jueves, 20 de mayo de 2010

498 China y los derechos humanos

498    “LA CHISPA
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”

CHINA, LOS DERECHOS HUMANOS Y LOS SINVERGÜENZAS

      No faltan voces que critiquen el estado de los derechos humanos en China, pero esa nación ha sido siempre lo mismo, durante miles de años. Ellos son una raza dura, acostumbrados por milenios, a sistemas de gobierno dictatoriales y crueles; esa es su naturaleza, y ningún chino encuentra nada raro en eso. Pero una cosa es segura: si China incurre en el mismo error que la Unión Soviética, se hunde en el mismo pantano en el que esta se encuentra atrapada y en manos de una mafia poderosa y mil veces más pérfida de todos los inquilinos que tuvo el Kremlin. Roto el férreo control del partido, la URSS cayó en el caos del cual todavía no se ha recuperado. Y no olvidemos que los rusos son como los chinos: gente curtida, acostumbrada a esa forma de vida desde hace milenios, y a los que no se les pueden dar ciertas libertades porque no saben que hacer con ellas y rápidamente caen en el desorden. Sobre todo, cuando esos países están plagados de sinvergüenzas que, eliminados los riesgos de muerte, de inmediato se convierten en parásitos del Estado y se enriquecen desaforadamente con los recursos de la nación, como sucede en la actualidad con la nueva clase de ricos que ha surgido en Rusia. Un ejemplo de estos es un tal Román Abramovich y sus paisanos “rusos” que, de la noche a la mañana, resultaron dueños de casi todos los bancos y grandes empresas semi estatales.
En Rusia la corrupción ha alcanzado el carácter de legal y todo el que está o estuvo relacionado con el gobierno, puede amasar enormes fortunas. La lista de estos maleantes que salieron de la nada y se han convertido en súper millonarios, alcanza a más de ciento veinte mil individuos con fortunas fabulosas. Desde luego que la brecha entre ricos y pobres se ha ampliado; y aunque todavía no llega a la vulgaridad de los Estados Unidos, se mueve en esa dirección velozmente. Los chinos han visto este ejemplo y no están dispuestos a permitir que los pillos hagan festín con lo que tanto le ha costado a TODO el pueblo chino. Antes en Rusia todos tenían un poquito de algo; hoy la miseria se ha generalizado con la falta de todo, mientras que una elite de millonarios hace ostentación ofensiva de un capitalismo escandaloso surgido de maniobras ilícitas y de los contactos que ciertas minorías siempre han tenido con el gobierno, como el judío-ruso Abramovich y sus millares de consanguíneos. Así que bien hacen los chinos con mantener la línea de acero.
     Pueblos ásperos, poco refinados y de naturaleza revoltosa, tienen que ser contenidos mediante gobiernos que los mantengan a raya. No hay otro camino. Sobre todo, cuando en sus entrañas se encuentran grupos demasiado astutos en comparación con los nativos genuinos. A esta gente es necesario posibilitarles su desarrollo pero de forma lenta y bien encausada dentro de líneas muy claras y definidas que no permitan que los sinvergüenzas se apoderen de todo. La clave está en un gobierno “fuerte” pero que a la vez sea nacionalista o socialista en el buen sentido de la palabra; incluso comunista, siempre y cuando este mantenga el equilibrio y distribución justa de la riqueza entre todos los sectores de la sociedad. Es decir, una dictadura socialista en donde cualquier bellaco que intente sacar ventajas ilegales de su posición en el gobierno, tenga que enfrentarse a un castigo severo. Como hacen en China. Cualquier tramposo al que descubren, le pegan un tiro en la nuca y un cuento acabado. Muerto el perro, se acabó la rabia. Así, no es cualquiera el que se atreve a hacer fraude con los bienes del Estado, valga decir, del pueblo. Como es la norma casi general en los países de la América Latina, en donde cualquiera dispone a capricho incluso de dineros que han sido donados del exterior para fines específicos. Aquí nuestros funcionarios le dan otra “dirección” que casi siempre es la de sus bolsillos y los de sus allegados. Aquí los tramposos se dan el lujo de “renunciar”, hacerse los ofendidos e irse tranquilos para sus casas con el botín. En nuestras sociedades este tipo de pillos se permiten demandar al Estado y a los medios que han denunciado sus marrullerías, y ¡cosa increíble!, los tribunales suelen darles la razón y no solo salen bien forrados de plata, sino que a la campaña siguiente, están aspirando a la Presidencia de la República. América Latina es el Paraíso de los tramposos de la política.
      Cuando se habló de Cuba como centro de narcotráfico, el gobierno inició una investigación; hallaron a un general culpable y, sin mucho revuelo, lo llevaron al paredón y lo fusilaron. Y ahí murió cualquier posible tendencia a utilizar las influencias del gobierno para beneficios personales. No se puede eliminar la inclinación hacia los actos inmorales, pero sí se puede mantener a raya a los corruptos cuando se les hace saber, con un severo ejemplo, a lo que pueden enfrentarse si delinquen en contra del bien común. Si hiciéramos eso en cada país latino, nos salvaríamos a de ser víctimas de la rapiña de miles de parásitos que se enriquecen con el saqueo del erario de sus respectivos terruños. El ejemplo de México es terrible. Por lo tanto, tengamos cuidado cuando enjuiciamos a los chinos y su conducta en relación con los “desviados sociales” que ven en los negocios del Estado, la posibilidad de amasar fortunas ilícitas. El castigo a cada uno de esos malandrines, es la garantía de que millones de niños tendrán alimento, educación y salud, y que millones de hombres y mujeres recibirán mayores beneficios sociales de su gobierno, como está pasando en China. Pero recuerden que eso no es instantáneo, pues cuando Mao tomó la China, esta se encontraba en la era arqueozoica. Pero hoy apuntan hacia las estlellas, según hemos podido ver en esa vitrina que nos abrieron mediante los juegos olímpicos. Ellos saben cuál es el camino que les conviene y lo están siguiendo con paciencia y tesón, atributos milenarios de esa raza. Y si en el camino caen algunos, ¡pues que caigan! Dejemos que sigan su ruta a su estilo, y antes de criticarlos, echemos una mirada cuidadosa a nuestras propias comunidades latinoamericanas, hundidas en el hambre, la miseria y la corrupción derivadas del respeto a los “derechos humanos de los sinvergüenzas” de todos los niveles sociales y políticos. Antes de criticar a los chinos, observemos lo que tenemos en casa.
Derechescamente
RI S.

No hay comentarios:

Publicar un comentario