jueves, 10 de febrero de 2011

338 Desarrollo y educación

338  “LA CHISPA”    (15/sep/07)

Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”

DESARROLLO Y EDUCACIÓN

            “La Educación popular es la ruta al Desarrollo”.  Japón y Alemania son el ejemplo más evidente de la verdad de este postulado.  También los europeos en general, pero el ejemplo más dramático lo constituyen esos dos países que, después de la contienda mundial, quedaron reducidos a cenizas. A Japón incluso le pulverizaron ciudades enteras bajo el fuego termonuclear que segó decenas de miles de vidas.  Ambas naciones quedaron en CERO.  Si eso le hubiera pasado a cualquier nación latinoamericana, su gente estaría viviendo en cuevas y de la caridad mundial.  Entonces ¿qué es lo que hizo esa diferencia y permitió que estos dos pueblos hayan logrado niveles de desarrollo inalcanzables, ni siquiera por los que “ganaron la guerra”?  Japón es la primera economía de Asia, y Alemania, de Europa.  Solo USA las supera por escaso margen.  Además de la capacidad salvaje y fanática que tienen para el trabajo, gozan del mayor tesoro al que puede aspirar cualquier pueblo que pretenda convertirse en desarrollado: EDUCACIÓN.  Pero desde luego que no es cualquier educación.  No se trata de “alfabetizar” a los campesinos mediante una campaña de dos o tres años de alboroto, sino de crear un sistema nacional de educación del más alto nivel académico.  Tampoco se trata de implantar una moda pasajera para hacer propaganda política (tan común en nuestras “revoluciones”), sino de la formulación de una estrategia PERMANENTE que nos garantice un producto de la más alta calidad.  Hombres y mujeres BIEN PREPARADOS para hacerle frente a todas las demandas de una vida moderna.  Ciudadanos capaces de resolver todos los problemas nacionales sin depender de “asesores extranjeros” que vengan a decirnos qué hacer y cómo.  Mientras eso no suceda, seguiremos siendo TERCERMUNDISTAS, por más que blasonemos de nuestro supuesto desarrollo.
            Se puede y se DEBE aprender de otras naciones más avanzadas; eso es bueno e inteligente, pero ser por siempre parásitos de los demás, es hipotecar el futuro de nuestra raza y eternizar la dependencia.  No es tolerable que solo estemos esperando a ver qué medicina inventaron en Alemania, USA, Inglaterra o Francia para curar tal o cual enfermedad.  Nuestros médicos, ingenieros, artistas y profesionales en general, solo viven pendientes de qué se hace allá o más allá, y casi nunca aportan algo al desarrollo de sus propios campos de actividad.  Es decir, tenemos una educación universitaria mediocre, que solo nos capacita para ejercer precariamente nuestros oficios.  No estamos a la vanguardia de NADA, y es por eso que nuestros profesionales, si quieren blasonar de algo, tienen que ir cuatro o cinco años a “especializarse” en algo a Europa o los Estados Unidos.  Y hasta que no tienen colgando en las paredes de sus oficinas algún cartón que diga: “Master de la Universidad de Gruchenko o Appleshire”, no sienten confianza en su propio saber.
            Lo mismo sucede con la enseñanza media y primaria.  Plagadas de teorías pedagógicas idiotas y desvinculadas de la enseñanza superior, incurren en infinidad de disparates y desperdicio de recursos.  Y a pesar de las enormes diferencias económicas que tenemos con los países ricos, nuestras autoridades educativas
(que casi siempre son de nombramiento “político”) se empeñan en copiar sistemas y métodos escolares propios para países como Francia, Alemania o Suecia.  Es más, se importan asesores extranjeros para que nos vengan a decir qué es lo que nos conviene.   Y no es que sea malo recibir asesoría de quienes saben más, pero esta debe ser adaptada a nuestro medio y posibilidades.  La educación de cada país es un acto de comunión interna, que si bien guarda relación con los demás, es único y distinto.   
            La educación no es algo segmentado en dos o tres etapas desvinculadas, como sostiene cierta “moda”; es un proceso continuo que empieza con el jardín infantil y culmina con la graduación de la Universidad.  Un graduado de primaria o secundaria solo es alguien semi-alfabetizado, que si bien es algo más que un analfabeto, está a medio camino de la nada y es un candidato a olvidar lo poco que aprendió.  No es lo mismo tener un índice de alfabetización del 90 por ciento de personas con la primaria aprobada, que poseer un treinta por ciento de bachilleres.  También es muy diferente una sociedad que tiene un porcentaje de alfabetización del veinte o treinta por ciento de graduados universitarios.  Eso quiere decir que los números de los “expertos” de la educación pueden ser tremendamente engañosos.  Costa Rica puede tener un índice de alfabetización del 95 por ciento, pero si de estos solo el UNO O DOS POR CIENTO son de nivel superior (universitarios graduados), ese número significa muy poco para el desarrollo.  Incluso cuenta el tipo de profesión.                                               
La EDUCACIÓN VERDADERA es un proceso  CONSTANTE de CANTIDAD y CALIDAD.  Es algo que NUNCA termina.  La sociedad no puede decir: “Bien, ya alfabetizamos a todo el mundo, por lo tanto, podemos descuidar ese proceso e invertir el dinero en apoyar al “sector productivo” o repartirlo en CAT’s, o gastarlo en campañas políticas”.
            La EDUCACIÓN, como el trabajo y la infraestructura, es uno de los pilares del DESARROLLO; pero para que este sea “sostenible”, como dice una moda del argot político, debe ser de la más alta CALIDAD.  Y para obtener ese resultado se debe invertir.  Primero, en la formación de educadores del más alto nivel; no puede haber buena educación con maestros ignorantes, mediocres e improvisados; mucho menos, si no les pagan o tienen salarios de hambre, o se les subestima profesionalmente.  En nuestras sociedades latinas, el más importante profesional que hay es el maestro en todos sus niveles, pues por este es que empieza y culmina la EDUCACIÓN DE CALIDAD, es el “freeway” insustituible en nuestra aventura hacia el DESARROLLO.
            Educativamente.
                                   Ricardo Izaguirre S.               E-mail:  rhizaguirre@gmail.com
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