641
“LA CHISPA”
Lema: “En la indolencia cívica
del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
LA CONSPIRACIÓN ANTI-DESARROLLO
Algo tan evidente no debería
necesitar que alguien lo denuncie, pues no se trata de un misterio o algo muy
sofisticado sino de una gran treta cuya brutalidad la hace demasiado obvia para
cualquiera que tenga una onza de aserrín en la cabeza. La conspiración para mantener a la América
Latina en el subdesarrollo es de lo
más ordinaria que podamos imaginarnos.
Ni los gringos ni las oligarquías criollas hacen el menor esfuerzo por
disimular un objetivo tan claro. Pero
esta situación no puede prolongarse indefinidamente; algún día, dentro de
cincuenta, cien o doscientos años deberá terminar, cuando ya no tengamos
absolutamente nada que nos quiten.
Entonces el problema será otro.
No sé cuál, pero será terrible y posiblemente seamos exterminados como
los nativos del África. Pero da la impresión de que a nadie le importa,
y parece que los latinos validamos cabalmente el dicho de que “cada pueblo
tiene el gobierno que se merece”.
Como idiotas, cada cuatro o cinco años, volvemos a elegir a los grupos
que nos han estado vendiendo desde hace quinientos años.
Durante más de un siglo “el tapón del Darién” en Panamá, ha sido
el signo más ominoso de lo que significa
el subdesarrollo planificado al
servicio exclusivo de un solo beneficiario: aquel o aquellos que posean marinas mercantes. El trasiego de mercaderías en cualquier
sentido se convirtió en un monopolio de europeos y yanquis. Todo lo que importamos o exportamos se
moviliza en barcos norteamericanos, europeos o japoneses. Una relación basada en el injusto principio
de tigre suelto contra burro amarrado.
Pero si eso era ligeramente aceptable durante la primera mitad del siglo
XX, ahora resulta inadmisible; sin embargo, ese sigue siendo el esquema básico
de nuestro comercio con el primer mundo: aislados, indefensos y desunidos, tenemos
más información de la lejana Europa que de nuestros vecinos de al lado y, si
queremos viajar, resulta más fácil y cómodo ir al Japón o Nueva York que a
algunas partes de nuestros propios países.
Carentes de marinas mercantes, tenemos que importar en barcos ajenos;
pero lo que es peor, todo lo que exportamos también tiene que ser en naves
extranjeras. Incluso un país como
México, que debiera tener una flota de
buques petroleros, TIENE que
enviar su producción de petróleo en barcos norteamericanos.
“Divide y vencerás”. Esa es la premisa que NUNCA
hemos entendido los latinos, el más simple de los principios militares,
comerciales y políticos. Mientras
permanezcamos separados no solo en lo afectivo sino físicamente, no tendremos
futuro. Estamos en manos de todos
aquellos que, bien organizados, tienen la posibilidad de explotarnos a su
antojo. Y si han permitido un
desarrollo mínimo del sistema vial de carreteras, ha sido únicamente en el doble interés de tener por donde sacar
nuestras materias primas y de hacer negocio con la venta de los derivados del
petróleo que ellos dominan, controlan y comercializan a su antojo y bajo sus
términos exclusivos. Tanto es así, que
México les vende a los Estados Unidos petróleo crudo baratísimo que, una vez refinado,
vuelve a México en forma de gasolina cara.
Desde hace medio siglo la América Latina debería estar unida por un
ferrocarril (eléctrico en su mayoría) desde México hasta la Argentina y
Brasil. Estos últimos bien podrían construir
centrales nucleares para abastecer de energía una vasta red ferroviaria
nacional que no dependiera del petróleo.
Pero es algo que NO les
conviene a las transnacionales del petróleo ni a los compradores de materia
prima. Ni a los fabricantes de carros. Países desconectados entre ellos, no tienen
otra posibilidad de venta y comercio que con los Estados Unidos y Europa. Fin de la ruta. No entender esa simpleza es propio de pueblos
brutos y dirigentes políticos incapaces y entreguistas que, en contubernio con
las oligarquías nacionales, sacan enormes ganancias con la venta de los recursos naturales de estos países.
El
más brutal ejemplo de esa intención de mantenernos incomunicados y en el atraso
nos lo dio aquí en Costa Rica la compañía bananera (gringa). Cuando decidió retirarse de Golfito, porque
en otros países (sin garantías sociales para los obreros) tenía mayores
ganancias. Esta empresa miserable
arrancó las vías férreas y se las llevó, es decir, DESTRUYÓ ese medio de comunicación que hubieran sido de gran
utilidad para el desarrollo civil en esa zona del país. Y el
GOBIERNO lo permitió sin la menor protesta.
Ya
es hora de que Brasil tuviera una marina mercante de alcance mundial (no digo
barcos de bandera brasileña) al servicio de las economías latinas. También deberían hacerlo México, Venezuela y
Colombia. Vean que esa ha sido la clave de la riqueza
del Japón: una flota naval comercial
gigantesca. ¿Qué sería de Japón si
tuviera que transportar su materia prima y productos de exportación en barcos
extranjeros? Pero además de eso, todos nuestros países deberían
contar con extensas redes ferroviarias nacionales con conexiones
internacionales. Así, todos los
productos chilenos, argentinos o brasileños podrían ir por tierra a todos los
mercados americanos, incluyendo a los Estados Unidos y viceversa. ¿Cómo podrían los grandes centros fabriles de
Brasil, Argentina, Venezuela o Colombia comprar la materia prima en otros
países de América o del mundo si carecen de los medios de transporte? Sin
barcos, trenes ni carreteras no hay desarrollo. Sin puertos ni aeropuertos no hay
crecimiento. ¿Cómo puede despegar
Brasil hacia la industrialización total si su vasto territorio tiene una
carencia casi total de vías de comunicación?
Si no fuera por los ríos, el aislamiento de ciertas regiones de ese país
sería total. ¿Cuántos puentes hay sobre el río Amazonas?
Hasta
que no entendamos esta jugarreta, estaremos condenados a ser países atrasados
de un tercero y cuarto mundo, destinados a un colapso inevitable, porque cuando
no tengamos nada, nos pasará lo mismo que a los negros del África. Cuando consideren que ya no somos útiles ni
siquiera como bestias de carga, nos “vacunarán” con el ébola, VIH y cuantos
“medicamentos” sean necesarios para eliminarnos. Además, nos infectarán con las gripes que se
le ocurra y, un cuento acabado. Mientras
no tomemos nuestros destinos en nuestras manos estaremos jodidos; mientras
sigamos creyendo que el desarrollo nos vendrá de la “buena voluntad” de
gringos, europeos o japoneses, estaremos SÚPER
JODIDOS. Ya es hora de que
agarremos el látigo. ¿Qué piensan en su país?
No
muy fraternalmente
R I S E-mail: rhizaguirre@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario