sábado, 28 de agosto de 2010

647 La industria farmacéutica

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647    “LA CHISPA”                                                                                             (12/06/09)
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
LAS INDUSTRIAS FARMACÉUTICA Y ALIMENTARIA
            Hiperbólicamente se puede decir que entre estas dos industrias humanas, mataron durante el siglo pasado, a más personas de las que los hombres aniquilamos en todas las guerras que hemos hecho desde que aparecimos sobre la faz de la tierra.  Talvez parezca una exageración o falta de reconocimiento a su labor, pero los hechos, a la luz del sentido común y lo que vemos diariamente, nos llevan a conclusiones contradictorias entre lo que deberían ser y lo que son estas actividades.   Y la primera de ellas es de elemental sentido común que no requiere mayor esfuerzo.  Es una generalización grosera, pero dados los objetivos materialistas y monetarios de estas empresas comerciales, tenemos que concluir que ninguna de ellas está interesada en que USTED SE ALIMENTE BIENTampoco en su SALUD NI LA DE NADIE. 
            A la industria alimentaria le interesa que usted consuma masivamente cuanta porquería logra enlatar, embutir, “encajar”, licuar, deshidratar, pulverizar o reducir a pastillas o polvos.  Son ellos los que han inventado una colección de mitos dañinos que intoxican, debilitan y enferman a millones de personas que tienen la “dicha” de estar cubiertos por la archimillonaria actividad de las empresas de la comida.  Estas nos han hecho tragar toda clase de sustancias químicas que utilizan para la preservación de toda esa carroña que nos venden en tarros, cajas, bolsas al vacío, frascos y toda clase de envases plásticos venenosos y contaminantes.  Ellos inventaron el cuento de la alimentación “balanceada” que incluye proteínas, carbohidratos, grasas, verduras, frutas, vitaminas, minerales y cuanta cosa se les ha ocurrido.   Son estos los que le han impuesto al mundo desarrollado, que puede comprar y hartarse de todo, la idea de que debemos comer un revoltijo de todos estos elementos para estar bien nutridos.   Y el costo que la gente ha tenido que pagar es terrible
            Esta industria es la que nos ha impuesto el dogma de la CARNE Y LA LECHE como los alimentos superiores; algo así como el néctar y la ambrosía.  Y gracias a la publicidad y su influencia en los sistemas educativos de todos los niveles, nos han convencido de que somos carnívoros y “lechívoros”.   Dos comidas básicamente nocivas y que contienen elementos altamente cancerígenos como la creatinina y la cadaverina, que producen estragos en la gente comedora de carne.  Pero no solo es la cuestión del daño personal físico, sino el moral, que nos convierte en cómplices de la cruel matanza de criaturas cuya muerte es innecesaria.   Vean cómo los países con mayores índices de consumo de carne, son aquellos cuyas poblaciones son atacadas por toda clase de cánceres.  Estados Unidos, Inglaterra, Canadá, Alemania y un largo etcétera.  Pero la angurria de los que manejan esta industria no para mientes en nada; ni en el problema harto sabido del peligro de comer carne, ni en el aspecto moral que significa el dolor que se inflige a millones de animales indefensos. 
            Incluso, para hacer más “eficiente” el proceso de producir carne, irrespetaron los principios básicos  de la cadena alimenticia e intentaron alimentar al ganado con sus mismos desperdicios corporales convirtiéndolos en “vacófagos”, violación que produjo el fenómeno de las vacas locas.   Una violenta respuesta y corrección de la Madre Natura.   Así, pues, a esa gente le importa un pepino que usted se alimente bien; a ellos solo les interesa que usted compre y consuma todo lo que ellos le ofrecen en los supermercados.  Millones de productos artificiales cargados de venenos químicos que nos matan a mediano o largo plazo y que, tarde o temprano, nos convierten en clientes obligatorios de la otra gran industria: la farmacéutica.  La carne es dañina y todo el mundo lo sabe por experiencia personal.  ¿Que es deliciosa y apetecible?  ¡Mentira!  Usted NO ES CARNÍVORO, y si la tolera es porque esta pasa por una serie de procesos culinarios que la hacen aceptable a sus sentidos.   Vea sus dientes y muelas y compárelas con las de un carnívoro de verdad, y sabrá que usted no es carnívoro.   Si lo fuera, le apetecería la carne cruda, sangrante y viva, arrancada directamente del animal sacrificado.  Pero ese no es el caso ¿no es así?   La carne cruda nos repugna y produce asco.  Nos ofende e impresiona desagradablemente.  Pero los magos publicitarios de la industria cárnica nos han convencido de que es el mejor alimento y más rico en proteínas (que al fin de cuentas, también son productoras de cáncer).
            El otro tentáculo de esta confabulación que lleva ríos de dólares a las arcas de los empresarios es la industria farmacéutica, que en concubinato con la “medicina oficial”, mata a millones de personas a las que, primero, convierte en esclavas de sus medicinas.  Piénselo, estimado lector, esto no es un misterio sino algo de sentido común.   ¿Cree usted que a las farmacéuticas y la medicina alopática les interesa la SALUD como un bien general de la humanidad?  ¡Claro que no!   Tampoco es que tienen la intención deliberada de matarlo, porque eso NO ES NEGOCIOA ellos les interesa que HAYA BILLONES DE ENFERMOS.  Ojalá crónicos y desde la niñez.   Es por eso que cada medicina que le venden, invariablemente tiene “efectos secundarios”.  Algunos se los advierten, otros no.  ¿Y por qué?  Porque esos son los que le van a dañar los riñones, hígado, corazón, páncreas, colon, cerebro, huesos, matriz y otros órganos que lo habrán de convertir en cliente permanente de los hospitales y los médicos.   Felicidad total de la industria, sobre todo, en los países en donde la medicina es PRIVADA.   De ahí los esfuerzos de esta por eliminar o limitar los alcances de la medicina socializada, porque esta no es un buen negocio. 
            La industria farmacéutica tiene dos grandes ramas tan dañinas como productivas; ambas conducen billones a los bolsillos de los dueños de aquella.   Una de ellas es la producción de medicinas; y la otra, la cosmética, una auténtica mina de platino, diamantes y uranio.  La industria de la Belleza no solo es de lo más rentable, sino que es la causa directa de infinidad de padecimientos que sufren las mujeres refinadas; males que son desconocidos en las damas con poca o ninguna capacidad para acceder a esa montaña de desodorantes, jabones, cremas, perfumes, pastas, pomadas, “barros”, baños, enjuagues, bloqueadores, bronceadores, depiladores, blanqueadores y “negreadores”.   Venenos que se absorben por la piel y que son incorporados a la sangre, a través de la cual se distribuyen por todo el organismo en su labor deletérea.    
                         (¿Usted qué cree?)
                                   RIS


           



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