sábado, 19 de febrero de 2011

890 ¡Y la gente se lo cree!

890    “LA CHISPA    (9 febrero 2011)
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
¡Y LA GENTE SE LO CREE!
            Las sociedades latinas están constituidas por un trinomio casi cómico si no fuera trágico: Gobierno (producto de los partidos que, a su vez, son creación de las oligarquías), Oligarquía y Pueblo.  Una trilogía absolutamente dispar, absurda, inexplicable racionalmente, pero que funciona a la perfección debido a dos elementos complementarios: la planificación meticulosa de los políticos, y la estupidez casi infinita de los pueblos.  Pero además, está la carencia de líderes, el analfabetismo, la indolencia crónica y el conformismo fatal que heredamos desde la colonia.  Todo esto se conjuga para producir una masa dócil, sin voluntad ni deseos de superación colectiva.  Lo único que esta produce en forma individual, son los aspirantes a “trepar” al amparo de los chanchullos que se puedan hacer a la sombra del Estado.  Del sistema brotan manadas interminables de personas que ni siquiera se atreven a reflexionar sobre su situación para encontrar las evidentes causas del desamparo en el cual viven.  Gente simple y tonta que supone que la “oposición” en la Asamblea es la que impide al Gobierno realizar obras de bien social y mejorar las condiciones generales de vida del ciudadano.  Millones de personas que creen que la causa de nuestros males son los precios del petróleo y no la incapacidad de los estados.  Ni siquiera se imaginan la posibilidad de que tal inutilidad de los gobiernos, es una condición que obedece a la más refinada planificación política.
            Nuestra gente es INCAPAZ de visualizar quiénes son los culpables de su situación miserable y desesperanzadora.  Están aletargados, drogados por los medios de comunicación que manipulan la información a voluntad de la clase poderosa.  Los mecanismos de dominación funcionan a la perfección y tienen un lenguaje político para explicar todas las fases del sistema.  Las que funcionan y las que no.  Para todo hay aclaraciones convincentes.  El lenguaje “democrático” en la América Latina cubre y sana todos los aspectos de las deficiencias crónicas de nuestros pueblos.  Para todo hay respuestas y proyectos de mejoría…  en el futuro, en la próxima administración del mismo partido.  Para cada problema de los pueblos, hay “una seria y profunda preocupación del Estado”.    ¡Y la gente se lo cree!  Por doscientos años se lo han tragado.  La gente siguen creyendo en “el Estado de derecho”, la justicia, igualdad ante la ley y otros cuentos de la “democracia participativa, en la cual, los ciudadanos eligen el tipo de gobierno que desean”.   ¡Y la gente se lo cree!
            Veamos cómo funciona este engendro, pues su génesis es muy difícil de definir, ya que se trata nada menos que del PODER.   Y este es como Dios, no tiene principio ni fin; siempre ha estado allí, en manos de los elegidos, al servicio de estos pero a la vez, como amo absoluto.  Entre nosotros, el Poder reside en la Oligarquía, y desde ahí controla todo.  Eso es algo que debemos tener muy claro para poder perfilar una estrategia de mejoría para los pueblos.  Desde luego que NO se trata de destruirlo, sino de limitar los abusos de aquellos que lo detentan: gobernantes, políticos y oligarcas.  Y la única manera de hacerlo es mediante la fuerza de la unión de las mayorías organizadas (no manipuladas) en la búsqueda del bien común.
            También es esencial recordar que los PARTIDOS POLÍTICOS son el instrumento de dominación que las oligarquías han inventado.  Estos son la castración de la voluntad popular, de la cual se apoderan y ponen al servicio de la “clase dirigente”, que siempre es la misma, los “de arriba”, la Oligarquía.  Y mientras la gente no visualice esa realidad, seguirá en picada, participando en la farsa de la democracia formal, la cual es de conveniencia única para los poderosos.   Vean que la estructura de mandos de estas gavillas es vertical; ahí NO hay consultas.  Todo está organizado y se maneja desde arriba: nombramientos, escogencia, programas y líderes inventados.  Los partidos son las hienas de las mil tetas en donde se amamantan los “dirigentes políticos” en el arte supremo del servilismo.  Ahí no hay disensión ni posiciones altivas, honestas o populares.  Ahí todo es sumisión de la más baja estofa; estos organismos son la escuela en donde los individuos aprenden a reptar para ser aceptables a la Oligarquía.  Ahí los seres humanos son reducidos a la condición de gusanos.  Estas agrupaciones aniquilan todo vestigio de vergüenza y dignidad en los hombres y los convierten en parientes de las loras: una especie de trepadores descarados.  En criaturas lameculos capaces de arrastrarse de la manera más vil, con tal de recibir migajas y conservar la tolerancia de los amos.  Como un cierto diputado de nuestra Asamblea.  De esa manera dos, tres o cuatro gatos pueden convertirse, gracias a la magia de la “democracia formal”, en la voluntad electoral de toda una nación.
            Nuestra gente se ha tragado el cuento de que los partidos son la única y mejor forma de expresar la decisión popular, y que estos reflejan esa realidad como producto de una auténtica consulta a las bases de la población.  Millones de ingenuos dan por un hecho que eso es así.  Creen que estos grupos son foros independientes y libres a través de los cuales se realiza la escogencia honesta y genuina de los gobernantes.  Pero estas pandillas son la peor lacra de nuestras sociedades, pues SIEMPRE SON CONTROLADAS por una minoría (Oligarquía) que solo tiene interés en sus asuntos financieros.  Desde luego que el lenguaje democrático contempla todas las explicaciones necesarias para mantener el establishment en el sitio que conviene.  Todas la respuestas para adormilar las inquietudes de los electores.  Para desviar la atención hacia trivialidades: como la “tiranía” de Venezuela, la guerra del Golfo o la isla Calero. 
            En los partidos, el votante encuentra todas las respuestas teóricas a sus necesidades y carencias, pero todo dentro del ámbito de lo probable que, siempre dependerá de las circunstancias y las consecuencias de la “economía mundial”, cuestión que se encuentra más allá de todos los esfuerzos que el gobierno pueda hacer.  ¡Y la gente se lo cree!  Para el ciudadano, la economía pasa a ser algo así como la fatalidad o el Hado de los griegos: los gobernantes nada pueden hacer ante los vaivenes de esa caprichosa fuerza sobrenatural.  “Eso prometimos en campaña, pero las cosas han cambiado”.   Y la gente sigue creyendo en ellos.  ¿Cuándo aprenderemos?  Parece que nunca.
            Antipartidariescamente             (¿Cómo anda este tamal en sus países, siguen crédulos?)
                                                 RIS                  E-mail: rhizaguirre@gmail.com     
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