domingo, 30 de mayo de 2010

642 De espaldas a la civilización

642  “LA CHISPA                                (3/06/09)
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
DE ESPALDAS A LA CIVILIZACIÓN
     ¿Tiene alguna explicación histórica, social o política la tendencia que tenemos los centroamericanos hacia el “enmontañamiento”? Todos huimos de las costas y nos refugiamos lo más adentro que pudimos, lejos del mar. ¿Hay alguna causa sicológica para esa conducta tan anormal desde el punto de vista del desarrollo? En Costa Rica nos encaramamos en la Meseta Central y cortamos todas las rutas al océano; es más, NUNCA las hicimos. ¿Sería una tentativa subconsciente para alejarnos de nuestros conquistadores? Pero en Costa Rica hay una contradicción porque esos conquistadores eran la población que hoy forma nuestra sociedad. Aquí el fenómeno parece que fue al revés: los españoles se refugiaron en el Valle, y los indios se fueron a las costas. ¿Qué nos hizo huir de los mares, en especial del Atlántico (Caribe) que era y es el que nos puede comunicar con el mundo civilizado? En Costa Rica la costa limonense sigue siendo la “terra ignota” del josefino; algo misterioso, salvaje, ajeno a nuestra forma de vida rodeada de montañas. Y este caso es igual, más agudo o semejante en los otros cinco países del istmo. La “cara” continental que da a Europa y lo más desarrollado de los Estados Unidos, es la faceta más rebelde, atrasada e incomprensible de nuestra geografía. Sin población, sin puertos ni aeropuertos, sin servicios básicos… sin importancia alguna más que los precarios muelles por donde entra la carga que ha de llegar a las capitales y centros de población importante: San José, Managua, Tegucigalpa y Guatemala. Y el caso de El Salvador es peor, porque este pequeño país se encuentra por completo al revés del contacto con la “civilización”. Deberíamos ser como Brasil, una nación costera cuya población se ubica de frente al mar. Pero nosotros somos montañeses para los que el mar solo significa las vacaciones de fin de año: algo exótico. La colonización del valle central de Costa Rica se hizo “a pata”, es decir, sin vías de comunicación. Y hasta después, mucho tiempo después (finales del siglo XIX) se construyó el ferrocarril. Al contrario de lo normal.
     ¿Qué es lo que nos hace temerle al mar, actitud que ha redundado en un aislamiento nada favorable al desarrollo? Un país con dos mares debería estar formado por un pueblo navegante y aventurero; sin embargo, aquí nadie practica ninguna de las muchas actividades que propicia la vecindad del mar. No hay más que una pesca artesanal (solo en Puntarenas) y cero transporte de mercancías. En Limón se come pescado de Puntarenas. En ninguna de las costas de Costa RICA se ha construido nada que valga la pena; solo puebluchos miserables de angustiosa supervivencia. Las mismas capitales de las dos provincias marinas (Limón y Puntarenas) son dos pueblitos sin nada que valga la pena. Nada que ver, nada que hacer, aparte de emborracharse y comer ceviche o un pescado frito; fumarse un par de porros y “jalar” a toda carrera para “Chepe”. Y Liberia se alejó por completo del agua. Las instalaciones para turistas son otra cosa, pues son tan lejanas para el tico, como los hoteles Marriot de Hawaii o los de la Costa Azul.
    ¿Qué es lo que nos hace a los centroamericanos alérgicos al mar? El sentido común nos indica que todas nuestras ciudades más importantes deberían estar en las costas, y así casi no hubiéramos tenido que construir vías de comunicación terrestres. La capital (San José) debería estar en Limón; y Alajuela, Cartago y Heredia repartidos a lo largo de la costa caribeña, y todas quedarían enlazadas por una corta carretera de unos trescientos kilómetros. Y a partir de allí, saldrían las vías de conquista del interior, como hicieron en los Estados Unidos hasta llegar al Pacífico, donde ubicaron las principales ciudades de ese litoral. La practicidad reclama esa solución, porque lo que es la realidad actual, carece de una explicación sensata. Nosotros hemos colonizado el país a partir del centro. Increíble ¿verdad? En todas las épocas de la historia las vías de comunicación han sido básicas para el establecimiento de poblaciones, y la forma más práctica y barata de estas son las naturales: el mar y los ríos, razón por la cual las grandes ciudades de la antigüedad y del presente son puertos marinos, lacustres y fluviales. ¿Cuál sería la razón de fundar las capitales centroamericanas a decenas o centenares de kilómetros de la costa caribeña, puerta de entrada y salida hacia Europa y lo más desarrollado de Estados Unidos? ¿Por qué nos escondimos de la civilización? Un misterio digno de estudio.
     El acceso al mar Caribe es una especie de odisea terrestre en la mayoría de los países de Centroamérica, lo cual hace que sea más fácil ir a bañarse en Miami o Cancún. Y si logramos llegar a nuestras costas, la situación es desoladora: no hay hoteles adecuados ni vías de comunicación, hospitales o clínicas; y la mayoría de los servicios son primitivos, si es que existen. Todo parece de existencia temporal, mientras se lo lleva la próxima marejada o ventarrón. Las aguas parecen contaminadas y todo se ve con apariencia decadente, sucia y dejada de la mano de Dios. Las mismas personas nativas tienen el aspecto de provisionales, fantasmagóricas, irreales y sin medios seguros ni permanentes de ganarse la vida. Todo está librado a las fuerzas de una naturaleza indómita sobre la cual los moradores no influyeran para nada. Son gentes, pueblos y cosas fugaces y transitorias, tan poco durables como los túmulos de arena de la playa. Casuchas cayéndose, muelles viejos en proceso de destrucción, barquichuelos podridos disolviéndose en el mar; gente triste y extraña con una oscura sensación de abandono lejano. Sin caminos adonde ir, solo los del agua; pero como nadie les ha enseñado a usarlos, son tan inútiles como los corales y la arena.
     ¿Por qué huimos del mar? Debe existir alguna respuesta que explique nuestra rara conducta, que difiere de lo que han hecho todos los pueblos de la tierra a través de la Historia. ¿Puede alguien sugerirme una explicación que se aparte del cliché escolar o colegial? Aquello de que los españoles encontraron que el Valle Central se parecía a Valladolid y que, por lo tanto… bla, bla bla.
     ¿Qué creen ustedes? Me parece que ya es hora de reconsiderar esta distribución de la gente sobre los territorios nacionales de los países centroamericanos. ¿No lo creen? (¿Qué piensan en sus países?)

RIS.

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