domingo, 1 de mayo de 2011

922 La jarana externa


922   “LA CHISPA         (18 abril 2011)
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
LA JARANA EXTERNA
            Recordemos que no importa de dónde sea el acreedor (nativo o extranjero).  Es el mismo personaje: un PRESTAMISTA; alguien cuyas características amorales o inmorales NO TENEMOS que definir ni explicar a nadie.  Alguien que es sinónimo de agiotista, explotador, estafador, pillo, despiadado, cruel, malvado, usurero, avaro, codicioso y todo un largo etcétera que pudiéramos enumerar.   Y recuerde: no importa qué cara tengan o cuál sea su apellido; tampoco cómo vista, los teléfonos que lleve, las computadoras o el lenguaje que utilice, se trata de un PRESTAMISTA.  De alguien que NO tiene el menor interés en su bienestar sino en que los préstamos paguen sus intereses a tiempo.   Además, en cómo mantener la DEUDA de manera permanente para asegurar los réditos y el dominio sobre esa economía.  Puede estar seguro de que es un especialista en cómo mantener en coma a las víctimas de la banca; pero no tanto como para que no puedan honrar sus deudas. Se trata de un prestamista, no importa cómo se haga llamar: ejecutivo de préstamos, gerente regional, consejero económico del BM o del FMI; analista financiero, banquero, asesor jurídico o lo que sea.  Son los magos que hacen préstamos solo para pagar los intereses de la deuda.  Y así nos van hundiendo en el infierno de una jarana impagable.  Se trata de un agiotista al servicio de una causa única: la del capitalNi  la suya, ni la de ningún país, aunque su lenguaje parezca indicar que tenga alguna preocupación sincera por el deudor.
            Para que este vil negocio tenga cierta respetabilidad, han formado organizaciones mundiales respaldadas por gobiernos como el de USA, que les dan una especie de oficialismo de parte del Imperio.  Con nombres tan pomposos como es el BANCO MUNDIAL o FONDO MONETARIO INTERNACIONAL, adquieren la categoría de entes financieros neutrales preocupados por el saneamiento de las economías del mundo.  En eso consiste la gran farsa del siglo: haber dotado a corporaciones globales de prestamistas, de una honorabilidad que están muy lejos de tener.  Tanto el BM como el FMI, no son más que instrumentos del Gran Capital.  Lobos carniceros con el antifaz de las ovejas.  Individuos de la misma raza, dueños de los grandes bancos de todo el mundo, son los que controlan estos entes abusivos y despiadados a los que no les importa nada más que los intereses que las naciones deben pagar a la Banca Mundial.   Recuerde que en los planes de esta gente, las naciones solo son números anónimos, pueblos sin rostro ni alma.  Cuánto pagan y cuánto más se les puede sacar.  La cuestión social o humanitaria les vale un chayote. 
            La profesión de usureros es de vieja data, pero se había mantenido dentro de ciertos ámbitos locales y, cuando más, nacionales.  Y ¿cómo empezó este asunto a convertirse en una actividad global?   Pues a raíz de la segunda guerra mundial, cuando los Estados Unidos (el capital judío-yanqui) vieron las perspectivas que tenían ante un mundo sin competencia.  De esa manera, enviaron sus agentes bancarios por todo el mundo, haciendo préstamos a manos llenas a todas las naciones, los pidieran o no.  Desde luego que crearon un sistema “sagrado” que garantizara los pagos.  Este incluía las cañoneras yanquis en los puertos de cualquier país rebelde que no quisiera pagar sus deudas a la “generosa”  banca mundial.  Desde luego que estos se fueron refinando con el tiempo, y el uso de la fuerza bruta vino a ser innecesario.  Ustedes conocen los métodos mediante los cuales se aseguran que nadie se desvíe en la puntualidad de sus pagos. 
            Europa fue la primera víctima de este capitalismo global insaciable, le siguieron Asia, África y la América Latina.  Miles de agentes de esa Banca Mundial agiotista, pero disfrazada de FMI y BM, se dedicaron a recorrer el mundo haciendo préstamos condicionados a quien fuera y pudiera comprometer la economía de un determinado país.  Así se empezó a gestar la “deuda externa” que ya tiene más de medio siglo y continúa siendo el principal lastre que nos mantiene postrados en la caverna del atraso total.  Pero esos préstamos no eran en efectivo ni para lo que los países necesitaban.  Eran para obras específicas que servían para las empresas norteamericanas: carreteras, muelles, aeropuertos y todo aquello que facilitara la explotación de materia prima.  Además, existía el compromiso de comprar toda la tecnología y productos gringos al precio que ellos ponían: tractores, dragas, camiones, grúas, cemento, acero.  Y como estaba de moda la fiebre anticomunista, gran parte de los préstamos era en armas sobrantes de la segunda guerra.  Barcos viejos como el General Belgrano, tanques, aviones obsoletos, torpederas y cuanta chatarra les había sobrado, se convirtió en parte de la deuda externa.  Para combatir al diabólico marxismo ruso, el enemigo ateo del “mundo libre”.  Eso sin contar la corrupción que rodeó a todas estas operaciones.  Dictadores que recibían parte en efectivo en cuentas bancarias de USA o Suiza, comisiones de los agentes de crédito y mil fraudes más sobre dinero que nunca llegó a los pueblos.  Sin embargo, todos seguimos pagando una deuda que se multiplica continuamente.
            Si hay ingenuos que suponen que estos organismos “crediticios” (FMI y BM) nacieron de la mente de un grupo de filántropos preocupados por el desarrollo, deberían pensarlo dos veces.  Nuestras raquíticas economías son la demostración de la realidad implacable del principio deuteronómico, y nosotros debemos sacar una moraleja de esta situación: “Pide prestado y te llevará puta”.  Sin embargo, estar enjaranados pasó a ser la condición natural de todos los pueblos atrasados; ya ni nos asusta ni incomoda.  Sabemos que estamos hasta las orejas y que seguiremos haciendo préstamos solo para pagar los intereses de la deuda principal… y a nadie parece importarle un zapallo.  Pero en la consecuencia de este sistema está la respuesta acerca de su inutilidad: ninguno de los países que han “recibido” préstamos ha salido de su condición miserable; al contrario, sus economías se han hundido a límites inimaginables. 
            ¿Cómo salir de ese pantano con la clase de políticos que tenemos?   Si la corrupción campea a lo largo y ancho de nuestro continente, parece que la ilusión de ser soberanos y entrar en la ruta del progreso no es más que una quimera.  Una utopía.  Estimados amigos: díganme qué se puede hacer.  ¿Hay alguna salida o estamos en brazos de la fatalidad?
            Fraternalmente
                                   Ricardo Izaguirre S.           E-mail: rhizaguirre@gmail.com
Blogs:      La Chispa        http://lachispa2010.blogspot.com/    con link a        Librería en Red
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