jueves, 22 de marzo de 2012

641 La conspiración anti desarrollo


641   LA CHISPA           
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
LA CONSPIRACIÓN ANTI-DESARROLLO
Algo tan evidente no debería necesitar que alguien lo denuncie, pues no se trata de un misterio o algo muy sofisticado sino de una gran treta cuya brutalidad la hace demasiado obvia para cualquiera que tenga una onza de aserrín en la cabeza.  La conspiración para mantener a la América Latina en el subdesarrollo es de lo más ordinaria que podamos imaginarnos.  Ni los gringos ni las oligarquías criollas hacen el menor esfuerzo por disimular un objetivo tan claro.   Pero esta situación no puede prolongarse indefinidamente; algún día, dentro de cincuenta, cien o doscientos años deberá terminar, cuando ya no tengamos absolutamente nada que nos quiten.  Entonces el problema será otro.  No sé cuál, pero será terrible y posiblemente seamos exterminados como los nativos del África.  Pero da la impresión de que a nadie le importa, y parece que los latinos validamos cabalmente el dicho de que “cada pueblo tiene el gobierno que se merece”.  Como idiotas, cada cuatro o cinco años, volvemos a elegir a los grupos que nos han estado vendiendo desde hace quinientos años. 
Durante más de un siglo “el tapón del Darién” en Panamá, ha sido el signo más ominoso de lo que  significa el subdesarrollo planificado al servicio exclusivo de un solo beneficiario: aquel o aquellos que posean  marinas mercantes.  El trasiego de mercaderías en cualquier sentido se convirtió en un monopolio de europeos y yanquis.  Todo lo que importamos o exportamos se moviliza en barcos norteamericanos, europeos o japoneses.  Una relación basada en el injusto principio de tigre suelto contra burro amarrado.  Pero si eso era ligeramente aceptable durante la primera mitad del siglo XX, ahora resulta inadmisible; sin embargo, ese sigue siendo el esquema básico de nuestro comercio con el primer mundo: aislados, indefensos y desunidos, tenemos más información de la lejana Europa que de nuestros vecinos de al lado y, si queremos viajar, resulta más fácil y cómodo ir al Japón o Nueva York que a algunas partes de nuestros propios países.  Carentes de marinas mercantes, tenemos que importar en barcos ajenos; pero lo que es peor, todo lo que exportamos también tiene que ser en naves extranjeras.  Incluso un país como México, que debiera tener una flota de buques petroleros, TIENE que enviar su producción de petróleo en barcos norteamericanos. 
            “Divide y vencerás”.  Esa es la premisa que NUNCA hemos entendido los latinos, el más simple de los principios militares, comerciales y políticos.    Mientras permanezcamos separados no solo en lo afectivo sino físicamente, no tendremos futuro.   Estamos en manos de todos aquellos que, bien organizados, tienen la posibilidad de explotarnos a su antojo.   Y si han permitido un desarrollo mínimo del sistema vial de carreteras, ha sido únicamente en el doble interés de tener por donde sacar nuestras materias primas y de hacer negocio con la venta de los derivados del petróleo que ellos dominan, controlan y comercializan a su antojo y bajo sus términos exclusivos.  Tanto es así, que México les vende a los Estados Unidos petróleo crudo baratísimo que, una vez refinado, vuelve a México en forma de gasolina cara.  Desde hace medio siglo la América Latina debería estar unida por un ferrocarril (eléctrico en su mayoría) desde México hasta la Argentina y Brasil.  Estos últimos bien podrían construir centrales nucleares para abastecer de energía una vasta red ferroviaria nacional que no dependiera del petróleo.  Pero es algo que NO les conviene a las transnacionales del petróleo ni a los compradores de materia prima.  Ni a los fabricantes de carros.  Países desconectados entre ellos, no tienen otra posibilidad de venta y comercio que con los Estados Unidos y Europa.  Fin de la ruta.  No entender esa simpleza es propio de pueblos brutos y dirigentes políticos incapaces y entreguistas que, en contubernio con las oligarquías nacionales, sacan enormes ganancias con la venta  de los recursos naturales de estos países.
            El más brutal ejemplo de esa intención de mantenernos incomunicados y en el atraso nos lo dio aquí en Costa Rica la compañía bananera (gringa).  Cuando decidió retirarse de Golfito, porque en otros países (sin garantías sociales para los obreros) tenía mayores ganancias.  Esta empresa miserable arrancó las vías férreas y se las llevó, es decir, DESTRUYÓ ese medio de comunicación que hubieran sido de gran utilidad para el desarrollo civil en esa zona del país.   Y el GOBIERNO lo permitió sin la menor protesta.
            Ya es hora de que Brasil tuviera una marina mercante de alcance mundial (no digo barcos de bandera brasileña) al servicio de las economías latinas.  También deberían hacerlo México, Venezuela y Colombia.   Vean que esa ha sido la clave de la riqueza del Japón: una flota naval comercial gigantesca.  ¿Qué sería de Japón si tuviera que transportar su materia prima y productos de exportación en barcos extranjeros?   Pero además de eso, todos nuestros países deberían contar con extensas redes ferroviarias nacionales con conexiones internacionales.  Así, todos los productos chilenos, argentinos o brasileños podrían ir por tierra a todos los mercados americanos, incluyendo a los Estados Unidos y viceversa.  ¿Cómo podrían los grandes centros fabriles de Brasil, Argentina, Venezuela o Colombia comprar la materia prima en otros países de América o del mundo si carecen de los medios de transporte?  Sin barcos, trenes ni carreteras no hay desarrollo.  Sin puertos ni aeropuertos no hay crecimiento.   ¿Cómo puede despegar Brasil hacia la industrialización total si su vasto territorio tiene una carencia casi total de vías de comunicación?  Si no fuera por los ríos, el aislamiento de ciertas regiones de ese país sería total.   ¿Cuántos puentes hay sobre el río Amazonas?
            Hasta que no entendamos esta jugarreta, estaremos condenados a ser países atrasados de un tercero y cuarto mundo, destinados a un colapso inevitable, porque cuando no tengamos nada, nos pasará lo mismo que a los negros del África.  Cuando consideren que ya no somos útiles ni siquiera como bestias de carga, nos “vacunarán” con el ébola, VIH y cuantos “medicamentos” sean necesarios para eliminarnos.  Además, nos infectarán con las gripes que se le ocurra y, un cuento acabado.  Mientras no tomemos nuestros destinos en nuestras manos estaremos jodidos; mientras sigamos creyendo que el desarrollo nos vendrá de la “buena voluntad” de gringos, europeos o japoneses, estaremos SÚPER JODIDOS.   Ya es hora de que agarremos el látigo.                                                      ¿Qué piensan en su país?
            No muy fraternalmente
                                                    R I S         E-mail:   rhizaguirre@gmail.com


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