viernes, 27 de agosto de 2010

628 Los virus: guardianes de la Vida

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628    “LA CHISPA”                                                      (14/05/09)
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
VIRUS: GUARDIANES DE LA VIDA
            Están hechos de acero inoxidable, aleaciones de titanio y otros materiales en combinaciones mágicas que los hacen invulnerables a todos los intentos que hagan los humanos para destruirlos; están más allá de los “virucidas” y las vacunas porque ellos no solo son la Vida, sino los guardianes de esta.  Son los instrumentos inmortales del cambio.  Por medio de ellos se hace presente la vida en cada planeta que, en el largo camino evolutivo, está listo para albergarla.  Son los instrumentos de los dioses, la Naturaleza, Dios o como usted prefiera llamar al Poder coordinador de todo el Cosmos.  Los virus NO son producto de la casualidad o del devenir aleatorio de las cosas que evolucionan a estados superiores.  Son los custodios de la Obra y cumplen una función prefijada e invariable (mientras no se les prepare para lo contrario); no mutan arbitrariamente porque les dé la gana, tampoco como consecuencia del azar.  Son estructuras biológicas que siguen directrices inteligentes para propósitos bien definidos que tienen que ver con la evolución de los cuerpos físicos, contenedores del Hombre espiritual.
            En la economía de la Naturaleza, un cuerpo humano tiene el mismo valor que un ratón, una cucaracha o un caballo: solo son el depósito temporal del infinito número de formas que adopta la Vida en su manifestación.  Y como todo tiende hacia la perfección, es necesario que haya agentes capaces de hacer la selección necesaria de habitáculos cada día mejores para albergar la esencia superior que anima a todos los vivientes.  El hombre NO es la excepción; al contrario, es la criatura sometida a los más rigurosos escrutinios en la búsqueda de la perfección física.  El refinamiento de los cuerpos (mejor cerebro, sistema nervioso y hormonal) es un proceso continuo para garantizar nichos capaces de albergar a los espíritus más evolucionados de la humanidad.  Hombres más fuertes, sanos, capaces e inteligentes, son el resultado de una meticulosa selección que NO es el producto de la casualidad, como sostienen los evolucionistas de la ruleta rusa.  La evolución NO es producto de la casualidad, las chiripas o el capricho de los virus.   Es un proceso de sabiduría absoluta, dirigido por inteligencias superiores que saben lo que están haciendo.  Y los virus son algunas de las herramientas que utilizan en su trabajo.  Siempre han estado y estarán ahí.  Jamás podrán ser eliminados, pues tal absurdo es una utopía que solo cabe en la cabeza de los autores de la teoría microbiana y viral como fuente de todos los males de la especie.  Estos ilusos suponen que, eliminando a todos los virus y microbios, desaparecerían todas las enfermedades y nos convertiríamos en inmortales; pero esa tesis es el talón de Aquiles de la medicina alopática.  Los virus y sus ayudantes, las bacterias, están allí para preservar la Vida; pero la vida de los más aptos y no la de aquellos degenerados que atentan contra las especies.  Su labor es de salud y control de calidad.
            Sentado que destruirlos es imposible, nos vemos obligados a una interpretación racional de su papel (y del de los microbios en general) en la evolución de los cuerpos físicos.  Ellos son los agentes del cambio, de las mutaciones y alteraciones genéticas.  Son los que inducen la producción de anticuerpos que garantizan la supervivencia de los aptos para pasar a la etapa siguiente en el lento proceso evolutivo.  Ninguna plaga (virus o bacteria) mata a todos seres que “infectan”; los muertos siempre son una minoría: los débiles, viejos, incapaces y enfermos.  Y esto se hace para evitar que se sigan reproduciendo, y con ese fruto dañado, que se multiplique una especie de inútiles.  Es la sabia Naturaleza en su labor eugenésica; no lo hace por maldad, odio o insensibilidad, sino por conocimiento superior de lo que conviene a la especie.  Es un trabajo de amor y cuidado: la producción de nichos superiores para alojar mejores formas de vida.  Y en el caso del hombre, mejores y más avanzados espíritus.   Los virus son los guardianes de la vida en el más alto concepto, pues obligan a los cuerpos a adaptarse a los nuevos requerimientos del ambiente circundante (que también evoluciona); y una vez que se activan en los organismos, hacen que estos den las respuestas biológicas necesarias para la supervivencia.   Y si no lo hacen, sucumben.  Así de simple.
             De esa manera, esas microvidas son los gestores y directores del proceso evolutivo.  Operan de manera implacable en consonancia con los dictados de la Naturaleza, pero de ninguna forma son malignos, en el sentido que la medicina los ha clasificado.   Ellos son los filtros, son las manos de los Responsables en el plano de la manifestación; por lo tanto, son indestructibles, “eternos” y benefactores en el proceso evolutivo.  Existen virus para los vegetales, para los animales y para los humanos, y NO MUTAN porque se les antoje sino solo cuando es necesario y bajo la guía de los dioses.  Periódicamente son activados por estos para que realicen diversas tareas correctivas o de control de calidad.  Y cuando no están cumpliendo alguna función, dormitan como cristales en el seno maternal de la Naturaleza, en la cual nada es casuístico o sin propósito.   Nada saben los sumos sacerdotes del “Big Bang” (la casualidad) acerca de la virología.  Vean cómo proceden: “infectan” a todos los organismos sospechosos de no estar al nivel requerido, y si estos reaccionan bien, quedan vacunados y están certificados para seguir viviendo.  Hay un segundo grupo, los fuertes y sanos que ya tienen inmunidad natural a los efectos virales.  Pero los deficientes (una exigua minoría) son eliminados.   Es eugenesia básica cuyo objetivo es la selección de los mejores.  Así ha sido por eones y así seguirá siendo.  Incluso tienen funciones morales cuando son activados para imponer restricciones relacionadas con la sexualidad desbocada.
            En síntesis, los virus tienen una función vital y protectora, aunque su acción no sea nada agradable cuando una gripe nos revuelca.  Pero después que esta pasa, nuestras defensas biológicas se han multiplicado, y nuestros ejércitos de anticuerpos están listos para cualquier batalla.   Los virus reviven y fortalecen el sistema inmunológico, la línea Maginot de nuestra vida.   No los mire con tanto miedo; aunque eso sí, con mucho respeto, pues son los instrumentos de Dios; ellos no están aquí para matarnos por capricho, sino para cumplir una función superior relacionada con la evolución de la vida, aunque todavía no la entendamos bien.  ¿Le parece una broma?  Pues no lo es.
            Virulescamente
                                   RIS

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