viernes, 17 de septiembre de 2010

443 El misterio de la diplomacia

443    “LA CHISPA”    

Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”

EL MISTERIO DE LA DIPLOMACIA

            En la historia moderna se puede decir que los ingleses fueron los creadores de la diplomacia en su verdadera esencia.  También lo que se deriva de esta: LOS TRATADOS.  Cerca le andan los franceses, pero los británicos son insuperables.  No en balde se les llegó a conocer como “la Pérfida Albión”, con lo cual se quería significar lo poco confiables que eran.  Algo así como los griegos antiguos, de los cuales decían sus vecinos: “Desconfía de los griegos, aunque vengan con regalos”.  Por su parte, los alemanes se han caracterizado por su falta absoluta de diplomacia, lo cual ha sido su talón de Aquiles en las innumerables guerras en las que se han enredado.  Y aunque saben de qué trata esta materia, siempre la han visto con menosprecio.  Los gringos son una combinación de ingleses y alemanes, pues de cada tres de ellos, uno es alemán o descendiente de aquellos.  Y eso ha producido la variante de la diplomacia de “Amerrica”, un híbrido entre la astucia inglesa y la brutalidad germana.  Conscientes de su enorme poderío económico y militar, no vacilan ni un instante en mandar al diablo los Tratados y el Derecho Internacional cuando los consideran un estorbo a sus intereses.  Pero TODOS, menos los LATINOS, entienden qué cosa es la DIPLOMACIA.
            Para nosotros esta actividad sigue siendo un misterio irresoluble en su verdadera función, y como en la mayoría de los países nuestros no existe la carrera diplomática, esta ocupación no es más que el premio político que se les da a los amigotes que ayudaron en la “campaña política” del nuevo Presidente.  Es la famosa piñata cuatrienal o quinquenal en la que se nombran manadas de zopencos que no tienen la menor idea de cuáles son las obligaciones del servicio diplomático.  Para nuestros “diplomáticos” esto solo es una oportunidad de pegarse como garrapatas a la teta del Estado; además, de conseguir nombramientos de todos sus familiares en la misma embajada.  Hasta la conserje es parienta lejana.  Para estos diplomáticos es la gran ocasión para ir a hacer turismo a costa del Estado.  Asistir a fiestas, terminar carreras inconclusas, educar a sus hijos en Europa; pero sobre todo, la opción de enriquecerse mediante el otorgamiento de visas, residencias, permisos, contratos de explotación y cuanto negocio tigre se les aparece.  Como no existe “la carrera diplomática” y ellos saben que los van a correr apenas cambie el partido en el gobierno, no pierden tiempo en babosadas diplomáticas o culturales de beneficio para el país, sino que se dedican desaforadamente a hacer fortuna.  Eso son nuestros diplomáticos: oportunistas a los que solo les interesa su bienestar.
            Está bien que los japoneses, judíos y gringos tengan embajadas por todo el mundo, pues ellos tienen negocios por todo el planeta; pero la mayoría de nuestros gobiernos no tienen conexión alguna con África, Oceanía o Asia y, sin embargo, tienen embajadas con docenas de funcionarios en Malí, Burundi, Bangladesh, Egipto y Costa de Marfil.  Y ni qué decir de Europa; no hay pueblo de estos que no tenga embajadas de cada nación americana.  Son legiones interminables de embajadores latinos que se dan la gran vida en París, Madrid, Roma, Lisboa y todas las capitales de ese continente; y se puede decir que no hay ciudad de esos países que no tenga un nutrido consulado de nuestra gente.  Para nosotros ese es el único concepto válido de la diplomacia: “Una linda oportunidad para pasear, conocer y, talvez, terminar una carrera en Alemania o Francia”.  Si es que pueden, pues la mayoría son fracasados incluso dentro de nuestro medio universitario mediocre.  En síntesis, hacerse de plata y asegurarse el futuro a costillas del Estado.  Esa es la parte práctica de la “diplomacia latina”; y esa sí la entendemos muy bien.
            Entonces, con ineptos y sinvergüenzas como diplomáticos ¿cómo vamos a comprender la política internacional?  ¿Cómo vamos a interpretar adecuadamente tratados como los TLC’s?  ¿Cómo vamos a entender nada?  Captamos muy bien la fase de conveniencia personal, pero la verdadera, la que tiene propósitos elevados para cada nación, para nosotros es un MISTERIO más enredado que un chop suey.  Aquí firmamos un TLC obligado por un referendo, pero todavía el noventa por ciento o más de la población sigue ignorando en qué consiste este o qué fue a lo que nos comprometimos.  Mientras los gringos son maestros en diseñar tratados para “tirarse” a todo el mundo, nuestros políticos y diplomáticos solo entienden lo que les conviene del convenio en el que embarcaron al país; la tajada que les toca por vender la soberanía nacional.
            Por el otro lado, tenemos a los teóricos emotivos, los que consideran esta actividad desde el punto de vista académico, el cual es el que se encuentra más arraigado en la gente semi culta de nuestro subcontinente, en el ciudadano común que supone que esa labor en realidad corresponde al lirismo que se ha creado a su alrededor en las universidades.  Y ese es el error que debemos extirpar de nuestra forma de pensar y actuar en nuestras relaciones con el mundo desarrollado y con el que no lo es.  Todas las medidas diplomáticas (las de verdad) solo están condicionadas a la conveniencia nacional.  Se pueden hacer declaraciones de paz, de buenas intenciones, de concordia y fraternidad y todo lo demás; pero estas solo deben tener un objetivo: ganar confianza y tiempo mientras nos posicionamos mejor.  No importa de quién se trate, no se debe considerar la moral implicada, porque cuando comprendamos que nosotros solo somos escalones en los objetivos de los demás, el remordimiento desaparecerá, y habremos entendido la esencia de ese quehacer.  ¿Habrá excepciones a este panorama tan pesimista?  Talvez. Tiene que haberlas como una Esperanza para nuestro mundo latino.          (Amigos,  ¿sucede esto en sus países?)   
                Diplomáticamente
                                               RIS

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