
                             RIS

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