sábado, 14 de agosto de 2010

543 No se queje, la Vida es bellísima

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543    “LA CHISPA”                                                                                                   (15/11/08)

Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”

NO SE QUEJE, LA VIDA ES BELLÍSIMA

            Las religiones nos han convertido en derrotistas pedigüeños que suponemos que todas las cosas nos han de venir en gracia de la capacidad que tengamos para estar orando y pidiendo majaderías al cielo: que nos repare una casita, que nos proporcione trabajo; que nos dé salud, dinero y amor, como dice la canción.  Hemos simplificado demasiado la ecuación, y eso nos ha llevado incluso a ser irreverentes con la Vida y con Dios, y los culpamos de nuestra situación y, en forma conveniente, nos marginamos de la responsabilidad que nos cabe en el mal derrotero que hemos tomado.  “Es que Dios así lo quiso”, “Dios me ha dado la espalda”, “Dios me mandó una enfermedad”, “Dios me quitó a mi familia o a mis hijos o a mi madre”.  Y así hasta el infinito.  En ningún momento aceptamos que la vida es absolutamente IMPARCIAL, que no somos tan importantes como para que esta o Dios estén pendientes de lo que hace Juan Pérez o María Juárez para mandarles un castigo, no darles trabajo, matarles un hijo o darles un mal marido o esposa.  ¡Por Dios! ¿Cómo es que semejantes idioteces se han ido acomodando en la mente de hombres y mujeres?  
            Las religiones son las únicas culpables de este enfoque que hacemos de la vida, y en lugar de confrontar de manera valiente el resultado de nuestros actos, buscamos culpables a quienes endilgarles los malos frutos de nuestra incapacidad para VIVIR correctamente.  La Ley de la Retribución Divina es implacable e insobornable mediante oraciones o peticiones de perdón. Es imparcial.  Es la Justicia inteligente que da a cada uno lo que se MERECE.  Ni más ni menos.  Y el registro de nuestras malas acciones y pensamientos NO ESTÁ en el cielo, en algún archivo o libro que se pueda borrar o perder, o traspapelar; nosotros somos ese Registro, y con él nos presentamos cada día ante nuestro propio, exclusivo y personal Juez al que no podemos engañar ni obtener de él la menor indulgencia.  A ese Arconte lo conocemos como CONSCIENCIA.  Es un disco duro “informateable” del cual los dioses toman la información exacta e inmediata de lo que somos.   Y no es necesario que se produzca la muerte para que se den los ajustes kármicos diarios que precisan nuestras vidas.
            Nadie tiene la culpa de cómo se encuentre usted.  Si está jodido, es su culpa; si está bien, es porque se lo merece.  Si quiere darle gracias a Dios o a alguien, es su derecho y bien puede hacerlo, en el entendido de que no tiene obligación alguna de hacerlo, aunque el acto en sí, es una demostración de que usted es una buena persona  que está dispuesta a aceptar el orden universal y que, con humildad, reconoce que todos estamos en una relación profunda con cada átomo del Cosmos y que somos interdependientes.  Ser agradecido ante Dios y la Vida (que son lo mismo), es agradecerse a usted mismo, que es parte indivisible de esa Unidad Absoluta. 
            Cada uno está en el lugar que se ha hecho, en el peldaño de la escalera que ha subido; nadie lo va a empujar ni subir por ascensor (por más oraciones que haga); en esa larga, dura y lenta ruta no hay atajos, indulgencias ni ayuda “ilegal”.  Si usted acepta este principio, empezará a sentirse en paz con la vida, con los demás y con usted mismo.  No sentirá envidia por lo que los otros tienen; ni compasión por usted o por lo que no tiene.  Si se desembaraza de las tonterías religiosas que plantean, FALSAMENTE, la idea de que ser rico es un pecado que implica la maldad en mil formas, comenzará a ver con respeto y admiración a aquellos que han hecho fortuna gracias a su ingenio y trabajo.  Dejará de desear que “se vayan al infierno” y estará en disposición de hacer lo mismo.  Si su meta es hacer dinero, hágalo; nadie se lo impide.  Pero esa habilidad implica cierto aprendizaje que no es gratuito ni repentino y que no surge de un simple antojo, sino de años de lucha.  Disciplina, privaciones, ahorro, sacrificio y trabajo son las rutas que conducen a la riqueza.  Pero cuando los envidiosos vemos a la gente con plata, nos imaginamos que la hicieron de la nada o que Dios se las obsequió por favoritismo.  No queremos ver lo que hay detrás. En el mundo no hay acción sin reacción, y la abundancia es el producto de la laboriosidad sistemática, la cual implica una infinidad de sacrificios que los haraganes NO estamos dispuestos a ejecutar.  Solo queremos los frutos, no la inversión que hay que hacer. 
            ¿Y qué hay con los que nacen en esos hogares de ricos, en cuna de oro?  ¿Es eso una regalía gratis del cielo?  ¡Nada de eso!  Ellos se lo ganaron en turnos anteriores, y es por eso que ahora inician la cosecha desde muy temprano en sus vidas.  Veamos el caso de los judíos.  Los vemos con inmensas fortunas y suponemos que su dios (Yavé) se las ha dado así nomás; a esa conclusión nos inducen nuestras aberraciones, pero la verdad es otra.  Ellos saben muy bien el “fácil” camino para hacer plata, y por eso es que la tienen: porque están dispuestos a aplicar al pie de la letra, el manual de instrucciones que conduce a la opulencia.  Pero eso no se debe a la intervención divina sino a la voluntad humana.  De hombres que no se resignan solo a rezar sino que mientras lo hacen, continúan trabajando, cuidando la tienda, los negocios, los préstamos y los intereses.            
            La Vida es bellísima y usted PUEDE hacer lo que le dé la gana con ella, siempre que esté dispuesto a realizar todo aquello que lo lleve a su meta.  Desde luego que si solo quiere los frutos sin trabajar, TENDRÁ que seguir culpando a Dios, a la Vida, al cielo y a los demás de su fracaso.  No se entregue al derrotismo de las religiones, ni crea que ser rico es malo.  Tampoco que ser arrancado es una bendición.  Plantear la fórmula hacia la riqueza es muy simple; no tiene misterio alguno y su simplicidad es casi ofensiva.  Pero ponerla en práctica es otra cosa, otro cuento, una pesadilla.  ¿Es ese su objetivo en la vida?  Pues realícelo, sin embargo, queda advertido de que hay una gran diferencia entre la teoría y la práctica; pero el éxito es el resultado INEVITABLE para todos aquellos que ejecutan los pasos del método correctamente.
            La Vida es bella, amigos, si no se dejan seducir por babosadas que nadie pueda demostrarles.  No coman teorías, cuentos, mitos ni leyendas.  La Vida es aquí y ahora.  Y es mucho mejor si se tiene “chochoska” y salud.  Sobre todo... SALUD.
            Monetariescamente
                                   RIS

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