70 “LA CHISPA”
LEMA: “En la indolencia
cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
VIVIENDA PROPIA: ¿UN SUEÑO
IMPOSIBLE?
Para los que siempre han tenido casa propia, quizás este tema carezca
de importancia; pero para aquellos que no la tienen, sí interesa, y tal
posesión, constituye el sueño número uno de sus vidas. No hay quien no desee su casita propia, sin
importar su tamaño ni dónde esté ubicada.
La casa propia es la madriguera de la familia, algo así como la cueva de
las criaturas del campo. Es
consustancial a su vida y a la seguridad de los suyos, y es por eso que resulta
tan importante como soporte físico y espiritual del núcleo que constituye la
base de la estructura social. Y de
ahí surge la obligación irrenunciable del Estado ante el problema de la
vivienda. Una familia
con casa propia constituye un hogar; una familia sin ella es un grupúsculo de
nómadas sin ninguna raíz; sin esperanza y casi carente de vínculos
fuertes. Y en su peregrinar sin
ilusiones, en cualquier momento se desgranan como plumas esparcidas por el
viento, produciendo malos individuos, inseguros, agresivos ante una sociedad
que ha sido sorda ante su angustia. El
hogar propio da seguridad; es la trinchera y fortaleza de la familia; ese es el
semillero de ciudadanos ejemplares y productivos en todo sentido. Es parte esencial de la vida, y cuando el
hombre, la mujer o los hijos dicen: “mi casa”, están afirmando sus raíces y su
compromiso con la sociedad. De ahí se
deriva el irrenunciable deber del Estado de proporcionar casa propia a la
familia. Y para hacerlo, lo primero que
tiene que hacer es comprar o incautar aquellos terrenos que hagan posible la
construcción de habitaciones. Pero ¿qué
ha pasado con los gobiernos nacionales?
Pues que simplemente se han conformado con hacer pequeños remiendos ante
este enorme PROBLEMA NACIONAL. Han claudicado ante los intereses de las
empresas urbanizadoras, las cuales especulan criminalmente con los precios de
los terrenos.
Hace falta una legislación moderna
que dé prioridad al bien común antes
que a la codicia de los especuladores de bienes raíces. Bien sabemos que un grupo poderoso de estos
aprovechados, extranjeros por
sentimientos, a los que nada les importa el bienestar de las clases
pobres de este país, se han adueñado
casi de todo lo que vale la pena en el campo de los bienes raíces. Con grandes capitales (quizás obtenidos
cómodamente de la Banca
Nacional), están en capacidad de hacer compras masivas de
terrenos aptos para la urbanización. Y
de esa forma no solo se ubican en la condición de monopolio, sino que tienen el
poder de fijar los precios de mercado
a su entero placer. “Absolutamente
legal”, diría cualquier abogado, e incluso los funcionarios del Gobierno. Pero ¿es justo? ¿Puede el Estado esconderse y evadir su
responsabilidad social bajo un subterfugio legal?
El Estado TIENE LA OBLIGACIÓN DE
INTERVENIR en este negocio tigre que realizan los especuladores de bienes
raíces, los agiotistas de la
tierra. No puede el Gobierno esconderse
bajo el fácil disfraz de la legalidad, aduciendo que en un mercado de libre empresa, eso es lícito. NO
DEBE SER LÍCITO LO QUE ES INJUSTO, por más que ese dogma inventado y
defendido por los que se benefician de su aceptación, sostengan que es legal. Desde ahora se debe delimitar para el futuro
(igual que los parques nacionales) las áreas que serán reservas para la
construcción de habitaciones. Y los
precios de estos lotes deberán ser fijados de acuerdo con las posibilidades
reales que tiene un obrero asalariado, y NO
con “los precios de mercado”, inflados artificialmente por las
urbanizadoras “La Piadosa”,
“La Más Barata”,
“La Considerada”
etc., etc., empresas que además de ser compradoras de terrenos, son
constructoras, importadoras de materiales de construcción y, además,
fiduciarias que financian los préstamos de viviendas con intereses abusivos y
plazos demasiado cortos. Conozco a una pareja
(ya divorciados) que después de dar una prima de dos millones por una casita
que les vendió la urbanizadora “La Comprensiva”, quedaron pagando CIENTO SESENTA MIL COLONES MENSUALES. Ese pago fue posible mientras los dos
trabajaban. Pero desgraciadamente la
empresa donde ella laboraba, redujo operaciones y se quedó sin trabajo. Y eso fue la debacle que los llevó incluso a
la separación, y todo lo perdieron, incluso sus dos millones de la prima. ¿Es justo eso? ¿Que fueron imprudentes? ¡Claro que sí! Pero tal situación de desamparo y destrucción
de una joven familia con dos niños, NO
DEBE SER PERMITIDA POR EL GOBIERNO.
No por ese motivo.
Los
cortos plazos y los altos intereses con los que operan estas fiduciarias,
además de las injustas condiciones que el Estado les autoriza y avala,
deben ser revisadas con otros criterios sociales, y no únicamente con la visión
especulativa de los propietarios de esas empresas, cuyo único interés es hacer
millones con la angustia del pueblo.
Pero hasta aquí estamos hablando de gente que trabaja, que es
profesional y tiene ingresos elevados, es decir, de aquellos que superan el
límite de los TREINTA MIL COLONES
que los ubica en la condición de ricachones. ¿Y los que están por debajo de ese
nivel? ¿Qué posibilidades tiene el
obrero común y corriente de adquirir una vivienda propia para su familia? ¿Qué opción tiene una madre de cuatro o más
niños de obtener una vivienda si es empleada doméstica? En ambos casos, NINGUNA. ¿Qué hacen el INVU y el BANHVI para resolver el problema?
NADA. La venerable institución del INVU, creada
para dar solución permanente al problema de la vivienda, ha sido saboteada y
destruida desde adentro por los quintacolumnistas de los URBANIZADORES PRIVADOS, título que engloba a toda la jauría de
agiotistas de la vivienda, acaparadores de tierras, urbanizadoras,
constructores de esos urbanistas, importadores de materiales y todo el enorme
círculo que forma esa diligente clase parasitaria que, desde dentro del
gobierno, ha propuesto y aprobado leyes favorables únicamente a sus
intereses. Como la Ley
de Inquilinato. Desde adentro
quebraron al INVU, y en la
actualidad, solamente es una institución moribunda y agónica que solo espera el
hachazo final. Para eso los
urbanizadores tienen dinero y diputados.
Todos sabemos quiénes son los
especuladores de la tierra, y quiénes son los propietarios de todas esas
empresas que han montado el monopolio de los bienes raíces, condición con la
cual están en capacidad de fijar las reglas del juego y el monto de sus
ingresos, lo que trae como consecuencia que la obtención de una casita por
parte de la familia asalariada solo sea eso: “UN SUEÑO IMPOSIBLE”.
Fraternalmente
Ricardo Izaguirre S.
Correo electrónico: rhizaguirre@gmail.com
Entrada al blog “LA CHISPA”: http://lachispa2010.blogspot.com/
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