lunes, 3 de enero de 2011

869 Salud pública


869    “LA CHISPA     (16 diciembre 2010)
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
SALUD PÚBLICA
            Es inaceptable la deficiencia en los servicios médicos de un país, pues la naturaleza de lo que está en juego no admite dilaciones ni disminución de la calidad: se trata de la vida de los ciudadanos.   No hay excusa alguna que justifique la mediocridad en este tipo de obligación social del Estado.  Si se puede invertir más de 300 millones de dólares en una carretera de mala calidad y acabado, no hay razón alguna para que el Gobierno sea mezquino con la necesidad más urgente y básica de todo pueblo: la SALUD.  La inversión en los  programas sanitarios no debe ser escatimada.  El bienestar del pueblo DEBE estar por encima de cualquier otra consideración, y el imperativo del Ministerio del ramo, es brindar esa atención de la forma correcta.  No “de lo mejor que se pueda o permita el presupuesto”, sino de la manera correcta.   Esta actividad, dada su naturaleza tan delicada, no debe ser rehén de la política, los cabildeos o los intereses de los sindicatos, asociaciones o colegios profesionales.  La salud de la ciudadanía es un derecho legal, político, constitucional y social; pero sobre todo, humanitario.  Es por eso que tal actividad no puede ni debe estar limitada por consideraciones de tipo fiscal, como si se tratara de obras que pueden postergarse para mejores tiempos.  En este campo NO HAY MAÑANA.  Es ya. 
            Por muchas razones de todos conocidas, podemos afirmar que la atención médica nacional requiere una reestructuración profunda no solo en la parte económica, sino también en la filosofía que anima esta actividad que va mucho más allá de la cuestión técnica o profesional.  Pero para simplificar el asunto, lo dividiremos en dos aspectos: material y profesional, de cuya conjunción equilibrada surge la calidad de este auxilio.  El primero es de fácil solución, pero el segundo, se presenta mucho más difícil, complejo y cargado de intolerancias previsibles en un gremio cuyos objetivos económicos no suelen ser muy claros para el observador externo.  Con el crecimiento de la MEDICINA PRIVADA se ha ido creando una mentalidad dual en estos profesionales, y el principio básico del servicio humanitario per se, le ha ido dando paso a una nueva forma de encarar el oficio: la rentabilidad.  Situación que desvirtúa la esencia prístina de esta actividad y la transfiere al campo del comercio, de la economía.  Del deseo de enriquecimiento. 
Sin embargo, la salud pública no debe ser prisionera de ningún interés económico, político o sindical, y el grupo de médicos NO DEBE ser el rector exclusivo de lo que debe hacerse o no en este campo.  Puede ser el asesor más calificado, pero NO el que decida qué es lo que más conviene en sus líneas generales de crecimiento y financiación; sobre todo, si tal o cual medida va en contra de sus ingresos monetarios.  Y en la actualidad, con la privatización de estos servicios, ESO PESA DEMASIADO.  La asistencia hospitalaria ha pasado de ser una prestación humanitaria gratuita, a un negocio muy productivo y, por lo tanto, eso es un contrapeso que compromete la ecuanimidad de las opiniones de ese colegio.  Con el advenimiento de la medicina privada, el médico dejó de ser neutral y, por lo tanto, no debe ser la única opinión que la sociedad y gobierno tomen en cuenta en los problemas y carencias que se suscitan en este campo.  
Dado que la atención hospitalaria se divide en dos áreas, PRIVADA Y PÚBLICA, y el grupo que atiende ambos sectores es el mismo y tiene intereses en ambas, es lógico pensar que sus inclinaciones estarán del lado que es más remunerativo; y este es el de la medicina pagada.  Una o diez operaciones en un hospital público solo son cubiertas por su salario, mientras que en una clínica particular, esto puede reportarle millones.  Así que cuanto “cliente” pueda referirse a hospitales privados, mejor.  Esa es una realidad que nadie puede negar o minimizar.  Entonces ¿cuáles son las directrices que el Estado debe seguir para que los servicios de salud masiva sean adecuados?  En vista de que la tendencia es hacia la expansión de la medicina privada, debemos suponer que los médicos NO tomarán medidas que puedan fortalecer o mejorar los servicios públicos de salud.  Al contrario.  Eso es algo de sentido común que no requiere esfuerzo alguno para ser entendido. 
Estos colegios son, en cada país latino, una especie de república dentro de cada estado nacional.  Gente que parece estar por encima de la ley, y cuya palabra suele tener una potestad que nadie se atreve a contrariar.  Embozados en la “autoridad médica”, su palabra suele ser mucho más que una suma de conocimientos profesionales para convertirse en voz divina.  Y eso no es saludable en ninguna organización social.   El médico NO es la palabra suprema en cuestiones de salud o la organización de estos servicios.  Es un profesional como otro cualquiera (ingeniero, abogado, economista) que puede aconsejar y recomendar, pero su criterio NO es infalible ni tiene por qué ser aceptado sin más razones que el principio de autoridad.  En la planificación de la salud pública, el Estado debe consultar a todos los estratos de la población, y no debe partir de la conclusión de que en este tema solo tienen derecho a hablar los profesionales de esa rama.   Y mucho menos, cuando sus intereses económicos pueden distorsionar claramente sus puntos de vista en cuanto a la calidad de la asistencia.  Incluso sería deseable que los gobiernos consultaran con  médicos internacionales que puedan asesorar a los ministerios de salud directamente.  Sin el tamiz ni la presión de los doctores nativos.
En última instancia, siempre debemos recordar que el pueblo es el que paga, y a su vez, el que recibe y valora la atención que recibe.  La medicina pública NO ES UNA CARIDAD QUE EL SEGURO le hace al pueblo buenamente.  Tampoco el servicio personal del galeno es un favor sino una doble obligación de parte de este.  Primera, porque le pagan. Y segunda, porque es su compromiso ético.  Así, pues, estamos ante un problema que NO DEBE ser analizado únicamente por médicos y profesionales de ese campo, pues ellos no son LOS DUEÑOS del sistema, sino una pequeña parte de este.  Toda la comunidad debe ser involucrada en la búsqueda de soluciones que, sin perjudicar los intereses profesionales de los doctores, también obligue a estos a brindarse generosa y aplicadamente en su labor.  Además, a no creer que son dioses y que están haciéndole un “favor” a los pacientes que atienden dentro del sistema general.  No se debe servir a dos patronos.
                                                                                 (Amigos: ¿cómo funciona esto en sus países?)           
RIS                            E-mail: rhizaguirre@gmail.com
Blogs:       La Chispa     http://lachispa2010.blogspot.com/       con link a      Librería en Red




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