viernes, 9 de julio de 2010

262 El tercer mundo

262    “LA CHISPA

Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”.

EL TERCER MUNDO

   Modernamente se utiliza un eufemismo para definir a la mayoría de países atrasados y sin ninguna posibilidad de salir de esa condición: “países en desarrollo”. Pero tal calificativo no pasa de ser una especie de mecanismo dialéctico inventado para que nos sintamos conformes, con la esperanza de que nos estamos moviendo hacia algún lugar; sin embargo, la verdad es otra: cada día estamos peor, más arruinados, y la brecha entre ricos y pobres se profundiza de una manera vergonzante. Y no solo las diferencias entre poderosos y miserables, sino entre las mismas clases sociales de casi todas las naciones del mundo. La zanja entre potentados y pelagatos es más profunda a cada instante que pasa, lo cual polariza a las sociedades, aumenta los resentimientos y está preparando el terreno para el cataclismo social que habremos de vivir en toda la América en los próximos años. Parece inevitable.
      Desde que Mao inventó el término y definió esa condición, nada ha cambiado en el mundo para los que estamos dentro de ese corral, especialmente en la América Latina: ni la Guerra ni las guerritas, ni las Revoluciones ni las revueltas, ni los Tratados, ni La Alianza para el Progreso, ni el T.L.C. ni nada. Con razón podemos preguntarnos que ¿cuál es la causa de esta situación en el subcontinente? Lo que podría justificarse en ciertas naciones de África y Asia (desertificadas por los europeos), no es válido en esta parte de América. Aquí tenemos los mejores suelos de la tierra y en cantidades enormes. Sistemas pluviales que son la envidia de todo el mundo. Hay ríos y lagos para crear una agricultura masiva que podría alimentar a la población de tres planetas como la Tierra. Poseemos toda clase de minerales y, lo que es mejor, las más grandes reservas petroleras y de gas, que son los motores que mueven a la industria global. Entonces, ¿por qué somos tercermundistas? ¿Por qué no hay entre nosotros ni un solo pueblo con pleno desarrollo, uno “primermundista”? O por lo menos del “segundo”. NI UNO SOLO. Si hubiera un solo país latino desarrollado como Holanda, Bélgica, Noruega o Italia, el enigma no sería tan notorio. ¿Cuestión de cultura? Ni los españoles ni los italianos son la gran cosa en cuanto a su nivel educativo formal comparados con Alemania, Suiza o Suecia; y sin embargo, son naciones de avanzada con grandes industrias y poderoso comercio. Tienen flotas mercantes, grandes líneas aéreas y una aceptable infraestructura para el desarrollo general. En América hay varias naciones con un nivel educativo elevado, pero que tampoco se escapan de la mediocridad o la cola de esa clasificación: Costa Rica, Uruguay, Chile y Argentina tienen sistemas escolares aceptables y con “cobertura” nacional, pero siguen siendo tercermundistas. ¿Una cuestión étnica? Argentina y Uruguay son poblaciones casi totalmente europeízados; también Cuba. Chile tiene una gran población de origen europeo, y por ahí le anda Costa Rica. Y ni qué decir del Brasil, pues la mayoría de su población también es europea. Algo parecido sucede con Paraguay, Colombia y Venezuela que tienen gran presencia europea. Solo a Bolivia, México, Perú, Guatemala y algunos más podríamos culpar de ser atrasados por su población indígena. Pero Argentina desmiente la validez de ese argumento. También Brasil, Uruguay, Paraguay y Costa Rica.
     Los latinos no tenemos nada. Un coloso territorial como Brasil, tiene enormes regiones incomunicadas entre sí. Pero también Costa Rica, que cabe unas ciento cincuenta veces en el primero, tiene zonas tan marginales a las que solo es posible llegar por mar o avión, y eso es inaceptable. Pero ese solo es uno de los miles de problemas que conforman el marco típico de tercermundistas. Pero volvamos a la pregunta de fondo: ¿Por qué no hay UN SOLO PAÍS LATINO DESARROLLADO? La respuesta es elusiva y compleja, pero muy simple a la vez. Es un problema cultural; pero no de sistemas educativos: escuelas, colegios y universidades. Es un problema de identidad cultural. Los blancos y mestizos de este continente todavía no se han identificado adecuadamente con sus tierras: se siguen sintiendo europeos e hijos de europeos. Y los que sí están unidos a ellas, los indígenas, han sido marginados en todas las sociedades latinoamericanas. Siendo mayoría en Guatemala, viven como parias en un suelo que pertenece a una malvada minoría de criollos o blancos que no alcanzan ni el 5% de la población. En México sucede otro tanto. Lo mismo en Perú, Paraguay, Ecuador y otros más. El latino blanco solo piensa en emigrar a lo que él define como “tierras mejores”, las cuales son las de sus antepasados europeos o los Estados Unidos. Lo de Bolivia y Guatemala ha sido una vergüenza: dos países indígenas solo con gobernantes “europeos”. ¿Colonialismo criollo?
       Y así no progresa ninguna nación. En lugares como Guatemala, los blancos y criollos están convencidos de que los “indios son malos” y que no merecen absolutamente nada. Así es imposible el progreso real. Puede haber Argollas ricas a más no poder, pero eso no es progreso nacional. La exclusión social dentro de los mismos países de la América Latina, es uno de los grandes contrapesos que impiden el despegue hacia el progreso real. La idea de que hay mejores y peores, es una de las causas del atascamiento. El menosprecio de nuestros semejantes por cualquier prejuicio, pretexto o falta de sensibilidad, es causa de no solo del subdesarrollo material sino espiritual. Mientras no nos valoremos en conjunto, y mientras no apreciemos a nuestros semejantes (indios, mestizos, blancos, negros o amarillos), esta riquísima región seguirá siendo presa de la rapiña de los “desarrollados”, y todos nosotros nos convertiremos, tarde o temprano, en asalariados de bajo nivel; en extranjeros en nuestro propio suelo, porque los de afuera se apoderarán de todas nuestras tierras.
     Necesitamos un auténtico despertar de la CONSCIENCIA, de la identidad latinoamericana y del sentido de un destino común ineludible. Solo entonces es posible que salgamos de esa peyorativa clasificación.
RIS

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