martes, 20 de marzo de 2012

517 Algo más sobre la publicidad idiota... y la buena.


517   LA CHISPA   

Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”

ALGO MÁS SOBRE LA PUBLICIDAD IDIOTA… Y LA BUENA

            En la “Chispa” anterior dije que la publicidad es un oficio creativo que se asemeja mucho al arte.  Y debe serlo, porque si no, no gusta.  Es por eso que los que deciden dedicarse a ella DEBEN TENER TALENTO.  No solo es cuestión de decir: “quiero ser anunciante porque en esa ocupación se gana dinero fácil y abundante”.  Pero parece que en Costa Rica cualquiera puede ser publicista; solo es cuestión de titularse en alguna escuela (y muchas veces ni eso) para ejercer esa profesión.  Basta con tener la laboriosidad y disciplina de una termita, para dedicarse a “ofender” al público con cierta propaganda cuyo objetivo pareciera ser sacar de quicio a los destinatarios. Como la de la Coca Cola Zero y su famosa azúcar cancerígena.  Aquí no se necesita ser inteligente, creativo ni tener vocación; solo conocer las reglas básicas del aspecto artesanal.  Es algo así como que mañana yo decidiera dedicarme a pintar, a la escultura, a la música,  a construir puentes o a la medicina solo porque me da la gana, es prestigioso y produce buenos dividendos.
            Esa actividad es como todos los productos del arte: están destinados a GUSTAR AL PÚBLICO.  Y si no lo hacen, NO SIRVEN.  Así de simple.  Si alguien tiene que explicarme una pintura, escultura, retrato, poesía o música, tal producto se convierte en filosofía.  El arte va dirigido (en primer término) a los sentidos y, por lo tanto,  nos cautivan o no, de una vez.  Cuando tienen que contarme los tormentos y complicaciones morales, físicas o espirituales del autor para que comprenda y aprecie su obra, la cosa deja de ser arte y se convierte en caridad.  El arte impacta o no.  Así es la propaganda.  Una música me agrada sin importar quién la escribió ni bajo qué circunstancias.  Si tienen que aclararme lo que mis sentidos no captan, la creación entra al terreno del intelecto y se convierte en un asunto de sabihondos.  De intelectuales cultos en diversos campos, pero muy limitados en número.  Por eso existe la cultura POP, en la que los individuos no tienen que ser genios con muchos pergaminos académicos para poder hablar de arte.  Tampoco tienen que fingir lo que no son; ni aceptar como arte lo que no les deleita.  Esa es la cultura que confiere la libertad de opinar con el único fundamento del “gusto”.  Sin el lastre del academicismo. 
            Cuando nos dicen: “La Sonata Buenas Noches de Gasparini, en Sí bemol, piano forte, dulchini, con violín y chelo en tres movimientos y alegro andante con finale pomposo”, nos dan el tiro de gracia antes de empezar la música, pues comprender eso, presupone unos veinte o treinta años de estudios musicales. Ese es el arte para gente culta.  Pero la publicidad es un arte menor para masas (sin excluir a los intelectuales), sin que eso quiera decir que puede darse el lujo de ser idiota o irrespetuosa.  La propaganda debe ser simple, alegre, NATURAL, creativa y creíble, y con un toque de humorismo con el cual todos podamos identificarnos; algo que el consumidor pueda sentir como parte de su vida y de los suyos.  Pero sobre todo, RESPETUOSA de la inteligencia de aquellos a los cuales va dirigida.  Ahí esta el peine.  Y es eso lo que separa a los jornaleros del oficio, de aquellos que son verdaderos artistas en este campo.  De aquellos que han creado auténticas obras de arte en esa profesión.  Como los anuncios de “Taquito”, o el de la monja y la estatua del angelito al que se le cae la pipí.
            Sin embargo, no todo es trágico y negativo, pues entre la avalancha de anuncios idiotas, de vez en cuando surgen algunos que bien vale la pena que sean señalados.  Y elogiados de la manera más especial.  Tal es el caso del “fotógrafo en la graduación”.  Es auténtico y NATURAL; el caballero que lo interpreta lo “vive” de verdad, a tal punto, que llega a confundirnos y, hábilmente, nos conduce a un final inesperado, sorpresivo, jocoso y agradable.  Las inflexiones de su voz son casi perfectas y nos comunican la emoción que se vive en esos momentos por los que todos hemos pasado.  Impaciente pero amable, dulce y comprensivo, no deja de ser majadero en un sentido que todos comprendemos, que nos gusta y le perdonamos porque todos lo hemos vivido en carne propia.
            --“Vení mi amor para tomarte una foto con el título”.  “Alisate la cinta que no se ve bien el nombre del colegio”.  “Llamame a tu profesor guía.”   “¡Graaaacias señor!”.  “Ahora una con tus compañeras”.  “A ver a ver, más juntas”. “Ahora una con tu madrina”. 
            Y hasta allí, todo lo va haciendo de forma natural y alegre; con el timbre de voz adecuado para cada situación: con impaciencia apremiante pero llena de tolerancia y emoción.  Desde luego que en esto está la magia del anuncio, que nos conduce a una suposición automática que todos damos por descontada: que se trata de un papá y su hija en la graduación.  Pero es aquí en donde surge el efecto sorpresivo y simpático del anuncio, el cual nos desconcierta agradablemente por lo inesperado.
            --“Ahora una CON TU HIJO”.   “¿Qué se hizo Marito?  … una foto con tu mamá”.
            O algo así. Y salvo el pequeño error de dicción al final, es casi perfecto.  Pónganle atención y verán que si el anuncio no es como para llevarse el Grammy de la gala, es muy natural, bien interpretado, humorístico, con esencia y respetuoso del auditorio.  A tal extremo, que nos hace meditar seriamente en el contenido profundo del mensaje de esperanza y aliento que pretende llevar a las madres adolescentes.  Cautiva nuestra atención sobre un problema que suele pasar inadvertido y que por común, damos por inexistente.  Ese es el valor de un comunicado que no solo es encantador sino que tiene una importancia trascendental para un numeroso sector de nuestra población del que, por indolencia, insensibilidad o falta de propaganda organizada, no tenemos noción de su existencia.   Bandos como ese sí vale la pena escucharlos y nos devuelven la fe en la creatividad en ese grupo de profesionales.
            Publicitariescamente
                                               Ricardo Izaguirre S.        E-mail:  rhizaguirre@gmail.com
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