martes, 4 de mayo de 2010

152 El Raventós

152  “LA CHISPA

Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”

EL TEATRO RAVENTÓS y LA ASAMBLEA

      Hasta dónde mis recuerdos pueden bucear en el pasado, quizás a los cinco o seis años, allí empiezan a formarse mis primeras imágenes del teatro Raventós. Eso fue en los años cuarenta y pico, antes de la revolución del cuarenta y ocho. Recuerdo que los domingos iba a la matinée de este señorial teatro que tantos recuerdos me trae. Era de una elegancia refinada y con un claro aire europeo. Se iba a él “de saco”, como al Teatro Nacional; al menos esa era la costumbre en un San José que era mucho más frío, más elegante y mejor vestido, pese a la generalizada pobreza de aquellos años. Sin embargo, era una pobreza que no pesaba como lápida sobre la gente, pues casi todo el mundo tenía lo necesario para una subsistencia frugal en la que nadie tenía mayores pretensiones. La gente pobre no quería tener teléfono, y a nadie le “hacía falta el carro”. Nadie iba de “shopping” a Miami o Panamá. Tampoco querían tener refrigeradoras. Un cajón hermético con una marqueta de hielo, era la máxima ambición de la familia. El azúcar tenía siglos de costar como quince céntimos la libra; lo mismo que el tiquete de tranvía. Tiempos de pobreza, pero de relativa felicidad. Y pese a la guerra que desgarraba a Europa, aquí solo llegaban las noticias con semanas de atraso, en las cuales se contaba cómo iba el asunto. Por dicha no había televisión que nos inquietara, y las películas que decían algo sobre la guerra, empezaron a llegar de 1946 en adelante. Y los que no iban al cine, no veían el “Newsreel” en donde se contaban los partes de guerra. Así que todo el mundo era feliz. Casi.
Otra cosa muy importante es que los políticos no eran ladrones. No al menos que yo lo sepa; eran caballeros que iban por la calle como cualquier ciudadano, y eran queridos y respetados. No había “asesorías políticas”, quizás porque el país era muy pobre. Los elegantes policías vestidos de saco azul con botones de lata amarilla, eran gentiles y preocupados por la gente y el orden; eran auténticos “gentlemen” como sacados de Scotland Yard o la Sureté. El Raventós es testigo de esa era de caballeros. Él es de esa época gloriosa de la Patria; se edificó bajo el espíritu de esa gente sana y honesta, que preferían la muerte antes que un baldón sobre su nombre. Era preferible el destierro antes que una mancha sobre el nombre familiar. A ese Raventós iba yo de niño. En una ciudad en la que se podía andar tranquilamente por las calles; sin miedo al hampa ni a la policía. De esa época es el Raventós. Es por eso que cuando empezó la corrupción y la desvergüenza en casi todos los estratos de nuestra sociedad, hizo como los bonzos del Asia: se incineró.        Prefirió la muerte, antes que vivir entre gente sin honor y sin justicia.
      Años después se le revivió, se le dio un segundo aliento e incluso se le cambió el nombre por el de un ilustre hombre de las artes, un orgullo nacional de la lírica: Melico Salazar. Pero eso no bastó, pues la carcoma ha seguido corroyendo sus entrañas, y parece que ya no tiene fuerzas para vivir, por más que lo maquillen y traten de que vuelva a su esplendor de antaño. Simplemente quiere morir; desea ser demolido y refugiarse en el olvido. En el mismo en el que los políticos de ahora han sepultado la memoria de todos esos próceres y grandes hombres que, desde sus tumbas, se revuelcan avergonzados por los actos de las camarillas de pillos que han tomado el poder para su único beneficio y para perpetuar la injusticia en contra de un pueblo bueno; pero que a fuerza de recibir garrote y malos ejemplos de sus líderes, también se está torciendo.
     Es posible que le pase lo mismo que al edificio de la Asamblea Legislativa, al que también la vergüenza está destruyendo. La gente puede creer que solo son casas de piedra y sin vida alguna. Pero están equivocados; tienen existencia propia, poseen recuerdos de buenas épocas, cuando los hombres que vivieron y lucharon dentro de ellos, eran hombres de verdad; auténticos patriotas cuyo único norte era el bienestar del pueblo, la grandeza de la Patria y el honor de sus líderes. ¡Cuánta vergüenza deben sentir muchos de los retratos que engalanan las paredes de la Asamblea! ¿Qué sentirán los del doctor Castro Madriz, don Otilio Ulate, el doctor Calderón Guardia, don Francisco Orlich y otros grandes caballeros que dirigieron a esta nación con alma, voluntad y carácter de patricios? ¿Saben el significado de la palabra HONOR sus actuales inquilinos? ¿Tienen alguna noción real de lo que significa ser Legislador, representante del PUEBLO?
     Es posible que tengamos que hacer otra Asamblea, en otro sitio, con otras piedras. Talvez así, nueva y desconocedora de la Historia Patria, pueda familiarizarse con facilidad con sus nuevos moradores; y ya que no tendrá puntos de comparación, estará en armonía con ellos.
    Así le está pasando a nuestro querido Teatro Raventós. Después de una larguísima agonía (en su sentido de agoné=lucha), parece que empieza a rendirse; su estructura se está pulverizando y está a punto de desplomarse. Sin importar los repellos ni las manos de pintura que le pongan. Uno de los pocos edificios emblemáticos de la ciudad, lo está carcomiendo la suciedad, la vibración, el ruido y la contaminación de esa calle infernal llamada avenida segunda. Salvemos al Teatro Raventós. Que se cierre el tráfico vehicular de sus alrededores, para que esos gases venenosos dejen de socavar su estructura ya dolida lo suficiente por la pena que siente. Ambos, el Teatro Raventós y la Asamblea, se están cayendo de vergüenza.
     Si le gustó esta “Chispa” y le interesa el destino del Teatro Raventós (Melico Salazar), hable con sus amigos; hágala circular por la Internet y talvez, entre todos, podamos hacer algo por esa joya de nuestra historia urbanística, cultural y social.
Teatralmente
RIS

1 comentario:

  1. viktor h. sanabria l.22 de octubre de 2011, 19:23

    tengo en micasa una silla original del teatro raventos..sobreviviente del incendio del 67 vhs62@hotmail.com

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