lunes, 3 de enero de 2011

728 La domesticación escolar


728    “LA CHISPA       (9 diciembre 2009)
Lema: “En la indolencia cívica del ciudadano, se fundamentan los abusos del Poder”
LA DOMESTICACIÓN  ESCOLAR
            Como la ESCUELA es la única vía que puede equipar el poder del pueblo con el de las Oligarquías, tenía que ser controlada ideológicamente por estas.  Y así se hizo.  Pero este resultado no es producto de la improvisación ni una ocurrencia al azar.  Es la consecuencia de un largo proceso que lleva varios siglos, pues ellos saben que el hombre culto deja de ser un ente manipulable o un testigo mudo de lo que hacen los que detentan el Poder.  El Hombre Libre, que piensa y puede denunciar porque es educado, constituye  un peligro  con el que han tenido que lidiar las clases poderosas de la América Pobre.  Estos hombres pensantes son un “problema” que solo se puede resolver de tres maneras: se les calla en la cárcel, se les expulsa del país o se les asesina.  Ese ha sido el método tradicional.  Pero con el avance de la civilización y el bochorno e incomodidad que producen los “observadores internacionales”, las oligarquías han recurrido a un método casi infalible desde hace tiempo: comprarlos.              (Chanza política: “Vamos a recuperar las playas de Costa Rica”)
            El hombre libre es un producto que siempre se dará en el proceso educativo, por más manipulado que sea este.  Así que el objetivo NO es que no haya ese tipo de ciudadanos sino que sean el menor número posible y que la inversión en comprarlos no sea mucha.  Para eso les otorgan becas, puestos públicos de nombramiento o elección, afiliación política en partidos en donde son objeto de mimos y prebendas.  Así les quiebran la voluntad sin que ellos se den cuenta.  Como son hombres íntegros, sienten que no es lícito morder las manos de los que les han proporcionado toda clase de bienes materiales y un escabel desde donde figurar.  Entonces se convierten en colaboradores pasivos del sistema (no denuncian pudiendo hacerlo, callan); están ahí aunque no participan abiertamente, están atrapados, son prisioneros de su gratitud.  No alaban ni apoyan al sistema, pero saben que tienen que guardar silencio porque fueron comprados, aunque nunca se atrevan a aceptarlo.  Si Hitler, Trujillo o Stalin les dieron una beca para hacerse ingenieros o economistas, NO PUEDEN dejar de reconocer ese hecho, aunque sepan el juicio que la historia tiene de sus benefactores.                                                       (Otro chiste político: “Pondremos fin a la corrupción y vamos a ordenar el gasto público”)
            Es por eso que las Oligarquías, valiéndose del Estado, han realizado la domesticación de las masas por medio de la escuela pública.  Ellos saben que la enorme mayoría saldrá de esta según lo planeado, con un programa cívico grabado en el disco duro de su mente, y que actuarán conforme con este.  Convertidos en ciudadanos dóciles al sistema, en gente que no protesta porque no ve más allá de sus narices; el sistema los alienó desde niños.  Y todos sabemos lo permanentes que son las cosas que nos hacen creer en la infancia: religión, fe, miedos o lo que sea, quedan indeleblemente grabados en nuestra consciencia.  Aunque nos eduquemos y racionalicemos la insensatez de nuestras creencias atávicas, JAMÁS podemos librarnos de su influencia.  Ese es el objetivo que persigue el Estado por medio de la instrucción pública, pues saben que es casi infalible cuando de las masas se trata.  Este método es tan eficaz y sutil, que las personas comunes educadas en él, resultan incapaces para detectar sus objetivos verdaderos, a menos que hagan un cuidadoso examen de este.   Es tan eficiente que incluso se permiten la ironía de decir que una de las metas de la educación nacional (de cualquier país) es obtener ciudadanos CRÍTICOS y conscientes de la realidad.  Una burla sangrienta comparada con lo que sucede en la sociedad.  Pero si esta cualidad aparece en algunos estudiantes, de inmediato la eliminan mediante los diversos mecanismos creados para producir al “ciudadano dócil”, objetivo único de la escuela pública.           (Guasa electorera: “Estamos seriamente preocupados por la educación nacional”)
            Esto es labor de decenios que involucra la sensiblería popular, el patrioterismo y otros vicios cívicos que se han exaltado en los pueblos, pero plegados al interés de la plutocracia.  Con los programas escolares se sigue el mismo procedimiento: se inventa el culto y el “santo”, y este suele ser algún ministro de educación al que se le atribuye el calificativo de “Reformador de la Enseñanza”.  Don Ceferino Salvatierra, vidente de la enseñanza pública que…  etc. etc.  Fabricada la deidad, su obra se convierte en parte de los fetiches nacionales sagrados que nadie se atreve a cuestionar.  El insigne don Manuel Hurtado y Grijalva, reformador de la Instrucción Pública nos legó el tesoro de nuestro sistema educativo y bla, bla.  Hecho el mito, consumado el crimen.  Como en las religiones.  Las leyendas solo necesitan tiempo y unos pocos cultores obstinados para que se conviertan en divinas e intocables.  Es por eso que nuestros sistemas de instrucción pública jamás son revisados profundamente en busca de metodologías modernas y pragmáticas.  Siempre están atados a lo que dijo don Mauro, don Gabriel o el ilustre don Juan de la Serena.  Preclaros caballeros de moral cristiana, compasivos con el populacho, pero miembros de las oligarquías nacionales.   Gente que sabía lo que era de “conveniencia” para el humilde pueblo.      (Burla política: “Vamos a mejorar el sistema educativo)
            Esa es parte de la estrategia mediante la cual se mantienen vigentes estructuras anticuadas de “educación”.  Sistemas que solo tienen una finalidad que, embozada tras las máscaras del nacionalismo, la religión y los valores históricos, no es más que un método para preservar el establishment sin variación alguna: los ricos completos, y los pobres quietos y en su lugar.  Sin aspiraciones que les puedan dañar el cerebro o su moral.  La domesticación escolar es producto de años de labor maliciosa y no va a cambiar fácilmente, pues sus primeras víctimas son nada menos que los que la llevan a cabo.   “La propiedad privada es un derecho sagrado”.   Eso dicen las leyes que se enseñan en las escuelas y colegios y es uno de los valores cívicos que hay que respetar.  Forma parte de la instrucción pública y es un componente de los programas escolares que los gobiernos hacen acatar a bayoneta calada.   Y eso está muy bien para los propietarios.   Pero ¿qué hay de los que NO tienen propiedad alguna?  Vean la sutileza de un sistema diseñado para unos pocos, pero bajo la falacia de regla aplicable a todo el mundo.   ¿Es respetable ese principio cuando muy pocos tienen en exceso, y muchos, demasiado poco?     La escuela pública dice que sí.          (¿Cómo funciona esto en su país?)
            Fraternalmente                                                                           Blog:  http://lachispa2010.blogspot.com/
                                    Ricardo Izaguirre S.                                          E-mail: rhizaguirre@gmail.com
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