jueves, 1 de marzo de 2012

188 La democracia formal

188       LA CHISPA                                                                           
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”

LA DEMOCRACIA FORMAL

            Las sociedades latinoamericanas están formadas por dos clases: las Oligarquías todopoderosas, y las enormes y empobrecidas masas de trabajadores, subempleados y desempleados.  Clase de gente ignorante e incapaz de hacer la  mínima reflexión ni siquiera acerca de su condición, o las posibilidades de revertir el fatal proceso de aniquilación a que es sometida.  El llamado “capitalismo salvaje” no da margen ni ilusión de nada.  Con las formas de gobierno que imperan en nuestro medio, las conocidas democracias formales, no hay esperanza alguna para el obrero.  No existe país alguno en donde, si no es por un error demasiado burdo de las clases poderosas, pueda llegar al poder un grupo gobernante que haga algo por la gente desposeída y analfabeta.  Y cuando por alguna anomalía del sistema esto sucede, la maquinaria mundial del capitalismo se moviliza en contra de esa nación para aplastar cualquier intento peligroso de socavar las bases del sacrosanto sistema democrático (en esencia, capitalismo salvaje).  Aunque el gobierno haya sido elegido “democráticamente”, de acuerdo con la definición formal de lo que eso significa.  Casos de Allende, Lula, Chávez,  Evo Morales o cualquiera que enarbole la bandera de las clases marginadas y miserables.   
            El capitalismo salvaje tiene un poder omnímodo en todo el mundo; y no solo porque provenga de imperios poderosos económica y militarmente, sino porque cuenta con quintacolumnistas nativos en cada uno de nuestros países.  Las argollas capitalistas de cada país latinoamericano no tienen el menor interés en el bienestar de sus pueblos; tampoco ninguna inclinación patriótica.  Ellas solo actúan en función del capital, y su único objetivo es trabar alianzas con el gran capital mundial, sin importarles que a sus respectivos países y pueblos se los lleve el diablo.  Enajenar los recursos de sus naciones y comprometer a estos bajo tratados abusivos, es un asunto que para nada les preocupa, siempre y cuando ellos sean los beneficiarios de las migajas que el Gran Capital deja caer en sus operaciones de explotación inmisericorde en nuestras naciones.  El capitalismo es una Fraternidad Mundial que no conoce nada acerca de moral, patriotismo, consideración, misericordia o sentimientos superiores.  Su único dios es el dinero, y cuenta con legiones de serviles por todo el mundo, a los cuales les son ajenos todos los conceptos sociales que tienen que ver con el bienestar común.  El Gran Capital tiene testaferros por doquier, a los cuales nada les importa, salvo reptar de las maneras más desvergonzadas al servicio de los explotadores, siempre y cuando ellos reciban su tajada.  Ese es el triste y vergonzoso papel de la mayoría de nuestros políticos y gobernantes.  Para llegar al poder de cada país, primero tienen que arrastrarse ante las oligarquías criollas, y después, en condición de gobierno, ante el capital mundial personificado en las grandes transnacionales.  La desvergüenza es el denominador común de la casi totalidad de nuestros políticos.
            La organización política de nuestros países ha sido diseñada durante el último cuatro de siglo, de una manera diferente a como operó en los cincuenta años previos.  Anteriormente se impuso la ley del garrote (big stick), mediante la cual los gobiernos de Estados Unidos, garantes incondicionales del Gran Capital, se aseguraban de que cada una de estas semi colonias de su traspatio, tuviera una especie de capataz servil.  Algún tiranuelo a quien lo único que le exigía el gobierno de ese país, es que garantizara la seguridad de los intereses norteamericanos.  Por lo demás, podía hacer lo que le diera la gana: asesinar, robar, violar, mentir, reelegirse cuantas veces le diera la gana montar la farsa de las “elecciones”; o bien, declararse “presidente vitalicio”.  Nada importaba.  Pero con el advenimiento de la guerra fría y el contrapeso de la Unión Soviética, se ensayaron diversas modalidades de dominación, de la cual, la más aceptable resultó ser una parodia del sistema de gobierno norteamericano: el sistema presidencial con una o dos cámaras.  Esta farsa ha resultado ser el más eficaz sistema de dominación incondicional de las masas.  Se les prepara un gran circo cada cuatro o cinco años, mediante el cual les hacen creer a los pueblos que ellos “eligen” a sus gobernantes y que, por lo tanto, son los que “gobiernan” a través de sus elegidos.  Hay que ver cómo la Prensa, instrumento dócil del capital, pondera este sistema de gobierno, haciéndoles creer a los pueblos que es el mejor y más adecuado para la resolución de los problemas de cada país.  Democracia en acción” le llaman; en donde “la voluntad popular” designa a los gobernantes salidos de la entraña del pueblo.  Y hay millones que se han tragado ese cuento.  La trampa funciona perfectamente, porque aunque los nuevos gobernantes traicionen sus compromisos de campaña apenas llegan al poder, al pueblo se le ha creado la ficción de que tiene el recurso de las próximas elecciones para corregir el rumbo en busca del bienestar popular.  La próxima vez votará por la “oposición”, sin darse cuenta de que esta también forma parte de la Oligarquía.  Gobierno, prensa y “oposición”, son los tres tentáculos mediante los cuales las Argollas ejercen su dominio sobre las clases ignorantes.  Pero si alguna situación se les escapa de control, como en Venezuela o Brasil, siempre tienen el infalible recurso de las amenazas del gran Capital Mundial y sus organismos de intimidación, como el Banco Mundial, el BID, el gran mercado de consumo de los Estados Unidos y otros.   Y por último, el bloqueo económico, como el caso de Cuba.   
            No hay duda de que la democracia formal es un mecanismo de dominación de las oligarquías criollas.  Y en su implementación nada tiene que ver el pueblo o las clases desposeídas, ya que los partidos políticos son los instrumentos mediante los cuales la clase poderosa organiza la democracia formal.  En nuestros sistemas electorales nada se deja al azar, todo está calculado minuciosamente por la clase dominante de cada país, y si algo les falla internamente, siempre tienen el recurso de la presión internacional para allanar cualquier dificultad y convencer al pueblo que es mejor aguantar este gobierno hasta que termine, que hacerse acreedores a las sanciones económicas que les puede aplicar el sistema mundial o regional (E.U.), que es nuestro único mercado, y del cual dependemos casi exclusivamente.  Allí está el aterrador ejemplo de Cuba.  Solo los miembros de las Argollas de cada país son reconocidos como interlocutores políticos por el Gran Capital.  Son los serviles siempre dispuestos a decir “Sí amo”, sin el menor sonrojo.  La desvergüenza es el símbolo que llevan estampado en el alma.
La clave mayor de esta forma de democracia formal es no llegar a los extremos que puedan producir disturbios sociales.  Se cuidan esmeradamente para hacer que la explotación no lleve a los pueblos a tomar medidas violentas.  Esa es la corona de gloria de este sistema.  Así que cuando los pueblos están hartos de la explotación, robo e inutilidad de los gobiernos, ya se encuentran a las puertas de una nueva elección, la cual, habrá de traer a “un nuevo gobierno que sí será capaz de mejorar la situación”.  Entonces las oligarquías hacen ciertas concesiones al pueblo, de manera que sienta un alivio que impida la explosión de la rabia contenida.  Las “ELECCIONES” son una especie de válvula de seguridad que garantiza la paz que necesitan las oligarquías para llevar a cabo, tranquila y seguramente, su labor de explotación sistemática de los pueblos bajo su férula.  Pero ¿qué eligen nuestros ciudadanos en cada una de estas farsas políticas tan ponderadas por la prensa y todos aquellos que son miembros de las respectivas Argollas locales? 
Ciudadano, piénselo bien.  ¿Eligió usted a alguno de los que aparecen en esas coloridas papeletas?  ¿O simplemente se los IMPUSIERON allí para que usted legitime el “proceso democrático” que le garantiza a la Oligarquía la impunidad en la explotación del pueblo?   ¿Algún candidato ha hablado de la DEVALUACIÓN,  el robo más grande que la Argolla le hace al pueblo?  ¿Ha pensado en eso?  Una vez montado el que sea... OLVÍDESE... la historia será la misma.  Ya lo verá.
Divulgue esta “Chispa” y piense en ella.  Discútala con sus amigos y vecinos.  Todavía nos quedan tres semanas para tomar una buena decisión y para exigir un compromiso real; no solo palabrería o payasadas en donde un individuo sale “cogiendo café” o cosas parecidas.

Democráticamente

                                   Ricardo Izaguirre S.

E-mail:    rhizaguirre@gmail.com
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