jueves, 27 de mayo de 2010

795 La lengua "es cosa hablada"... y sin tildes.

795    “LA CHISPA                           (12 mayo 2010)
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
LA LENGUA ES COSA “HABLADA”… Y SIN TILDES
     Dejemos clara una cosa: la lengua (facultad de hablar) es algo cuyo origen nadie sabe, pero si creemos en las leyendas y las antropogénesis religiosas, es coetánea con el hombre. En cambio, la escritura es un artificio inventado milenios después del nacimiento de aquel. Es un intento imperfecto todavía para imitar el sonido y darle eternidad a la palabra. Por lo tanto, la escritura debe estar al servicio del habla y no al contrario. La Gramática y, principalmente la Ortografía, DEBEN estar subordinadas a la palabra, y solo deben servir para facilitarla y no como estorbo, trampa o muro de contención de aquella. Es por eso que decimos que “la lengua es cosa hablada”. Es así como se aprende, de viva voz de las madres (de ahí lo de lengua materna). Y eso es lo que hace que las tildes sean innecesarias en la escritura. Ese signo infame que tantos dolores de cabeza ha causado a tanta gente, es irrelevante; y es por eso que en el Ameriñol ha sido eliminado, y con él se van de la lengua una infinidad de problemas y arbitrariedades con las que la ortografía nos ha torturado durante cinco siglos. Lean el libro “El Ameriñol” y se darán cuenta del porqué.
    ¿Recuerdan ustedes el infierno de pautas que hay que recordar para saber donde poner la tilde? Memorizar las normas es ya de por sí un fastidio; y la práctica para utilizarlas con corrección, es un trabajo de toda la vida. Pero sin importar que sepamos las reglas y tengamos mucha experiencia, siempre metemos la pata. Y eso es antinatural en cualquier aprendizaje, no importa lo que sea. No es justo que después de cincuenta años de escribir, continuemos cometiendo errores de grafía debidos a la forma incorrecta de utilizar la tilde. El Ameriñol termina con esa majadería y elimina ese molesto signo que nada pinta en la lengua hablada. Veamos: si a un niño la madre le dice, señalándose a sí misma, MÁMI, MÁMI. El niño aprenderá, de la lengua materna, cómo se entona esa palabra. Así que siempre dirá mámi, con la acentuación en la A, independientemente de que aprenda o no a escribir. Podrían ponerle la tilde en la i o la m, pero él dirá mámi y no mamí. Porque la lengua es cosa hablada. Por favor, lean en voz alta las siguientes palabras:
CASCARA, CANCER, HIPOCRITA, MARIPOSA, SARCASTICO, HABIL, CAMION, FACIL.
¿Alguno leyó cancér, cascára o cascará; hipocríta o hipocritá, sarcastíco o sarcasticó; maríposa o mariposá, habíl o cámion? ¿Verdad que no? ¿Y porqué? Porque no importa como escriban la palabra, ustedes saben cuál es su entonación porque así lo aprendieron hablando. En el hogar oyeron decir CÁSCARA, CAMIÓN, HIPÓCRITA etc. Aprendieron a acentuar de viva voz y no porque leyeron las reglas de la Gramática. NO ES CIERTO que las tildes hagan falta para escribir bien y hacerse entender. La escuela tradicional, subordinada a la Academia Española nos ha hecho creer eso, pero es falso; porque si la tilde (la rayita) fuera indispensable, tendríamos que tildar TODAS LAS PALABRAS DEL IDIOMA. Tales como cása, cóma, béba, técho, máno etc. ¿Y por que no lo hacemos? Porque no hace falta. Todos sabemos que se dice casa, coma, beba, techo, mano, y a nadie se le ocurre decir casá, manó, bebá, techó (según), pues la entonación de esas palabras la asimilamos OYENDO, como se aprende la pronunciación en todos los idiomas; porque “la lengua es cosa hablada”. Se nos ha hecho creer que sin tildes el idioma caería en el caos, pero eso es una mentira nacida de la tradición y el servilismo que nuestros gramáticos y académicos profesan al reglamentarismo momificado de la Academia Española de la Lengua. El idioma inglés es el mentís más grande a la teoría de que una lengua no se puede pronunciar o leer bien si no tiene signos escritos de acentuación. El inglés tiene tantas o más palabras que el español y NO UTILIZAN NI UNA SOLA TILDE. Y no hay caos, al contrario, su idioma es práctico, directo, monosilábico y con una estructura gramatical que los obliga a razonar con rapidez y precisión. Y eso es lo que deben ser todos los idiomas: un instrumento de comunicación fácil, y no como el español, que es un verdadero sistema de tortura para todos sus usuarios. No hay quien no recuerde con rencor todas las idioteces gramaticales que los obligaron a memorizar en la escuela y colegio. Cosas inútiles que para nada sirven. Para nada que no sea blasonar de cuántos conocimientos se tienen de Gramática, como si eso nos sirviera de algo.
     Los gringos dicen Wáshington, todos, sin importar que la palabra NO tenga tilde; lo mismo que nosotros decimos Guatemála, entonando la penúltima sílaba; también decimos Panamá, aunque alguien la haya escrito sin la tilde. Aprenderse las reglas de acentuación en español es una tarea de toda la vida, porque no solo es cuestión de memorizar esos tres grupitos de tonterías, sino el sinnúmero de excepciones que, arbitrariamente, se brincan las reglas. Así que hay que memorizar las reglas y las excepciones. Pero eso no es todo, porque si así fuera, sería de lo más sencillo. El problema es la aplicación de tanto requisito sobre la marcha, cuando alguien nos hace un “dictado”. Es un trabajo de toda la vida, y nunca lo concluimos.
Yo sé que para los viejos y la gente ya formada, que le han dedicado innumerables años de esfuerzo a ese engorroso e inútil aprendizaje, este asunto les parecerá una herejía; pero para los jóvenes es una bendición. Y son estos los que harán, a la fuerza, que la escritura que recomienda el Ameriñol se convierta en la norma en todos los pueblos latinoamericanos, porque nosotros no tenemos tiempo para dedicarle diez, quince o veinte años al aprendizaje de un montón de zarandajas que no tiene ninguna aplicación práctica y que solo sirven para fanfarronear acerca de cuánta Gramática sabemos. De qué tan listo soy para conjugar el verbo abolir o para distinguir cuál es el complemento indirecto de una oración, boberías de que nada sirven en la vida real. En el libro están todas las justificaciones necesarias.
     “El Ameriñol” es la Independencia total del tutelaje español. Ya somos mayores de edad y tenemos la obligación de escoger nuestro propio camino en materia lingüística, sin seguir de lacayos de España o su Academia. Súmese a esta aventura que es de todos los latinos. Es una invitación para todos los jóvenes, sin importar que tan viejos sean. Ahora tienen el libro a su alcance en mi blog: Librería en Red.
RIS.

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