miércoles, 19 de mayo de 2010

285 La estatuaria y la "monumentaria"

  • 285    “LA CHISPA
  • Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”.

  • LA ESTATUARIA Y LA “MONUMENTARIA”

  •       Entre las muchas cosas que admiramos de los antiguos están las estatuas (estatuaria) y los grandes monumentos (“monumentaria”), palabra que acabo de inventar. Si vamos a Europa nos quedamos perplejos ante tanta belleza, tiempo y dedicación que legiones interminables de artistas le dedicaron al embellecimiento urbanístico de sus ciudades. ¿Qué clase de gente eran esos mecenas que tuvieron esa visión de presente y futuro para dejar ese legado inmortal? Algunos fueron hombres de hace más de cinco mil años; por lo tanto no se puede decir que fueran modernos con el significado que le atribuimos a tal palabra. Y si eran antiguos ¿cómo es que fueron tan modernos para dejar esos testimonios de una grandeza al parecer irrepetible? ¿Qué los impulsó a tan tremendas empresas que cuatro, tres, dos o un milenio después siguen asombrándonos? ¿Era solo vanidad? ¿O eran maestros extraterrestres que nos señalaron el camino hacia la belleza y el regocijo?
  • El Egipto está plagado de obras que no solo nos dejan con la boca abierta sino mudos de la sorpresa; pero más que eso, nos ponen la mente en blanco, pues no tenemos ni la más leve capacidad para formular una explicación de cómo llevaron a cabo semejantes proezas. Estar parado entre la columnata de la sala hipóstila del templo de Karnak, es una sensación imposible de definir. Ante aquellas colosales columnas y restos gloriosos de un pasado divino, todos los adjetivos que pudiéramos pensar resultan insuficientes. Y ni qué decir de las pirámides y el espantoso misterio que las rodea. Decenas de miles de años encierran estas Arcas Viajeras a través del tiempo, portando un mensaje que todavía es un enigma irresoluble. La Esfinge es el misterio de los misterios.
  •       Así también es Grecia. Un legado artístico para la humanidad; un regalo que hombres de visión milenaria, como Pericles, desearon eternizar en el mármol. El Partenón es un ejemplo de la participación de los dioses en el arte supremo de los hombres; las proporciones, las medidas, los materiales, el acabado y el espíritu con el que están envueltas esas obras, es algo que se escapa de toda posibilidad de definición.
  • También debemos considerar la gigantesca obra arquitectónica con que los romanos dejaron pinceladas eternas alrededor de todo el mundo conocido. Roma entera es un museo gigantesco en donde se exhibe a los ávidos ojos del mundo, toda la grandeza de la que fueron capaces esos hombres, algunos de los cuales eran brutales asesinos pero que, en alguna parte de sus almas, tenían una visión de la trascendencia del Hombre. Y por eso cultivaron la estatuaria; en parte por vanidad personal, pero también imbuidos de la importancia de decirles a la historia y a los hombres del futuro: “Esta es nuestra obra, estos fuimos nosotros; no se atrevan a olvidarnos”.
  •     Pero esas obras de arte NO se dieron por casualidad, sino porque hubo un conjunto de hombres que tuvieron esa visión: los mecenas y los artistas. Los primeros tenían el poder económico y político, y los segundos, el “toque” de los dioses. Lo mejor de lo mejor de cada época se dedicó a la estatuaria y la “monumentaria”. No fueron canteros ordinarios ni peones vulgares quienes realizaron los cálculos para el posicionamiento de las pirámides. La crème de la crème de los arquitectos, pintores, escultores, ingenieros y hombres de ciencia colaboraron en estas obras que continúan siendo el asombro y deleite de la humanidad.
  •      Ese espíritu todavía reina por casi toda Europa, y parte de él vino a América con los inmigrantes del Norte. Los Estados Unidos es un buen ejemplo. Pero ¿qué ha pasado en la América Latina? Aparte de las iglesias y unos cuantos viejos montados a caballo, el aporte de los latinos a este arte es bastante deficitario. Pocas ciudades en América Latina han sido diseñadas como monumentos para la eternidad. Nuestras ciudades son pobres, feas, vacías de alma. Apenas son refugios en donde guarecernos; casi sin plazas, parques, fuentes y otros recursos urbanísticos que hacen que el pasear por las calles sea un deleite y no una tortura.
  •     Por ejemplo ¿cuántos parques que merezcan ese nombre hay en San José? ¿Qué “paseos” hay? Se destruyeron el Colón y el de los Estudiantes y se convirtieron en calles asquerosas congestionados de vehículos y humo. Pero lo peor que le puede pasar a una ciudad, lo que la coloca en el fondo de esta tarea de embellecimiento, es cuando la ESTATUARIA y el ornato se encomienda en manos de los albañiles de la Municipalidad. Es entonces cuando surgen esos adefesios que vemos por todas partes con la pretensión de ser obras urbanísticas. Pedestales con pegotes de cemento en donde se encajan placas de bronce de algún supuesto adalid. Obeliscos enanos mal repellados, descascarados y mal pintados en donde se entallan letras de bronce que a los tres meses ya se han caído. Bustos genéricos realizados por albañiles, y que bien podrían ser de Simón Bolívar, César, San Martín o Cantinflas, y que si no fuera por lo que dice la placa de fundición, también hecha por albañiles de la Muni, jamás sabríamos de quién se trata. Cuando la estatuaria está en manos de los albañiles, es cuando encontramos en los parques esos asientos de concreto que se parecen a las ruinas de Stonhenge. Las piletas y fuentes sin agua, o con el tubo de pvc quebrado, remendado y por fuera.
  •      Cuando los albañiles son encomendados a hacerse cargo de la estatuaria, empieza la debacle de una ciudad, pues los parques empiezan a parecer esos castillos medievales repletos de gárgolas y demonios en sus paredes. Grises y oscuros, o pintados con pinturas sicodélicas que la Muni compró en algún baratillo. Colores que nada tienen que ver con nada. Surgen los quioscos horrendos cuyas columnas suelen tener cierta pesada semejanza con las de Karnak o con las ruinas de los druidas. Cuando la estatuaria cae en manos de los albañiles, el ornato de una ciudad entra en coma. ¿Qué podemos hacer para revertir ese vulgar proceso y empezar a hacer de San José una ciudad bella, en la que haya “algo que valga la pena ver”?
  • Monumentariescamente
RIS.

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