lunes, 16 de mayo de 2011

597 Democracia formal


597   LA CHISPA     (12/03/09)
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
DEMOCRACIA SECUESTRADA: “DEMOCRACIA FORMAL”
            De tanto manosear el término, hemos llegado a no saber qué diablos significa.  El DRAE dice: 1)  Doctrina política favorable a la intervención del pueblo en el gobierno, y 2) Predominio del pueblo en el gobierno político de un Estado.   Pero ¿se da eso en alguna de las “democracias” de la América Latina?   ¿Tenemos los latinos algún mecanismo para participar REALMENTE en la dirección de los asuntos del Estado, que son los nuestros?  La respuesta es un NO absoluto.  Lo que tenemos es una “democracia formal”, un mecanismo inventado por el SISTEMA para acaparar el Poder mediante una fórmula muy simple pero de eficacia aterradora.  ¿En qué consiste esta treta capitalista?  Pues en una maniobra muy astuta con la que le han hecho creer a las masas que ellas son los que mandan mediante la delegación del poder.   Que gracias a esta forma de escoger a sus “representantes”, continúan ejerciendo la soberanía (que solo reside en el pueblo) que los pone al comando de sus respectivas sociedades.  Gracias a la mascarada de las “elecciones” han convencido a la gente de la autenticidad de una democracia en donde esta “elige” en forma libre a sus gobernantes.   Pero una vez pasado este acto protocolario, el Poder vuelve a  los mismos, valga decir, a las Oligarquías.  La farsa de las elecciones no es más que un mecanismo para legitimar el Poder en manos de los usurpadores de siempre.   El “elector” NUNCA PROPONE A NADIE, pero le han creado la fantasía de que así es.  En eso consiste el truco del SISTEMA.   Y una vez pasados los comicios, las cosas vuelven a su nivel: prepotencia y dominio del Capital, y garrote para los electores.  Nadie vuelve a tomarlos en cuenta para nada.  El pueblo no manda, nada decide ni corrige; nadie lo oye ni hace nada por él.   De inmediato el nuevo GOBIERNO vuelve a ocuparse de los asuntos que le interesan a las Oligarquías, nada más.  Sin embargo, hábilmente dan la impresión de que gobiernan para las mayorías, y cuanto más creíble sea este timo, más arraigo popular tienen los partidos.  Esa es la fase demagógica del SISTEMA.
            Este recurso que alguna vez fue válido, en la actualidad no es más que un fraude que solo tiene un grupo beneficiario: la clase capitalista.  Esta es la que decide todo.  Es la que nombra a los postulantes y los adoctrina acerca de sus obligaciones en la eventual situación de ser elegidos.   A cada aspirante le leen el “manual de gobierno” al que debe ajustarse si quiere terminar su período en paz, con una buena cuenta bancaria y con el beneplácito de las cámaras y la prensa.  En plena democracia.   Pregúntense esto: ¿escoge el ciudadano a los candidatos?  ¿En qué interviene el hombre común en el nombramiento a las diputaciones?  ¿NOMBRA LA MASA A ALGUIEN?   La elección de esta gente se lleva a cabo en los clubes sociales de la alta burguesía, y es un asunto de conveniencia (ductilidad, servilismo) del aspirante.  Y si se trata de diputados, es una cuestión de subasta.  Por eso los REPRESENTANTES DEL PUEBLO nada tienen que ver con este; y es por eso que no sienten ninguna obligación con él.  Ellos entran a recuperar su inversión, y para eso, tienen que estar de acuerdo con los negocios de la Oligarquía.  Si esta progresa, como siempre, las regalías aumentan y todos contentos, menos la clase trabajadora.
            En la democracia formal el señalamiento de candidatos es una facultad exclusiva de la gente de Poder; son ellos los que deciden quién les conviene, ya sea miembro de la Oligarquía o de los “trepadores” pobretones pero con “nombre presidenciable”, con pedigrí político.   Y como han sido “promocionados” por la prensa, se empieza a crear la urdimbre artificial entre ellos y la gente de a pie.  El ciudadano se ha resignado y supone que solo esos son capaces de dirigir al país por buena ruta hacia el progreso y ese mañana que nunca llega en la América Latina, pero con el cual vivimos soñando ilusamente.  El pueblo NO propone nada, no manda, no obliga, solo se resigna a su suerte y espera milagros de donde JAMÁS le llegarán.  Así que después de que la Unión de Cámaras delibera sobre la conveniencia de tales o cuales individuos, se llega a la decisión final que dé la impresión de ser un proceso popular justo, y les presentan a los votantes un grupo de nombres entre los cuales pueden “elegir”, es decir, que escojan entre los que ya fueron aprobados por la Argolla.   ¿No es esto una tomadura de pelo?  ¿Qué elige la gente si estos individuos ya fueron seleccionados por la Oligarquía y todos son miembros de ella, o en el peor de los casos, lacayos de esta?   En este juego de poder, todos los aspirantes están de acuerdo con el programa político que les impone la clase capitalista (comercio, industria, explotación, banca).  No hay alternativa.  Porque el que difiere, no cuenta con la venia del Poder y nunca será candidato.  Si no acepta los términos que le proponen, es un proscrito de la esfera del Capital. 
            La democracia formal es uno de los instrumentos más poderosos del SISTEMA.  Es la que pone el control del Poder en sus manos.   Así que mientras el ciudadano se mantenga alienado y no logre DISCERNIR en qué consiste el truco, las cosas seguirán igual: pocos con todo y muchos sin nada.  Por desgracia, la salida no es fácil y demanda de las sociedades la presencia de líderes honestos; de miembros de una clase especial que no tengan compromisos ni anden en busca de premios políticos por los cuales estén dispuestos a vender su consciencia, porque ese es el gran sustento del sistema: los cientos de miles de trepadores políticos potenciales que abundan en los partidos políticos.  Gente vendible, comprable, negociable, sin ética y sin otro incentivo más que el de hacerse millonario de la noche al día.   Mientras estos sujetos prevalezcan, tendremos de este vicio formal para rato.   Ese es el segundo objetivo que debemos visualizar, señor X, para hacer algo en contra de la corrupción y el sistema que nos asfixia.    Cada persona decente está en la obligación de analizar esta maniobra de la clase adinerada, sin dejarse influir por las ideas partidistas ni por eslóganes preconcebidos acerca de lo que es la supuesta libertad de consciencia que vivimos en nuestros países.  Democracia es EL PODER EN MANOS DEL PUEBLO, y no en las de un grupo privilegiado.  Pero mientras el ciudadano NO SE PERCATE DE LA JUGADA, ESTA SEGUIRÁ VIGENTE.      SEGUIREMOS             Democratescamente
                                               Ricardo Izaguirre S.     E-mail:  rhizaguirre@gmail.com
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